Capítulo 18

189 13 55
                                    

Despierto junto a Ivar, su mano reposa sobre mi cadera mientras la otra comienza a cortarme la respiración sobre el cuello.

Me remuevo tratando de zafarme tratado de no despertarlo o moverlo más de lo necesario. Ayer, después de su confesión volvimos a la cama juntos y a pesar de mis intentos para llevar el contacto más allá de un simple beso no logre nada, bajo el pretexto de:

«Estas ebria» «Mantén esas manos quietas» «No voy a ir a prisión».

Después de todo tenía razón, no estaba ebria del todo, pero el alcohol en mi sistema me tenia mas caliente de lo que debería.

Me muevo lo más lento posible mientras tratando de arrastrarme sobre la sabana hacia abajo, lenta y delicadamente. Cuando creo que he logrado apartarme lo suficiente como para poder ponerme de pie Ivar afianza su agarre sobre mi cadera, pero ahora con ambas manos.

—Es temprano —jadea cerca de mi oído.

—Ni siquiera sabes qué hora es —digo con la cabeza sobre la almohada—. Necesito llamar a Nora y no tengo mi teléfono.

Gruñe sin soltarme. Entierra su cabeza en mi nuca y me pega más contra él. Abro los ojos como platos cuando siento el enorme bulto entre sus piernas.

Ay, Dios mío.

Me remuevo incomoda tratando de apartarme.

—Deja de moverte así —dice con voz gruesa—. Solo lo empeoras.

Mis mejillas se sienten calientes y mi abdomen se contrae solo al imaginarlo. Al imaginarnos. Supongo que el valor y la seguridad que sentí la noche anterior solo eran estragos del alcohol.

—¿Ya no eres tan valiente? —susurra con la cabeza apoyada en mi nuca, sus manos comienzan a jugar con el dobladillo de mi suéter, sus dedos dibujan pequeños cirulos sobre la piel desnuda de mi abdomen. No lo detengo esperanzada a que su tacto suba un poco más.

—¿Aún sobria quieres que te folle? —inquiere con voz adormilada. 

La calidez de su lengua hace contacto con la piel expuesta de mi cuello y me estremezco ante el contacto. Está jugando con la poca resistencia que tengo y admito que estoy disfrutando el juego más de lo que imaginé.

Su mano comienza a infiltrarse debajo de la tela de mis jeans, moviendo ligeramente sus dedos. Suspiro cuando logra hacer contacto con el borde de mis bragas.

—¿Quieres que te toque? —jadea con voz gruesa.

Asiento con los ojos cerrados.

—Necesito escucharte. —gruñe contra mi cuello.

Suelto un gritito cuando me acomoda más cerca de su pelvis, puedo sentir perfectamente lo duro que esta cuando sus dedos surcan directamente sobre mi pelvis.

—Si —jadeo mordiéndome el labio inferior.

—¿Si, ¿qué? —insiste.

—Sí quiero —admito con la voz jadeante—. Sí quiero. Quiero que me toques.

Sonríe sobre la piel de mi cuello, siento sus dientes morderme delicadamente y apartarse de momento.

—¿Qué...?

Trato de articular una oración coherente, tratando de ocultar lo decepcionante de mí tono. No quiero sonar como desesperada, aunque en realidad es tarde para tratar de ocultarlo.

—Mi teléfono está en mi chamarra —informa.

Se arresta fuera de la cama, me incorporo de momento para mirarlo perpleja mientras se sienta en el borde y levanta los brazos para estirarlos.

IT'S MEWhere stories live. Discover now