Salvajes y acróbatas

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Siempre que había una hora libre, las Salvajes desaparecían del aula para encerrarse en el Gimnasio Clausurado para amarse. Siempre que se enteraba que en el curso de las Salvajes algún profesor no podía dar su clase y las Salvajes tendrían hora libre, Mariel desaparecía de la preceptoría y se apostaba detrás de la puerta  del gimnasio para espiarlas por el ojo de la cerradura. Se había convertido en una obsesión para ella y le generaba un conflicto interno. Espiar alumnas a escondidas era algo que ella reprobaba, y mucho más reprobable era espiarlas mientras tenían sexo lésbico y follaban como cerdas. Tranquilizaba su conciencia diciendo que  sólo miraba, que no estaba participando de la acción pero....cómo podía sentirse tan atraída por algo así? Es que no había dentro de Mariel una Salvaje que también quería follar como cerda y estar desnuda y a los abrazos con esas tres depravadas? Apartó esa idea de su mente, y presionó con sus dedos el prendedor de San Expedito que colgaba en la solapa de su blusa como si buscara exorcisarse. Solo me aburro mucho en la preceptoría y esto para mí es una distracción, se dijo en voz baja. Nunca me acosté con ninguna mujer, ni tendría el coraje para hacerlo. Tampoco me acosté con un hombre, en realidad. Esto es un pequeño acto de rebeldía, solo eso, una travesura de una mujer que fue demasiado seria a lo largo de su vida.

Una de las cosas que impactaban a Mariel era la destreza y agilidad que tenían con sus cuerpos a la hora de tener sexo. Las diferentes posiciones en las cuales se daban placer mostraban una capacidad propias de acróbatas de circo.

En una de las primeras veces que espió escuchó a través de la puerta que Brenda le pedía a Jessica hacer un "seis nueve". Hacer un seis nueve? De que se trataría eso? Vio que Jessica se recostaba sobre una colchoneta en el suelo sin ropas boca arriba. Y Brenda se postraba también desnuda boca abajo, sobre el cuerpo de su amiga, pero en lugar de situarse cara a cara, ubicaba su cabeza frente a los genitales de la China, mientras que sus genitales se encontraban encima del rostro de Jess. De esta forma cada una estimulaba con su lengua al mismo tiempo los genitales de la otra. Jessica rodeaba con sus brazos la cintura de Brenda y alzaba su cuello para llegar a lamer su vagina, en tanto la Rubia aparte de hacerle un potente Cunnilingus introducía un para de dedos en el clítoris de su amiga, haciéndola correrse. Mientras la China y la Rubia disfrutaban de sus cuerpos, la Negra estaba sentada en el piso, desnuda, con las piernas abiertas y la espalda apoyada contra la pared que estaba justo enfrente de la puerta. Veía la performance lésbica de sus amigas y se excitaba fuertemente. Empezó a acariciar sus pechos , y después de jugar con sus pezones bajó con ambas manos por su abdomen para terminar en su vagina. Allí se coló un par de dedos mientras pasaba la punta de su lengua alrededor de sus labios. Mariel observaba el cuerpo de Melanie, los pechos oscuros y gigantes, las caderas, el pubis angelical negro y prolijamente depilado y en un momento pensó lo injusto que era que no hubiese alguien acariciando, besando o amando a esa mujer de físico escultural, que tuviera que tocarse ella misma por no haber otra persona que pudiera hacerlo en ese momento. Casi que si la puerta estuviera abierta se metería ella en el gimnasio para hacerlo....pero no!!Solo miro por aburrimiento, no me interesa participar, pensó Mariel mientras llevaba dos dedos de su mano derecha a la entrepierna y se acariciaba con suavidad su sexo.

Luego de hacer un seis nueve, Jessica le pidió a Brenda si no podían tijeretear un poco. Tijeretear? Van a ponerse a recortar algo? pensó Mariel mientras agudizaba el ojo para poder ver mejor. Vio como la China y la Rubia se sentaban una en frente de la otra, con las piernas abiertas. Luego Jessica pasó una pierna por el lado de la cadera de Brenda y otra entre las piernas de su blonda amiga. Los pubis de ambas quedaron en contacto y sus piernas entrelazadas. Una vez así empezaron a contonearse, y mientras se contoneaban las vulvas de las dos se rozaban y friccionaban . Los genitales de ambas entraron en contacto y sus clítoris se estimulaban constantemente. Ambas empezaron a gemir. Mientras China y Rubia gemían  , Melanie continuaba masturbándose con la espalda apoyada contra la pared, e iba colándose los dedos en la concha con mas rapidez y fuerza que antes, tal vez estimulada por el acto sexual de Brenda y Jessica hasta que terminó lanzado un gemido demoledor y luego un chorro de agua brotó por su vagina y mojó a sus otras dos amigas. Había "acabado".

Otro día en el cual las Salvajes tuvieron hora libre y Mariel acudió a espiarlas vio otras posturas mas interesantes. Escuchó a Jessica pedirle a Brenda hacer un columpio. Brenda se acostó boca arriba con las piernas recogidas mientras Jessica se sentó frente a ella y rodeó las piernas de Bren hasta alcanzar el roce con sus genitales. Mientras movía su pelvis hacia adelante y atras, como si se estuviera hamacando- posiblemente viniera de allí el nombre de esa postura, pensó Mariel- Jessica acariciaba los pechos de su blonda amiga. Al mismo tiempo, Melanie, como Dios la trajo al mundo pero algo mas crecida, se arrodilló con su coño justo encima de la cabeza de Brenda. Brenda alzó su cabeza, levantó el cuello, y su boca se unió a la vagina de la Negra, y su lengua empezó a lamer los labios externos y también todo el interior de la concha de Mel. Mientras tanto con sus dos manos, acariciaba las nalgas oscuras de su compañera. Paseó sus manos por esas dos esferas oscuras del color del carbón hasta que sin querer, tanteó el ano, y ahí sí queriendo, le metió un par de dedos de su mano derecha. La Negra, atacada por su amiga en dos frentes -vaginal y anal- no pudo oponer mas resistencia ni hacer otra cosa que gemir como endemoniada. Al mismo tiempo, Brenda disfrutaba del intenso placer causado por la fricción de sus genitales con los de Jessica, que se seguía hamacando con el mismo entusiasmo con el que lo hacía en su infancia, aunque el goce era por motivos diferentes.

Contemplar a estas jóvenes repetidas veces amarse sin ningún tipo de pudor empezaba a tener un efecto en Mariel. Durante su adolescencia siempre había cubierto cada centímetro de su piel con ropas. En el verano podía llegar a dejar los brazos al aire libre, pero no mucho más que eso. Sus piernas por encima de la rodilla casi nunca quedaban sin tapar, y jamás en su guardarropa encontrarías una remera con escote pronunciado, o muy ajustada al cuerpo. Sin embargo, ahora eso empezaba a cambiar. Se sorprendió usando una musculosa que dejaba  la zona situada entre el cuello y las tetas al descubierto, incluso la parte de arriba de sus pechos quedaba a la vista, lo que le valió una advertencia de la evangélica Ruth. "Nena, te estás viniendo demasiado escotada a trabajar", le dijo. De cualquier manera, Mariel no pudo dejar de vestirse en forma más audaz. Empezó a usar unos enterizos con pollera que terminaban arriba de las rodillas...bastante lejos de ellas.  Al mismo tiempo, a pesar de que casi ni usaba maquillaje, empezó a pintarse los labios, y a delinearse los ojos. Como si su lado femenino y seductor, largo tiempo adormecido por traumas, inseguridades y otras yerbas, hubiera despertado de su letargo y estuviera tratando de aflorar.


La preceptora y las alumnas salvajesWhere stories live. Discover now