Las Salvajes reciben sus diplomas

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El viernes fue el último día de clases. Se realizó un acto para celebrar el fin del ciclo lectivo, por una parte, y una ceremonia de graduación para hacer entrega de sus diplomas a los estudiantes del último año, que egresaban del instituto. Los alumnos podían elegir en este caso, cual docente les haría la entrega de su diploma. Generalmente elegían a un profesor bonachón, de esos que son bastante permisivos y hasta regalan nota en sus exámenes. Que sacás seis y te obsequian un punto para que llegues a siete y apruebes. Martinez era uno de esos profesores y no era sorpresa que casi todos los egresados lo hubieran seleccionado a él para la entrega de los títulos. Ruth sonreía al revisar las planillas donde figuraba que docente había sido solicitado por cada estudiante para que le otorgue el diploma.

-Hay que hacerse querer, no queda otra- le comentó a Silvina- Dejales hacer lo que quieran, regalales nota y vas a ser amado. Intentá poner orden, hacerlos esforzar, y van a detestarte.

-Hablando de ser amada u odiada- interrumpió Silvina- Te fijaste a quien eligieron las tres lesbianas para que les entreguen el papel ese?

-No, a quien?

- A Mariel!!!

-Las tres la eligieron ?

-Las tres!!!

-Se ve que se hizo querer la nuevita por esas arpías... pensar que al inicio del año era tan tímida y recatada...en los últimos días estaba viniendo a trabajar en minifalda mostrando las piernas y con el escote de la blusa bien pronunciado...

- Y no sabés lo que me contaron unas alumnas...no estoy segura de esto, yo no las vi pero...

-Hablá, no me dejes con la intriga...

-La vieron a Mariel salir junto a las tres salvajes del pasillo aquel que lleva al gimnasio , esta semana, dos o tres días atrás, ese que le dicen prohibido....

-Porque las otras lo usaban para manosearse, claro, y no querían ser molestadas...por eso estaba prohibido entrar para cualquiera que no fueran ellas.

-Bueno, por lo que me dijeron, Marielita entró...y salió con ellas. Y a lo largo del año, la vieron algunos días meterse también ahí.

-Entonces no era que se iba a caminar por el colegio, cuando desaparecía de la preceptoría.

-No, parece que se juntaba a tocarse con las amigas.

-Callate, que ahí está entrando.

Mariel hizo su aparición en el lugar. Ruth le comunicó las buenas nuevas.

-Che, te eligieron las tres asquerosas para que les entregues el título.

-Me siento muy feliz de que algunos estudiantes me hayan elegido para eso, lo tomo como una muestra de afecto- respondió Mariel.-Y no está bien que un docente trate a un alumno de asqueroso, despreciándolos cuando en realidad deberíamos apoyarlos para que puedan terminar sus estudios, tratándose también de jóvenes que estudian de noche porque durante el día deben trabajar. Es un gran esfuerzo para ellos y deberíamos estimularlos en lugar de criticarlos.

-Bueno Mari-intervino Silvina- Se rumorea que entre ustedes cuatro se apoyaron bastante unas a las otras y también se dieron muuucho afecto.

Mariel miró a su compañera con cara de poker.

-No entiendo lo que estás sugiriéndome.

-Mejor así.

-Mejor que no hables tonterías.

Y le dió la espalda a Silvina. Notó que esta amistad que había empezado a construir con esas tres estudiantes generaba rispideces hacia ella por parte de sus compañeras de trabajo, y lo que más le sorprendió fue que no le importó en lo más mínimo. Durante toda su vida había tratado de caer bien, adaptando su comportamiento y sus contestaciones para que no le tuvieran bronca, y sufrió bullying en toda su adolescencia. Iba a dar esos diplomas a esas jóvenes y hasta seguiría viéndose con ellas cuando ya no fuesen estudiantes. Y si a sus compañeras no les gustaba eso...tendrían que tolerarlo como ella soportó los salmos recitados de Ruth o que Silvina no despegara jamás la vista de su teléfono mientras le hablaba.

Y en la ceremonia de entrega de diplomas, cuando le tocó hacer entrega de los mismos a Mel, Jess y Bren, las abrazó con todas sus ganas, y hasta las hubiera besado en sus bocas, o las hubiera amado allí mismo delante del resto de los asistentes, si no fuera porque no era el momento ni el lugar. Sentía que lo que pensara el resto de las personas sobre ella y sobre sus actos no le generaba interés ni preocupación alguna, ni la influenciaba tampoco y esto era algo nuevo y revolucionario en su vida.



La preceptora y las alumnas salvajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora