Capítulo 23

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Lo extrañaba.

Jungkook no era alguien que podía mostrar sus sentimientos abiertamente. No podía, no lo sentía necesario, a veces incluso podría creer que era algo un poquito tonto.

Pero ahí estaba él, con una ropa informal, su cabello rubio peinado a los lados y sujetado detrás de sus orejas, una copa del mejor vino entre sus dedos, esperando pacientemente a la asistente de su revista continuar con los pedidos para poder regresar a su casa en Nueva York.

Ahora, en esas horas transcurridas desde que Taehyung había tenido una pequeña crisis ─como él la describía. ─ sentía, que, de haberlo hecho en ese entonces, cuando todo se había ido por el drenaje, toda la historia sería completamente diferente, porque Taehyung y él, de alguna forma, se habrían sanado uno al otro, sin siquiera haber necesitado de algo más que un cómodo nido donde conseguir el consuelo y seguir adelante del luto.

Pero no había sido así. Para ninguno de los dos.

Porque habían tomado las cosas diferente, uno huyendo, otro quedándose, ambos prosperando en su ambiente, ambos brillando, pero ¿A qué costo? ¿Teniendo que destrozar a sus lobos, llenarse de soledad y de angustia, arrastrando a otros con ellos?

¿Había valido la pena al final, cuando ambos ya estaban rotos y desolados, el llenarse de tristeza y separase, cuando claramente, ambos necesitaban del otro?

No había peor dolor para un lobo, que perder a sus crías.

Y Jungkook lo conocía, lo conocía de verdad.

Pero cuando recordaba esa época, no solo hacía hincapié en el dolor que había experimentado, sino, en algo más, en algo mucho más fuerte y bonito, que ponía luz en ese momento cuando todo lo que conocía y amaba se había destrozado justo frente a sus ojos.

Porque cuando hacía memoria de esa época, lo primero que brillaba en su memoria era Taehyung.

Recordaba su sonrisa, su bonito cabello, las ilusiones y las lágrimas por el futuro, recordaba el amor que había sentido por ese singular Omega, lleno de pasión por un mundo que le cabía demasiado bien.

Que bueno había sido, y era, haberse enamorado de él.

Pero a veces, cuando el miedo le inundaba, cuando las inseguridades volvían a su ser se sentía solo y desolado, llegaba ese cuestionamiento que siempre tenía con el lobo interior ¿Podría superarlo? ¿Podría regresar con ese Omega, que tanto añoraba a su lado?

Ugh, malditos instintos primitivos.

─ ¿Señor Jeon? ─ Preguntaron entonces a su lado, mirando a la Beta sonreírle con la boca cerrada, Jungkook saludó, esperando a que continuara. ─ ¿Desea que siga con la reservación del avión para volver a Nueva York?

Y Jungkook lo pensó.

Lo pensó tanto, respirando profundo y dándole otro trago a su vino.

¿Qué haría allá? ¿Valdría la pena dejarlo, darle un final a algo, a alguien con el cual en realidad no habían iniciado o retomado de forma correcta?

Respiró profundo, recordando lo bien que era la esencia de ese Omega, del cual se había enamorado.

Recordando lo bien que se sentía estar a su lado.

─ No. ─ Contestó tranquilamente, dejando su copa de lado. ─ Mejor, hazme un favor, y dime donde el representante de Just Us se hospedará en París.

Jungkook haría las cosas bien. Pero no ahí, bajo el sol dorado de Italia que se podía casi confundir con la piel bonita del Omega.

Pero, al final de todo, haría las cosas bien.

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