Una Mariel Salvaje

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Ni bien se enteraron de la ausencia de Martinez, Brenda y Jessica supieron como iban a divertirse en esa hora ausente de tareas. En cambio, Melanie estaba algo más fría.

-Mel, vamos yendo para el gimnasio...

-No tengo ganas- desde lo ocurrido con Mariel como que estaba con remordimiento y ya no era la Melanie fogosa de antes.

-Dale Mel.

-Creo que no voy a ir a ese gimnasio nunca mas.

- Es verdad- dijo Jessica- Este viernes las clases terminan, egresamos y no volvemos nunca más al colegio ni al gimnasio.

-La última vez, amiga-- intervino Brenda- No te da como emoción?

-La verdad que no. Todo termina en esta vida. Hasta esto.

-Si no quiere ir, dejala- dijo Jessica- Vamos nosotras dos solas, a despedir este año.

La China y la Rubia se levantaron de sus pupitres y se dirigieron hacia su nido de amor. Estaban por entrar el pasillo cuando escucharon unas pisadas cercanas a ellas. Giraron sus cabezas y vieron a Melanie aproximarse, algo agitada por la carrera.

-Juntas las tres en todo momento, y no me pareció que justo ahora tuviera que faltar- dijo Mel-Nuestra última fiesta antes de terminar esta etapa de nuestras vidas. Sin demasiadas ganas pero presente igual.

-Asi nos gusta, negrita!!!- exclamó Brenda-

-Adentro ya vas a tener muchas más ganas- le dijo Jessica con una sonrisa cómplice y avanzaron las tres hacia la puerta del gimnasio.

Enorme fue la sorpresa de las tres al abrirla: Mariel estaba esperándolas dentro del gimnasio.

-Mariel... que hacés acá?- preguntó una de ellas.

La respuesta de Mariel fue desabrochar los botones de su guardapolvo y dejarlo caer al piso. Entonces  su cuerpo desnudo, su piel blanca llena de lunares y su pubis prolijamente depilado quedaron a la vista de las sorprendidas alumnas. Se había puesto tacos altos y esto resaltaba su  su figura, que dejó atónitas a las tres jóvenes que contemplaban la escena con sorpresa. 

- Qué... que estás buscando?- preguntó Melanie.

-Qué puede estar buscando una preceptora que se desnuda ante tres alumnas lesbianas en un gimnasio vacío?- le respondió Mariel con una sonrisa en los labios.

- Creí que no te había gustado lo de la otra vez...

Mariel se acercó a Melanie y besó sus labios con suavidad.

-Te equivocaste...porque me encantó- y mientras decía eso pasaba sus manos por debajo de la musculosa que la Negra tenía puesta y acariciaba su espalda.

-Querés... coger con nosotras?

-Uy Melanie...hoy estás muy lenta...siii!!! O me voy a quedar mirando a través de la cerradura?

-Mel... -intervino Jessica- Se puso en bolas delante tuyo, te besó la boca, te está manoseando... que más tiene que hacer Mariel para que entiendas que quiere sumarse a la orgía?

Ni bien Jessica dijo esto, Mariel desabrochó el cinturón del jean de Melanie, bajó la cremallera, y le bajó los vaqueros hasta los tobillos, junto con la tanga. Se puso en cuclillas con su boca frente al sexo de Melanie y metió su lengua allí.

-Entendiste ahora, Melanie, lo que busco y quiero? Enfiestarme con ustedes, ser una Salvaje más!!!!!

Mientras Mariel le hacía un cunnilingus a su amiga, Brenda y Jessica sintieron una excitación tan fuerte como nunca antes durante el año, y eso que había sido un año donde se la habían pasado follando. Pero en esta despedida, esta última vez días antes de abandonar esa escuela para siempre, la intensidad del cachondeo había alcanzado un nivel superior, a causa de la preceptora modosita que súbitamente se había transformado en una puta reventada sedienta de sexo. Empezaron a quitarse sus ropas, la una a la otra, mientras unían sus lenguas al unísono, acariciaban sus pieles, y frotaban sus pubis. Mientras tanto Mariel y Melanie, ya ambas desnudas, hacían un sesenta y nueve en el piso del gimnasio. La boca de Mariel sobre el sexo de Melanie y la vagina de Mariel sobre el rostro de la Negra, mientras se estimulaban ambas con sus lenguas. En un momento un chorro de agua salió del clítoris de Melanie, empapando a Mariel completamente. Pero la venganza llegaría poco después, cuando la eyaculación de Mariel prácticamente ahogó a Mel con sus fluidos.

Mas adelante las chicas iniciaron una acción sexual compartida entre las cuatro. Melanie sentada en el suelo, con las piernas abiertas y la espalda contra la pared, Mariel en cuatro patas, posición de perrito y lamiendo la vulva de Melanie, detrás de Mariel, y también en cuatro patas, Brenda, haciéndole un anilingus a la preceptora, y cerraba la fila india Jessica en posición de perrito dándole un beso negro a Brenda. Hicieron varias posiciones sexuales, y las tres estudiantes se sorprendieron de que la preceptora las conociera y hasta pudiera hacerlas a la par de ellas sin inconveniente alguno.

-Es que después de tantas horas espiándolas algo tenía que terminar aprendiendo- explicó  Mariel y las cuatro empezaron a reírse.

-Sos una excelente alumna- le dijo Brenda guiñándole un ojo.

- Tuve muy buenas profesoras- replicó Mariel devolviéndole el guiño.

Estuvieron una larga hora las cuatro juntas, besándose, acariciándose, frotando sus cuerpos y amándose intensamente, dando rienda suelta a su sensualidad y sus fantasías. Cerca del final de la hora libre, mientras se vestían para salir de allí, Melanie consultó a Mariel sobre el porqué de su frialdad para con ellas luego de su primer encuentro sexual, y que era lo que había cambiado para que ahora se hubiera sumado al grupo con total desenfado, al punto de ser una integrante más.

- Cambiar?- respondió Mariel- Que fue lo que cambió? Creo que fui yo. Luego de la primera vez, sentí, a pesar de haber gozado, que había hecho algo malo y me culpé mucho, sentí vergüenza y hasta que era una trola,  una mina sucia, una cualquiera, pero días después,  tuve una conversación con una mujer por la que siento un gran respeto  y  con gran sabiduría me hizo ver que coger no tenía nada de malo ni de sucio, ni dañamos a alguien con eso.

-Nosotras pensamos que no te había gustado, o hasta que te ofendiste

-Creo que me gustaba desde antes de que lo hiciéramos. Horas y horas mirando a través de la cerradura. Si Melanie no me hubiese agarrado del brazo y metido dentro del gimnasio aquella vez,  en algún momento yo habría terminado tirando la puerta abajo para ingresar.

-Bien salvaje lo tuyo, Mariel- le dijo Melanie.

-Totalmente, negrita- y dicho esto, le dió un pico en la boca. Las otras dos festejaron.

Las cuatro mujeres dejaron atrás el gimnasio al cual ya no volverían a entrar. Fue una despedida a lo grande, con todos los honores. Caminaron abrazadas el pasillo prohibido y salieron juntas al patio del establecimiento.









La preceptora y las alumnas salvajesWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu