•Capítulo IX•

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Sus ojos se abrieron lentamente, acostumbrándose a la luz de un sol mañanero que se colaba a través de las persianas. Fueron largos los minutos hasta que por fin pudo centrar su vista en lo que estaba frente a él. Se encontró a sí mismo desnudo bajo las mantas de aquella cama desconocida, observó a su alrededor extrañado de su estado, ignorando tanto el dolor punzante en su cabeza como la razón tras la misma. Notó que se hallaba en una habitación de hotel la cual ya le era conocida, en apariencia se parecía tanto al cuarto en que se estaba quedando él como en el que se hospedaba su amigo Perxas, pero en ese momento no podía diferenciar en cual de todas se encontraba.

Se levantó de la cama, sintiendo como el malestar físico sólo incrementaba. No sólo era la jaqueca, el mareo y las intensas ganas de vomitar, sino también un dolor que le recorría de pies a cabeza, como si le hubiesen acabado de propinar una paliza. Sus articulaciones dolían y sus músculos parecían entumecidos como si hubiese dormido en una mala posición, en resumen, se encontraba para la mierda.

A pasos lentos se encaminó hasta el minibar, buscando en él algo para beber y, tal vez así, apaciguar el dolor palpitante en sus sienes. Tomó una botella de agua y rápidamente comenzó a beber de ella, limpiando el sabor amargo que degustaba su boca. Observó distraídamente sus alrededores, encontrándose con algunas prendas varoniles y otros objetos que claramente no eran suyos, definitivamente ese no era su cuarto.

Entre aquella nueva información más el estado en el que se encontraba, atinó por el más malo de los escenarios y en éste se veía a Raúl siendo expuesto... tal vez su secreto había salido por fin a la luz y, lo peor, es que no tenía ni idea a quien se lo había mostrado.

—Vamos, Raúl, piensa... ¿Qué coño hiciste anoche?— Se cuestionó a sí mismo, tratando de que algún flashback le revelara la verdad que tanto buscaba saber.

Observó sus prendas a los lejos, tiradas en el suelo a un lado de la cama. Rápidamente las tomó, recibiendo el olor a alcohol impregnado en éstas. Rebuscó en los bolsillos de sus vaqueros hasta hallar su querido amigo el móvil. Rápidamente lo tomó, agradeciendo con que éste contara aún con algo de batería. Pudo ver la barra de notificaciones infestada por las mismas, habían tanto mensajes como llamadas perdidas, decidió simplemente pasar de ellas e ir directo al grano. Ingresó en galería, buscando si había alguna foto como evidencia de lo sucedido anoche, sintió un soplo de tranquilidad al encontrar algunas cuantas de él con colegas o conocidos, según las horas, éstas eran antes de la media noche, lo cual le indicaba que para ese entonces ya se encontraba más que bebido, eso fijándose en que no recordaba haberse tomado ninguna. La última foto tomada había sido pasada las doce y en esta se veía a sí mismo junto a Maximus, sólo que éstos no se encontraban en el lugar que se suponía que sería la fiesta sino en otro sitio el cual no reconocía.

Salió rápidamente de la aplicación para dirigirse a la misma velocidad a los mensajes. Entre todos los cientos de chats, los cuales revisaría y contestaría después, divisó el nombre de su colega de cabello largo. Ingresó en la conversación, la cual sólo tenía dos mensajes nuevos.

¿Ya llegaste?— Leyó en su pantalla, al parecer aquel mensaje había sido poco después de la fotografía tomada, eso basándose en las horas que indicaban en las mismas— Disfruta, compa ;).

Su entrecejo se frunció en sobremanera, estando aún más confundido que anterioridad.

Entonces un nuevo mensaje llegó. Sus ojos se abrieron al ver de quien se trataba.

Veo que ya despertaste... ya sabes lo que viene ahora ¿No?— Cuestionó la persona tras aquella conversación.

El castaño rápidamente se dispuso a contestar.

𝒁𝑶𝑹𝑹𝑨 •Rubiusplay•🥀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora