𝒁𝑶𝑹𝑹𝑨 •Rubiusplay•🥀

•Capítulo VIII•

•🥀•

Se tiró sobre la cama más agotado que en la mañana, ahora no sólo albergaba cansancio físico, sino también mental. Se sentía extremadamente confundido y a la vez molesto porque, una vez más, Rubén había hecho lo que quería con él. Siempre tomándolo y tirándolo de vuelta, como si se tratase de un simple objeto con el cual jugar a su gusto.

Perxitaa le despojó de cada uno de sus zapatos, procurando de que ninguno de éstos llegara a ensuciar el inmaculado cubre camas.

—Rubius estuvo muy... raro ¿No?— Señaló el menor mientras acomodaba el abrigo de Raúl al igual que los tenis que recién le había quitado.

El chico no sólo había sido bastante grosero con Perxas sin ningún sentido, sino que también se había ido del lugar sin pronunciar una sola palabra más o siquiera disculparse con Perxitaa el cual no tenía culpa alguna por lo que sea que que Rubén se había enojado. Aún no entendía que había hecho mal como para que el noruego le hubiese dejado de hablar por casi un mes, sin embargo, en ese momento era lo de menos. Ahora sus pensamientos estaban enfocados en aquella sensación que invadió a su cuerpo cuando sus miradas se encontraron. ¿Qué era eso? ¿Que era aquel intenso calor que envolvía su corazón? Estaba confundido, tal vez, todas esas noches de pláticas sucias lo había hecho más conciente del chico, tal vez, todo eso se pasaría una vez cogiera con Rubén.

Eso esperaba.

—Supongo...— Contestó apenas, mientras cubría sus ojos de la luz amarillenta de las lámparas— Aún no entiendo porqué discutíais.

El rubio se encogió de hombros.

—Ni yo... el tío simplemente se atravesó y comenzó a hablar todo borde.

Auron simplemente asintió, aún bastante confundido por la extraña actitud del Rubius.

—Iré a dar una vuelta por el lugar— Informó el de Valencia— No olvides preguntarle a tu representante por tu número de habitación.

Alzó el pulgar en afirmativa. Perxas negó cansado y finalmente partió de allí, dejando al castaño solo, con el sueño poseyendo su sistema.

•🥀•

Alexby, como siempre, se encontraba oyendo los problemas de su amigo, sin quejarse, sin poder decir que le chupaba un huevo todo lo que le estaba diciendo. Pero qué hacer, él era el más sabio, el más experimentado, el mejor de toda aquella pandilla de amigos. Si nadie lo alababa, al menos estaba él mismo para hacerlo.

—¿Por lo menos me estás prestando atención?— Cuestionó el peliteñido al otro lado de la pantalla.

El más bajo asintió, tomando una lata de cerveza y bebiendo un poco de ella.  No era muy fan de las bebidas alcohólicas, pero si de como se ponía con éstas.