Encuentros prohibidos en el gimnasio abandonado

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Terminaba la profesora de matemáticas con la explicación referida al cálculo de integrales. Todo el curso copiaba en sus cuadernos los ejercicios que la docente escribía en el pizarrón. Por momentos parecía como si se tratase de un curso normal de secundaria, de chicos menores a dieciocho años. La diferencia se empezaba a notar cuando no se escuchaba ni un solo murmullo cuando la profesora explicaba, y todos los alumnos prestaban atención a sus comentarios. Todos los que estaban allí tenían como objetivo aprender,  aprobar los exámenes y recibirse, y no había como en los cursos formados por adolescentes, estudiantes distraídos haciendo tonterías, bromeando o peleando entre ellos o  perdiendo el tiempo.

Al salir la docente del aula entró Ruth a comunicarles que la profesora de geografía no iba a estar presente ese día, y por lo tanto, tendrían un par de horas libres cuando terminase el recreo. La mayoría de los alumnos aprovecharon para hacer tareas de otras materias. Melanie lanzó a sus dos amigas una mirada pícara.

-Vamos?

-Al pasillo prohibido?- respondió Brenda. 

Le llamaban pasillo prohibido al corredor techado que comunicaba el patio del establecimiento con el gimnasio que hacía años no se usaba. La entrada al pasillo se encontraba en parte obstruida por unos arbustos que de tanto crecer se habían convertido en unos árboles pequeños, y tapaban la vista desde el exterior. Atravesando el follaje de esos arbustos se encontraban prácticamente aisladas del resto del colegio y podían dar rienda suelta a sus besos y caricias. Era un secreto a voces que las Salvajes se ponían muy cariñosas dentro de ese pasillo, pero nadie se atrevía a molestarlas, por el carácter fuerte de ellas.  Se rumoreaba que una vez un compañero se había metido en el pasillo prohibido cuando ellas se encontraban allí besándose y tocándose con la idea de espiarlas e incluso incorporarse a la "fiesta". Pero cuando ellas lo descubrieron observándolas dentro del pasillo, reaccionaron con gran violencia, lo atacaron a golpes de puño y patadas, y a duras penas el joven logró escapar raspándose con las ramas de los arbustos que obstruían la entrada, y tuvo que encerrarse en el baño de hombres para zafar de la furia de las tres lesbianas que querían matarlo al sentirse invadidas en su privacidad. A partir de ese día, el pasillo pasó a ser propiedad de las "Salvajes" y todo el mundo en el colegio ni se aventuraba a entrar en él,  incluidas las preceptoras. 

- No- respondió Melanie. A un lugar incluso mejor...el gimnasio abandonado!!!

-Está cerrado con llave.- intervino Jessica- A menos que se la hayas robado a Edith, que es la que la tiene..

-Si te digo que tengo una copia...

-Cómo?- dijo Jessica abriendo los ojitos rasgados que quedaron casi redondos

-Parece que la cerradura del gimnasio se rompió y tuvieron que cambiarla. Y justo para eso contrataron a mi tío, que es cerrajero profesional. Habrá sido antes del comienzo de clases, porque recuerdo que me contó que iba a tener que hacer un laburo en la escuela donde yo estudiaba, que justo tenía que cambiar la cerradura de la puerta del gimnasio que no abrían nunca. Yo aproveché para preguntarle si podía hacerme una copia a mi también.

- Y aceptó? -preguntó Brenda.

-Desde ya que aceptó, si te estoy diciendo que tengo una copia de la llave!! - le respondió Melanie matándose de la risa.

- Y bueno,  entendela -acotó Jessica- Es muuuuy rubia, pobre.

- La rubia tarada, como el tema de Sumo, la banda de rock...

-Me estoy ofendiendo- dijo Brenda haciendo pucherito con la boca.

- No sos una rubia tarada, sos una rubia hermosa- le dijo Melanie- Solo que a veces preguntás boludeces. Y dicho eso le dio un pico en los labios.

La preceptora y las alumnas salvajesWhere stories live. Discover now