Capitulo IV: Fisk Haurg (II/II)

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II

Aren

Fiskr Haugr resultó ser más una ciudad pequeña que una aldea.

No era mi primera vez en Doromir, pero nunca había estado en esta parte del reino. Cuando lo atravesé para llegar a Northsevia seguí la ruta del oeste pasando por Noor, la capital, donde me entrevisté con el príncipe Kalevi. La mayoría de pueblos y ciudades que me crucé en el camino eran prósperos, con un comercio vivo dependiente de los productos que sus habitantes obtenían del Dorm y de la venta de pieles de animales de las montañas.

Sin embargo, podía adivinarse otro tipo de comercio también: el de criaturas mágicas.

Doromir era conocido porque allí se podía acceder a cualquier producto o criatura, viva o muerta, que se imaginara. Hasta hace muy poco en el reino, no existían leyes que regularan el comercio de seres mágicos y mucho menos que lo prohibieran. Algo contradictorio porque la práctica de morkenes, así como el tráfico de criaturas mágicas sí estaba prohibido y era condenado con la muerte en el resto de Olhoinnalia. La laxitud en las leyes de Doromir hacían de esta región todo un paraíso para traficantes y comerciantes del continente y un dolor de cabeza para la Liga de Sorceres de Heirr. Hasta que el príncipe Kalevi fue nombrado heredero y las cosas cambiaron en el reino.

El joven noble promulgó toda una serie de estatutos que prohibían el comercio, tanto de esclavos humanos como de criaturas mágicas, sin embargo, todo el mundo sabía que las tradiciones y costumbres arraigadas en un pueblo, no se cambian de la noche a la mañana.

Atravesando las callejuelas de la ciudad, mientras nos alejábamos cada vez más de los muelles para llegar al centro donde Gerald me dijo que se encontraba la posada de Ormr, intentábamos evitar cruzarnos con guardias del reino, así como también con todo aquel que pareciera sospechoso y pudiera ser un traficante.

El problema era que para mí todo mundo era sospechoso. Sentía que desde las ventanas de las casas nos observaban. Cuando giraba para ver si mi suposición era cierta, las hojas de madera se cerraban discretamente.

Keysa y Ariana caminaban bajo el sol del medio día con las capas cubriendo sus cabezas y dejando parcialmente ocultos los rostros, lo cual a mi parecer llamaba más la atención, pues era obvio que trataban de esconderse.

Caminábamos sin necesidad de pedir indicaciones, Ariana nos guiaba y parecía conocer bastante bien la ciudad pues doblaba y cruzaba calles, evitando aglomeraciones de personas sin perder en ningún momento la dirección de a donde nos dirigíamos.

—Por aquí, lars —dijo ella cruzando a la derecha, introduciéndonos a través de un callejón en una calle amplia—, debemos evitar el mercado.

Pero cuando salimos a la calle, nos topamos de frente con una patrulla del reino.

Ariana al verlos hizo el amago de devolverse, pero ya era muy tarde.

—¡Eh, vosotros! —nos dijo uno de los guardias en doromirés— ¡Deteneos!

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now