Capítulo 12: "¿Locura o diversión?"

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Eren Jaeger.

Estaba sumamente agitado, mi miembro viril palpitaba de tanto placer, hasta el punto en que este estaba goteando líquido preseminal. Maldita sea, sentía que iba a explotar.

Me miré al espejo, todavía respiraba entrecortadamente. Tenía que controlarme. Una hermosa chica estaba allí, esperándome. Me quité la camisa blanca, dejándola encima del tanque del retrete para luego llevar a lavarla. Volví a verme para tener más confianza en mí mismo. Tengo unos pectorales, abdominales y brazos de acero, ah, y también un pene de acero. Sí, estaba listo para la acción.

Abrí la puerta del baño y la encontré dormida, no sabía si había perdido la consciencia o algo por el estilo. Me agité y me puse nervioso. Puse mi cabeza de lado en su pecho para escuchar su corazón. Todo normal. Coloqué dos de mis dedos en su vena yugular. Su presión estaba bastante decente. La coloqué de lado para evitar posibles ahogamientos en su propio vómito.

Al ponerla de lado no pude evitar admirar su precioso cuerpo, las curvas que se formaban en su cintura y cadera, además de poder ver plenamente su hermoso trasero que tantas ganas tenía de pegar hasta que sus nalgas quedaran totalmente rojas. La erección en vez de bajar se incrementó. Quería tocarla, demasiado, pero no estaba en condiciones de darme su debido consentimiento. Agarré del armario una cobija y se la coloqué por todo su cuerpo, tapándolo y cubriéndolo debidamente. Solo esperaba que no se enfermara debido a la gran cantidad de eyaculación femenina que había esparcido sobre la cama.

Me dirigí nuevamente al baño, le puse seguro a la puerta, me quité todo el resto de mi ropa junto con las botas, abrí la canilla de la ducha. Mi pene seguía duro y erecto. No aguanté las ganas de masturbarme. Masturbarme pensando en ella, en su rostro, en sus curvas, en sus pechos, en su trasero, en sus muslos, en su abdomen. Todo de ella era increíble. Moví de abajo hacia arriba mi mano derecha, embistiendo mi miembro con movimientos rápidos y acelerados, llenos de lujuria. Quería tirarla contra la pared, tomarla del cuello y hacerla mía, darle duro mientras mi pelvis choca con su trasero, para admirar la bella curva que formaría su espalda al ser arqueada. Hacerla gritar de placer tal como lo hice hoy, hacerla llorar implorando por más. Eso quería, eso quería y más.

Empecé a mover la muñeca tan rápido que comencé a cansarme más de lo usual, pero no quería parar. La imagen mental de ella gritando mi nombre era una sensación bastante satisfactoria. Mi cuerpo empezó a contraerse del placer, hasta el punto en que ya no podía reprimir mis gemidos, los cuales eran intensos. Dije su nombre en un alarido sonoro. No podía creer el gran deseo sexual que ella provocaba en mí, sensación que desde hace tiempo no sentía, hasta el punto en que solo satisfacía sexualmente a las mujeres con las que llegaba a estar.

No podía pensar claramente, estaba a punto de llegar al orgasmo y venirme fuertemente. Sentí ganas de orinar, era semen que se acumulaba en la uretra, preparado para salir. Comencé a masturbar solo parte de la cabeza de mi pene, una de las zonas más sensibles de todo mi cuerpo. Esto me hizo estremecer y temblar de placer. El esperma salió expulsado de mi cuerpo espasmódicamente, a tal velocidad y cantidad que este impactó contra la cerámica de la pared. Comenzó a chorrear hacia abajo por acción de la gravedad. Mi miembro empezó a expandirse y contraerse acto seguido de la eyaculación.

Estaba satisfecho, pero al momento comencé a sentirme mal. Suspiré, me rasqué el ojo y pensé, ¿y si no me dio su verdadero consentimiento? ¿Y si abusé de ella sin saberlo? Me sentía como la mierda, pero no me arrepentía de haberla hecho venirse como nunca nadie lo había hecho.

Me lavé el cabello, esparciendo el shampoo sobre todo mi cuero cabelludo y resto de este. Esparcí jabón por todo mi cuerpo, lavando detalladamente cada centímetro del mismo para evitar malos olores. Una vez que consideré que ya estaba lo suficientemente aseado, cerré la canilla, me puse la toalla alrededor de mi cadera, tomé mi ropa sucia y salí.

No lo mires a él. (Levi x Lectora x Eren)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora