≈FRANKENSTEIN BOBO≈ [Rubiusplay]

≈ZERO≈

Volvió a suspirar, estaba agotado, sentía su cuerpo pesado, por poco no podía mantener los brazos en alto, el sudor recorría su frente, sus ojos se cerraban con pesadez, y un pequeño bostezo se hizo presente, causando que el bisturí cortara una vena del brazo del cuerpo frente a él. Rápidamente el castaño cogió un trapo manchado de sangre ya seca a su lado, intentando detener el desangrado producto de su cansancio.
Haber dormido quince minutos no ayudaba mucho pues puso más presión de la que debería haber puesto y las costuras de la muñeca del mismo brazo se soltaron.

— Pronto, Rubius... Pronto estarás vivo — dijo Raúl mientras contemplaba el cuerpo desnudo que había creado él mismo mientras se limpiaba la sangre que le había salpicado en la cara con su mano derecha.

El castaño cogió una silla de madera de roble que tenía en su laboratorio para seguidamente colocarla frente su creación y sentarse en esta. Observó detenidamente en cuerpo, este estaba colocado de forma que quedara de pie en una plataforma de hierro, teniendo mayor facilidad para que cuando diera el paso al día siguiente, la sangre pudiera correr con normalidad y mayor facilidad.
El cuerpo frente a él poseía cabellos de un rubio cenizo, sus ojos, a pesar de encontrarse cerrados en ese momento, eran avellana, sus labios rosados y finos, cuerpo delgado y muy alto pues no puedo medir bien la altura mientras realizaba la creación de los tejidos, las piernas, por algún motivo le habían quedado demasiado delgadas a simple vista y, finalmente, la pureza e inocencia que transmitía su rostro dormido.

Raúl no pudo, se negó a quedarse parado cuando solamente le quedaba una cosa por hacer. Ya le importaba poco la falta de sueño, le importaba poco que fueran las tres y media de la mañana y que pudiera despertar a su vecino Borja o a sus propios animales por los ruidos, decidió terminar lo que empezó hacía ya un año y medio.

Rápidamente hizo a un lado la silla, se colocó sus gafas de protección por si le salpicaba algo, se tomó una taza de café para mantenerse despierto y, con sumo cuidado, cogió el corazón que tardó tres meses y dos semanas en construir.
Comenzó a unir con sumo cuidado nervios, venas, músculos y demás cosas para finalizar cosido el pecho del cuerpo y separarse, esperando alguna reacción, esperando escuchar el latido del corazón que tanto le costó construir.
No hubo respuesta, el laboratorio siguió en completo silencio.

Resignado, lanzó las gafas de protección a algún lado del lugar, se sentó en la silla de roble, cruzó sus brazos acompañándolos con un ceño fruncido y lentamente quedó dormido, sin percatarse de que al cabo de unos minutos su corazón no era el único que palpitaba en esa habitación.