capitulo 23

13.7K 1.6K 776
                                    

Pov. Narrador
Las vistas ayudaban un poco a apaciguar su herido corazón y una vez más esa semana se dirigía como todos los días desde que le dieron el alta a visitar a esa única persona por la que moriría más de un millón de vez, pero no se suponía que fuera al revés, él debió haberla cuidado, solo la dejo ir y cada que la veía se sentía cada vez más lejana.

El movimiento del metro llegaba a ser relajante y se podía ver a través de las ventanas de este mismo como el ocaso comenzaba dejando ver como la ciudad se iluminaba por si sola. Y a quien iba a engañar si esas pequeñas sonrisas que le regalaba a la nada se ocasionaban al tener esos pequeños deseos y donde se veía junto a ella en una caminata pacifica o simplemente mirarla desde lejos, todo era mejor que verla tendida en una cama siendo alimentada por un tubo.

Y hoy no era diferente a los anteriores, lo sabía perfectamente al entrar a ese hospital tan grande e intimidante. Las miradas recorrían su cuerpo entero pues los empleados ya le conocían ¿Cómo no reconocer a un chico que ha ido día tras día solo para ver como una chica duerme?

Una vez se encontraba en esa fría silla, única acompañante de su cuerpo inmóvil comenzaba a citar las palabras que Tamaki creía nunca poder decir otra vez y las escribía, todas, cada una de las oraciones pronunciadas con su voz era previamente mascadas en un papel que solamente dejaría que esa chica, de pestañas largas y mirada perdida leyera pero ¿Cómo lo haría si no despertaba? Palabras que para el quedarían grabadas en su memoria y en esos papeles que serían guardados en el fin del mundo.

Nunca le gusto irse, nunca le gusto dejarla otra vez. Quería recordar esos momentos en donde le había sonreído solo a él, donde ese azabache era el único espectador de esa tímida risa pero no llegaban lo único que bailaba por su mente era ese momento en el que la dejaba, sola, abandonada e indefensa. 

Su camino a ese lugar que lo acogía con los brazos abiertos comenzaba sintiendo el frio de esa noche, como sus dedos se sentían cada vez más entumecidos y sus rodillas comenzaban a sacarle boleto por tantas noches fuera de casa pero ya estaba a punto de llegar a esas telas que lo acurrucaban ayudándolo a llegar a ese sueño tan esperado y lento. Dormir era la tortura más hermosa que tenía porque en esos segundos antes de soñar le trasmitían paz.

Que mala costumbre había agarrado, ya ni se despedía de sus amigos a la salida de clases, solo quería pasar el mayor tiempo posible con esa chica que acaloraba sus mejillas. Ese día solo serían unos minutos, esa lluvia no le ayudaba en nada al transporte, al menos consiguió un asiento en donde veía la pureza de las gotas chocar contra ese vidrio opaco hasta que el sonido, uno conocido interrumpió sus pensamientos.

"Tamaki algo le paso... creí que querrías saberlo"

Poco seria decir el cómo dejo sus pulmones en esa corrida de desesperación y el cómo su vista se distorsionaba gracias a las gotas que golpeaban contra su rostro, pero nada le detuvo. Había despertado y el estaría para ella, jamás le volvería dejar.

No pudo pasar a verla, pero se le informo que había despertado por la mañana de ese mismo día, lamentablemente no le podría ver muy pronto llegar a despertar después de tal herida y tanto tiempo dormida llevaría días de exámenes físicos pero eso no le importo pues ella... su conejita estaba despierta y no iba a quedarse como un completo cobarde, no está vez. Se confesaría, que más podría perder si casi le pierde. 

Ansiaba volver a ver esos ojitos tan lindos y brillantes, pero ¿ellos querrían verlo? Ay esos pensamientos le llenaban la mente de nervios, nunca había tardado tanto en escribirle algo y por fin esa última carta llegaría a ella. Una donde todos sus sentimientos fueron pintados esperando un rechazo, nada le quitaba ese pequeño resentimiento consigo mismo ya que fue por ese pequeño gran chico tembloroso que haba terminado en tal estado. Si tan solo hubiera sido más fuerte.

Se sentía tan valiente y la adrenalina podía verse a kilómetros de distancia, si tan solo no se hubieran derrumbado al llegar tras esa puerta en donde su linda conejita se encontraba. Pero ya había pasado mucho y con esos pensamientos de decirlo todo y a la vez decir nada tomo la perilla de la puerta y la abrió lentamente.

Oh se podía ver como cada lagrima ardía en sus mejillas al verla dormida pero no como las otras veces, esta vez se notaba cómoda y contenta. Tenía una pequeña sonrisa provocada por cualquier cosa que estuviera pasando en sus sueños, que mal que no se atrevió a despertarla solo le dejo esa carta junto con las anteriores y no volvió... no podía a pesar de estar listo para decirle lo que sentía supo que no estaba preparado para ser rechazado. 

______

Hoy rompo mi silencio para decirte todo lo que no pude decirte desde un principio... te amo

Eres lo más hermoso que pudo haber cruzado mi vida y verte en la academia por los pasillos era una de las razones que tenía para ir a ella y cuando me contéstate estas tontas cartas. Nadie se imaginaria lo feliz que me encontraba.

Asique si te amo, me gustas y no quiero dejar de decirlo, me gustas.

Se siente liberador decirte todo esto, saber que eres capaz de leer esta carta junto con todas las anteriores que te eh ido leyendo todos estos días.

No te mentiré, cada día pensé que te podía perder y como me dolía irme de esa habitación, sin poder cuidarte.

Saber que esta persona tan patética se enamoró de ti solo por curar una de sus rodillas al comenzar las clases, saber que soy ese chico torpe que no pudo musitar palabra a lo linda que podías llegar a ser.

Saber que este tonto chico que podía caer desmayado a tus pies soy yo.

Saber que ambos tenemos ese mismo gusto por la bebida de limón.

Saber que soy ese temeroso chico al que tuviste que acompañar a una tonta convención.

Saber el cómo ame y atesore cada momento a tu lado.

Saber quién soy, me asusta que lo sepas, pero al menos sabes que te amo.

- Tu tímido Tamaki Amajiki.

______

Esa fue la última carta que leyó esa noche.

Los días pasaban y Tamaki solo salía de los dormitorios para ir a la academia, nada más, iba y volvía. No saludaba ni se despedía, todo era monótono, pero a la vez se sentía más tranquilo, todo se sentía más liviano como si un peso se hubiera ido de su espalda, pero eso no quita lo triste que se encontraba.

Hoy era el día, lo sabía perfectamente. No salió para emprender camino a sus clases pues hoy ella regresaría y no estaba listo para afrontar todo lo que había escrito, todo lo que había pasado este último tiempo.

Otra vez entre sus mantas como un niño pequeño cada que una tormenta se hacía presente, estremeciéndose al sentir el rose de unos dedos por su espalda- Mirio... largo, que solo es fiebre- oh esa risa le erizó el cuerpo- me hubieras dicho y te traía algo Tamaki...- la vio, estaba allí, frente a él con esos ojos y esa sonrisa que le derretía le miraban con una dulzura jamás esperada, con un cariño que él creía inexistente.

- ¿Cómo está mi tímido Tamaki?- se enderezo sentándose en ese suave colchón sin entender por qué le llamaba de esa forma- ¿t-tu... que...?- y observo como del bolso de esa niña tan bonita salían esas cartas que con tanto amor había escrito, mirando como ella buscaba entre una de ellas la más importante para ambos- aquí... dijiste que eras mi tímido Tamaki Amajiki...

No dijo nada, no podía pues se sentía tan avergonzado en ese momento, jamás había visto este momento tan cercano. Lo sentía, sentía ese suave rose de labios en cada una de sus lágrimas escuchando lo feliz que estaba su linda conejita, le amaba tanto como el a ella.

- ¿puedo... puedo ser tu novio?

- toda la vida por favor...

¿Que tan mala eres? [Tamaki x tu]Where stories live. Discover now