Capitulo V: La posada Ormr (III/V)

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III

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III

Aren

Golpes secos a mi puerta me despertaron. Soñoliento miré a mi alrededor, todo era oscuridad, aún no amanecía

—Un momento.

Al abrir la puerta la sorpresa me invadió cuando vi frente a mí a Keysa en camisón. Sus ojos dorados parpadearon ansiosos.

—¿Qué sucede? —le pregunté entrecerrando la puerta para que no viera que me hallaba solo con el pantalón interior puesto.

—¡Ariana, no está! ¡Desperté y no está! ¡Es muy tarde ya!

Suspiré cansado. Antes de retirarme yo mismo la llevé a su habitación.

—Nos acostamos las dos, pensé que dormiría, pero me acabo de despertar y ella no está. ¡Lars, tienes que buscarla, Doromir no es un lugar seguro para ella!

Yo asentí.

—Está bien, la traeré de regreso. Quédate en tu habitación.

Cerré la puerta e hice aparecer una luminaria de Lys azulada que, suspendida sobre mi cabeza, alumbró la pieza. Me vestí de prisa. De seguro, luego de la triste conversación que antes tuvimos, ella regresó abajo a terminar de emborracharse. Me maldije por ser tan ingenuo y creer que se iría a dormir así, sin más.

A medida que avanzaba hacia las escaleras me daba cuenta que abajo continuaba muy animado, mucho más que cuando subimos a dormir. El que la noche estuviera avanzada no era problema. La taberna estaba repleta de personas, casi todos hombres, la mayoría pasados de tragos.

Apoyado en el barandal arriba, miré hacia abajo buscándola. Grupos en todos lados gritaban, reían o discutían, pero la delgada figura de la sorcerina no aparecía por ningún lado.

—Señorita —dije a la moza guapa una vez que llegué abajo. Ella se volteó, en sus manos los vasos y jarras que llevaba en la bandeja temblaron. Una media sonrisa, algo pícara, apareció en su rostro.

—Decidme, lars. —Su voz tenía un tono aterciopelado y seductor—. Deseáis algún servicio especial.

Parpadeé un par de veces confundido. Al entender lo que me sugería me ruboricé.

—Eh...quería preguntaros si habéis visto a la mujer que me acompañó durante la cena.

Hizo un mohín de decepción, los vasos volvieron a moverse en peligrosas acrobacias.

—¿La enmascarada?

Yo asentí.

—Estuvo jugando a los dados con esos tipos —dijo ella señalando con su boca un grupo de hombres que se reían y lanzaban dados —. No sé qué pasó, tal vez perdió, aunque lo más probable es que haya ganado porque le dieron una zurra... —La mujer dejó salir una risilla burlona—. Después no sé qué se hizo. Cuando el alboroto terminó dejé de prestar atención.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now