Capitulo IX: Infamia (III/IV)

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II

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II

Soriana

No podía creer lo que sucedía. Había llevado a Keysa a una trampa mortal, lo que tanto temí todos esos años se hacía realidad y gracias a mi estupidez. Ella no estaba porque, de nuevo, traficantes la secuestraron.

Al escoger cruzar por allí, ni por un minuto consideré la idea de que el paso de Geirgs pudiera ser una fachada para los traficantes, como en realidad era. Pensé, tan inocentemente, que se trataba de un sitio donde las leyendas prosperaban a causa de la fatalidad de un accidente y que, por eso mismo, estaría despejado y sería más fácil evadir a nuestros perseguidores. Al igual que Aren, yo estaba convencida de que allí solo había ocurrido una tragedia producto de un accidente y de haber estado habitado por fantasmas, aquello no habría supuesto mayor dificultad, no significarían ningún problema para dos sorceres augsverianos.

Pero no era así y la realidad me superaba.

—Tenemos que hallar a Keysa —apremié a Aren separándome de su abrazo.

Él me miró consternado y asintió. Ambos nos levantamos. El camino que teníamos por delante no era muy extenso, no había edificaciones a la vista donde Keysa pudiera estar, eso me angustiaba más. ¿Y si ya no se hallaba allí? ¿Y si, como parte de uno de los encantamientos oscuros, desapareció junto a sus captores? Me conminé a tranquilizarme, si la angustia me ganaba no podría pensar con claridad

Saqué de uno de los bolsillos interiores de mi atuendo de soldado, una de las plumas negras. Confiaba en que mi hechizo ayudaría.

Finna —susurré. Soplé la pluma imprimiéndole mi energía, oscura esta vez. De inmediato se elevó encima de nosotros—. Es una variante del Haukr de sombra —le expliqué a Aren que me miraba interrogativo mientras avanzábamos siguiendo la pluma—. Siempre he tenido miedo de que algún traficante de criaturas mágicas se lleve a Keysa, así que hace algún tiempo ideé este hechizo para poder rastrearla si eso pasaba. Las plumas tienen su sangre, por tanto, la localizaran donde quiera que ella esté.

—Es magia oscura, Soriana —me dijo él con reproche.

—Así es. En este momento no me importa usar todo lo que sé, todo lo que tengo a mano para encontrarla.

—Pero...

—Vamos, no hay tiempo para reclamos —lo interrumpí sin permitirle darme un discurso de ética.

Mi amigo asintió a regañadientes y ambos caminamos rápidamente en pos de la pluma.

Anochecía y era difícil avanzar sin tropezar con el suelo cubierto de rocas y salientes. Aren creó una gran luminaria que flotaba delante de nosotros, permitiéndonos ver por donde íbamos.

No podía dejar de pensar en el fantasma de esa hada en aquella sala asquerosa, en cómo había muerto y lo que sufrió antes de que eso sucediera. A mi mente regresaba una y otra vez la imagen de los pequeños cuerpecitos de los dorongeim y los oscorgs en la jaula. Me mordí el labio con fuerza en un intento por apartar esas imágenes y dejar de relacionarlas con Keysa.

Augsvert I: El retorno de la hechicera (COMPLETA)Where stories live. Discover now