~Capítulo 11~

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Cuatro días, cuatro malditos días han pasado y los he sentido eternos.

¿Por qué? Fácil.

No he hablado con Miguel desde el día de la discusión. El único que me ha estado llamando y enviando mensajes todos estos días ha sido Klein, lástima que no sea de él de quien quiero recibir respuestas, por eso paso de contestarle.

Mamá ya está preocupada, incluso mis hermanas ya están esperando lo peor de mi parte porque tampoco Miguel se ha aparecido por la casa desde hace días, ni siquiera le contesta los mensajes a ninguno de mis hermanos. Barton y Theo lo extrañan demasiado ya que Miguel es algo así como una figura de hermano mayor-superhéroe para ellos, eso me enfurece más. Ni cuando cometí el error con las direcciones me sentí tan furiosa.

Me he mantenido ocupada con el desarrollo de mi nuevo proyecto para evitar pensar en que nos estamos ignorando más tiempo del que supuse.

Otra cosa que me tiene los nervios de punta es que, tuve que cerrar la aplicación dando fin al proyecto que Miguel y yo habíamos iniciado hace más de un año. Es gracioso porque el mismo día en que por fin pude obtener una mejora y dejar de asistir a ese grupo de apoyo, Miguel y yo salimos a celebrar. Ahí fue cuando nos emborrachamos y obtuvimos la idea de la aplicación y dedicarnos al oficio de los eventos.

Recuerdos que no volverán.

Son las cuatro de la tarde y aún con mi pijama puesta, continúo cambiando de canal de televisión desde el sofá en el que estoy acostada.

Mi madre salió hace unas horas con todos mis hermanos y David a no sé qué parque. Me invitaron, pero le dije que era mejor quedarme en casa porque corría el riesgo de estrangular a algún niño porque intentara quitarme el columpio o cualquier cosa.

Al igual que llevo cuatro días sin hablar con mi amigo, David lleva cuatro días viviendo aquí. Ya hasta creo que se acostumbró a verme toda despeinada y con pijama.

Todos los días me gano una reprimenda por parte de mamá por eso, pero ya hasta perdí la vergüenza de que su novio me vea así.

La primera vez lo hice asustar, creyó que era un espíritu o algo así.

Me hace gracia cada que recuerdo su rostro de espanto. Hubiera querido tomarme una foto porque eso se llama Karma.

Mi teléfono vibra sobre la mesita de centro de la sala. No me molesto en mirarlo porque sé de quién se trata. Klein ha roto el récord de mensajes del día.

Ayer fueron 35 y hoy supongo que ya han de ir más de 40.

Los poco que he leído de pasada tratan de disculpas y no sé qué otras cosas más que no me interesan en este momento.

Escucho el cerrojo de la puerta de entrada y una pequeña algarabía fuera de casa, por lo que supongo ya han llegado todos. La puerta se abre y mis hermanos empiezan a entrar a toda prisa sin siquiera mirarme mientras se dirigen hacia el jardín trasero.

Todos menos una.

—Te ves horrible.

Karen se sienta a mi lado y empieza a repasarme de arriba hacia abajo con una mueca de asco. Le pongo mala casa y ella sonríe.

—Vete de aquí.

La empujo de mala gana para que se vaya de una vez por todas. Para mi suerte no se opone y se limita a reír mientras sigue el camino de mis demás hermanos.

—Cariño ya llegamos.

—Ajá.

Mamá no me hace caso y se va directo a su habitación.

¿Y si nos casamos?حيث تعيش القصص. اكتشف الآن