CAPÍTULO I - Perdonar(nos)

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ARMANDOPOV:
Las segundas oportunidades siempre son ilusorias. Son la venganza de la mente en una traición dolorosa. Su sonrisa siempre se presentaba a mí en sueños, en imágenes tan vívidas que me punzaba el corazón al abrir los ojos. Imaginé su perdón de tantas formas, con discursos muy bien fundamentados y muy sinceros, pero no. Beatriz siempre es tan espontánea, que el momento que tanto soñé, me lo cumplió de la forma menos esperada.
Obtuve hoy un perdón que creí perdido, que me parecía más lejano que mi muerte. Un perdón que sabía perfectamente que no merecía, pero que me esmeré en obtener.

Beatriz me amaba, yo lo sentía, pero también veía cómo se alejaba, me evitaba y me lastimaba. No la culpo por esas heridas, porque con este perdón, me ha borrado todos los rasguños del alma que una vez me hice a mí mismo por culpa de mi desconfianza, mi ego exagerado y mi estúpida competencia con Daniel Valencia.

-Yo también lo amo, doctor- dijo Beatriz y sentí que me disolvía frente a ella y a todos los empleados que veían esta reconciliación.

Yo también lo amo, doctor.

Yo también lo amo, doctor.

Yo también lo amo, doctor... su voz se repetía tantas veces, que me recorría un escalofrío en la frente. Me inquietaba las razones de su repentina decisión, pero Beatriz me amaba y lo demás carecía de explicaciones.

-Y nos enamoramos, papá...- escuché que le dijo a Don Hermes y apretó mi pierna, sacándome de la repetición sagrada de sus palabras.

Me giré a ver el rostro de don Hermes y ya no estaba enojado, estaba confundido.

No creía la historia que había contado (a medias) sobre mi romance con Beatriz, pero yo trataba de romper la barrera sobre protectora de sus ojos. Intentaba tener algún tipo de conexión telepática que de pronto le aclarara que si amaba a su hija, que quería compartir con ella mi vida, mi corazón y mi cama.

-Vea, doctor, usted y yo no terminamos aquí, porque déjeme decirle que mi niña es una niña de su casa, decente y criada bajo los más altos estándares de la cordialidad y la moral, por lo que si usted quiere tener una relación formal con ella, que vive bajo mi techo y mi cuidado; entonces usted tendrá de que apegarse a las reglas que ella tiene - dijo Don Hermes

-Claro que sí, señor. Tenga por seguro que mi relación con Beatriz es seria, yo estoy profundamente enamorado de ella. Espero lograr demostrarle a usted todo lo que amo a su hija- y le dedique una sonrisa a Beatriz al tiempo que le agarraba la mano, cosa de la que me arrepentí cuando escuché el bufido de su padre y su mirada de haberse arrepentido de darme permiso de ser su "novio".

-Bien, Doctor. Espero verlo por la casa seguido para que usted sepa el buen sazón que tiene mi mujer. Ahí tenemos un cómodo sofá para que usted pueda ir a ver a mi niña y hacer visita- dijo lo primero muy animado, lo último un poco indispuesto. -Bueno, mija. Yo creo de que ya es hora que nos vayamos pa' la casa a cenar, su madre ya nos ha de estar esperando.

-mmm... perdone que lo contradiga, Don Hermes, pero quisiera tomar el atrevimiento de pedirle que deje a Beatriz quedarse conmigo un poco más, porque me parece que es necesario aclarar unas cosas con ella.- y la mire, con los ojitos tan brillosos, que de no ser por el miedo a su papá, la hubiera besado.

-Doctor, permítame de que le recuerde que mi hija tiene que estar a horas decentes en su casa.- me dijo meneando un dedo muy autoritario en mis narices.

Locura Mía (1)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن