≈FRANKENSTEIN BOBO≈ [Rubiusplay]

≈SIETE≈

— Meeeeeeeww — gritó la gata mientras su espalda se ponía curva y se le erizaba la cola desde la habitación del rubio.

Rápidamente el castaño corrió hacia el lugar, pegándose dos veces el pie contra una silla y esquina del pasillo. Cuando llegó al lugar, observó el desastre frente a él: toda la ropa esparcida por el suelo, cajones fuera de los muebles, la lámpara de noche rota y a un rubio temblando con su peluche de oso sin una oreja y sin un brazo entre sus manos y con lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

— ¡¿Que has hecho Rubius?! — exclamó enfurecido el de ojos marrones.

— N.n.no he sido y.y.yo... — tartamudeo mientras se encogía en su lugar.

— ¡¿Como que no has sido tú?! ¿¡Me estás diciendo que te lo has encontrado así!? — preguntó incrédulo.

— S.s.si... — respondió en un hilo de voz el rubio.

— ¿Sabes que? — dijo luego de tomar aire — Esta es mi última advertencia. La próxima, tendra consecuencias — advirtió para después marcharse y dejar solo al más alto allí presente.

Rubén no levantó la mirada en ningún momento, solo se quedó quieto escuchando como tanto su compañero como su gata se iban al salón y como el castaño encendía la televisión para intentar relajarse.
Rubén miraba a su osito, el objetivo más valioso que tenía, destrozado. Ese osito se lo ganó el castaño en un puesto de feria hacía tres meses. El castaño tuvo que gastar mucho dinero por él, para conseguirle ese osito. Y ahora su muestra de amor y amistad estaba destrozado.
Cuando lo encontró encima de su cama quiso gritar, pero no quería molestar al castaño siendo consciente de que se enfadaría. Cuando entró Raspberry y esta sí gritó, supo que acabaría mal.
El rubio levantó la mirada, observando el escenario. Ahora le tocaba recoger si no quería un sermón o otro enfado de parte de su compañero.

El rubio observó la esfera ahora de barro entre sus manos, la primavera había llegado y la nieve desaparecido. Estaba tentado a lanzarla hacia el vecino, pero no quería más revuelo, así que la lanzó al suelo, aplastando en el acto unas pequeñas flores amarillas.
Se agachó frente un charco de barro, y como si de arena de playa se tratase, comenzó a hacer un intento de esculturas.
Estaba muy centrado en su tarea de que las patas de su gata de barro pudieran sujetar el torso de esta sin derribar todo su trabajo cuando una bola de barro impactó en la escultura, destrozándola.

El rubio, indignado y cabreado se levantó con la dificultad de que se le habían dormido las piernas, se giró y otra esfera de barro que venía desde la casa del de ropas oscuras impactó contra su rostro.

— ¡BORJA HIJO DE PUTA!

— ¡Rubén Doblas Gundersen! ¡Se acabó!

El rubio tragó en seco para después ser arrastrado por el castaño hasta el interior de la casa.

— ¡Se acabó, se finí, no te queda ninguna oportunidad más!

— ¿Ninguna? — preguntó con temor.

— Ninguna, zero, nothing — dijo firme mientras hacía movimientos con las manos — Te vas de casa.

— ¿Que?

— ¿No me has oído? Te he creado unos oído potentes. Te-vas-de-ca-sa.

— ¿E.es una broma ve.verdad? Auron...

— ¿Tengo cara de estar bromeando? ¿Te crees que nunca te he visto lanzar bolas de nieve? ¿Te crees que nunca te he visto discutir con Luzu a mis espaldas? No puedo más contigo. Viendo tu comportamiento solo me hace pensar que he malgastado años de vida para construirte, porque sí, eres un objeto hecho por mí, eres algo que tengo derecho a tirar a la basura.