•Capítulo final P.2•

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Odiarse no era una opción, se negaba a hacerlo. Odiarlo a él le era imposible, aunque quisiera no lograba hacerlo. Su enojo fluctuaba en distintas direcciones, odiaba todo y a la vez nada, simplemente era un sentimiento que no tenía una razón de ser, una ira que había llevado consigo, reprimida, escondiéndose dentro de sí.

Y ya no era por Rubén, por el daño hecho que analizándolo ahora sólo había sido una tontería, algo infantil que la falta de comunicación había agravado. No era por él, por el auto desprecio que se había tenido hasta ahora. Era simplemente enojo, o más bien frustración, frustración al detenerse a ver todo lo que había vivido y no haber encontrado ni un sólo momento significativo, nada por lo que él dijese: "Esta es mi razón de ser".

Su vida se resumía a querer complacer al otro, a querer guardar las apariencias, a ser el prototipo de persona "normal" que la sociedad quiso que fuera. Pero ahora se preguntaba, ¿Qué es siquiera ser normal? Y se daba cuenta que ninguna definición calzaba con esa palabra y que la normalidad era simplemente relativa. Y entonces una vez más dándose cuenta que todos los años vividos hasta ahora sólo habían sido un desperdicio y que su normalidad nunca sería igual al de las otras personas... simplemente no debía tratar de encajarla.

Y ahora se sentía una persona renovada, plena y más segura de sí, sin necesidad de la aprobación contraria porque estaba seguro que la único aprobación que necesitaba era la de sí mismo. Esos meses de reflexión en la soledad –Y de la mano de un terapeuta– lo había llevado hasta esa conclusión y no podía estar más feliz con ello.

Pero entonces, ¿Cómo es que Rubén podía llegar en un segundo y acabar con toda la plenitud y calma... con toda su normalidad? ¿Cómo es que podía volverlo en un manojo de contradicciones con sólo una simple mirada? No lo sabia, no tenía ni idea de cuan influenciable podía ser consigo su mera presencia.  Y lo odiaba... y sabía que ello no podía ser sano de ninguna manera.

Por eso se decidió a dejar de pensar, de sentir, de apagar su mente y sus sentimientos para que Rubén, para que sus palabras de perdón, para que su abrazo, para que su calor, para que todo lo relacionado a él se fuese de su mente, para dejar de hacerse daño con su recuerdo.

Y por eso, cuando esa noche bajo el cielo nocturno y el ruido de la lluvia mezclado con las voces animada de los presentes, Raúl sólo pudo emborracharse, dejando que sus sentimientos se resbalasen como el alcohol por su garganta, dejando ambos una sensación de ardor en su camino.

Y podía sentir su mirada preocupada clavada en su persona, notaba el debate que internamente llevaba, tal vez luchando consigo mismo para no ir y arrastrarle lejos para seguir con su plática inconclusa o, tal vez, simplemente arrebatarle la copa que llevaba en mano y ahorrarle la vergüenza de emborracharse en aquel lugar. Pero no hizo ninguna y finalmente Raúl sólo pudo ahogarse en alcohol, dopando sus sentidos, logrando apagar toda amargura que sintió hasta ese momento.

Y ese enojo y esa frustración desapareció por primera vez en mucho tiempo. 

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Al día siguiente su mente era un caos de lagunas y memorias difusas, un cumulo de incógnitas y síntomas de resaca. Y la de un sol iluminando el día por primera vez se le hizo hasta agradable aunque viniese acompañado de un frío que se calaba hasta en sus huesos. 

Sabía que aún era temprano para pararse de la cama, pero era hacerlo ahora o no hacerlo nunca y la verdad no le apetecía faltar a la ceremonia de su colega, al fin y al cabo había esperado todos esos meses por ella. 

Cuando bajó las escaleras, con el escabroso clima colándose entre sus ligeras prendas, divisó al dueño de la casa sentado en la isla bebiendo un café junto a un invitado, cuando su visión se aclaró pudo ver que éste se trataba de Alexby.

𝒁𝑶𝑹𝑹𝑨 •Rubiusplay•🥀Where stories live. Discover now