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 La hermosa cotidianidad; de vez en cuando muchos nos quejamos de ella e incluso renegamos y sin embargo no hacemos nada para tratar de cambiarla y es que, sabemos que al intentarlo agregaremos actividades que nos quitaran mucho mas tiempo y con ello, podríamos descuidar las que ya cumplimos al pie de la letra. Si, la cotidianidad en ocasiones es meramente un horario muy bien establecido que respetamos para no meternos en líos innecesarios.

Si bueno, Sanji si mantenía su cotidianidad en el barco y en esa mañana, de un hermoso día soleado, tranquilo (como pocos) preparaba los desayunos favoritos de sus nakama, y sin embargo, estaba teniendo en mente especialmente uno para Zoro; su pareja en todos los aspectos.

Últimamente se sentía extraño, pensaba mas de lo ordinario en él, y no importaba que estuviese haciendo su el espadachín pasaba a su lado, dejaba sus tareas momentáneamente para poder dar un vistazo rápido a esa escultura andante. Si, en apariencia Sanji estaba completa e irrefutablemente enamorado de Zoro pero, eso no era lo extraño para él, lo que sí le resultaba así era saberse pensando todo el tiempo en él.

'— Aunque ha sido así por un largo rato, ¿Qué rayos pasa conmigo?—'pensaba sujetando su barbilla mientras hervía la sopa de verduras. Encendió su cigarrillo y luego de darle una calada, lo mantuvo en los labios por un rato, hasta que una molestia fuera de día y hora, de echo, una que en años no sentía le ataco: Las náuseas.

Sintió como su garganta se movía por voluntad mientras en su boca la saliva se juntaba, su estómago comenzó a contraerse con violencia tal, que tuvo que correr al lava platos y vomitar la enorme cantidad de baba acumulada en su boca; su cigarrillo terminó inservible flotando y deshaciéndose bajo el chorro del agua que se llevaba el jabón usado en lavar perfectamente el fregadero.

Luego de tomar aire y reponerse, continuó con sus labores. Eso definitivamente había resultado extraño no importa por donde se viera. '— Más tarde voy con Chopper. —'pensó con poca preocupación, por lo pronto terminar de preparar los desayunos de sus camaradas ya estaba echo, ahora solo restaba lo más difícil de todo el proceso: Llamarles y que entraran de modo tranquilo.

Y a como siempre, los empujones por parte de los usuales alborotadores no se hicieron esperar, a sí mismo, la entrada perezosa de Zoro al final de todos; sus bostezos resultaban contagiosos y no solo eso, últimamente se quejaba de un aroma dulce que invadía la cocina, o la sala, incluso el baño y el acuario, de echo también lo había notado en el nido del cuervo y de vez en cuando, en el consultorio de Chopper aunque, nadie mas lo notara por lo que no le daban la razón.

— Ya deberías de pedir mejor un pastel, Zoro. — se burlaba Luffy engullendo todo a su paso.

— ¡No me gustan los pasteles! Y te digo que el barco huele dulce, ¿Seguro que no hay fuga de cola, Franky? — insistía comiendo con deleite.

— Por supuesto que no, Zoro, ya les habría pedido anclar para revisar a Sunny. — respondía el carpintero.

— El marimo y sus antojos extraños. — se mofó Sanji encendiendo otro de sus cigarrillos, sin embargo luego de la primer calada, de nueva cuenta, las nauseas y el asco le ganaron terreno obligándolo a vomitar delante de todos, asustándoles por tal acción; él era quien menos se enfermaba de la mayoría de la tripulación y todo por su alimentación rigurosa.

— ¡M-maldición! — refunfuño apoyado en el enorme fregadero, agitado e intentando tomar aire.

— Sanji, — le atrajo el renito que le brindaba un pañuelo limpio. — ¿Vamos a revisarte, si? — le preguntaba dándole un vaso con agua para que se enjuagara la boca.

— Después del desayuno, ¿Te parece? — contestaba sonriendo plenamente. — Lo siento, no quise hacer de su almuerzo algo desagradable...

— ¡¿Pero que rayos dices, Sanji-Kun?! — se exaltó la pelirroja. — Estas enfermo y aún así nos atiendes con normalidad...

Candy Cotton BlueWhere stories live. Discover now