capítulo 25

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Estaba tan cómoda durmiendo, que a la mañana siguiente tarde 20 minutos en abrir los ojos después de despertarme. Estaba hecha un ovillo, abrazada a una de las almohadas de la cama. Sin ninguna intención de levantarme. Entonces fui abriendo los ojos despacio, parpadeando muy lento para acostumbrarme a la luz y enfocar bien la imagen.

Lo primero que vi fue la esquina cercana de una vieja mesita de noche de madera. Fruncí el ceño. Esa mesita no era mía. Me levanté igual de lento que había abierto mis ojos, eso sí, sin dejar de fruncir el ceño. Me llevé una mano a la cabeza mientras observaba la habitación en la que estaba.

Ahí fue cuando recordé lo que había pasado la noche anterior.

- madre mia - susurré, miré hacia abajo, me relajé un poco al ver que no estaba desnuda, tenía un pijama puesto.

Hasta ese momento no me di cuenta de lo sola y vacía que se sintió esa habitación.

Acabé levantándome de la cama, había tomado la decisión de que necesitaba una ducha. Al primer paso que di, sentí una leve incomodidad ahí abajo, me quejé un poco, pero no me quedó otra que seguir caminando hasta mi habitación.

Al entrar todo estaba en orden. Mi primera necesidad fue comprobar que la caja que había robado a Pan siguiera escondida en su sitio, lo segundo, fue mirar por la ventana de mi habitación hacia la zona del bosque de la que había salido el humo. Luego ya me fui a darme una ducha bien larga, para luego salir, secarme el pelo y vestirme.

Salí de la cabaña y me dirigí al centro del campamento, al lado de donde habíamos hecho la fogata la pasada noche.

- hoy no puedes salir del campamento - di un pequeño salto por el susto que me había pegado Félix.

- ¿Tienes que aparecer siempre así? - me quejé. Me senté con cuidado en un tronco de madera que tenía detrás.

- si - contestó borde - lo que digo, hoy no puedes salir.

- ¿Acaso algún día puedo? - dije por lo bajo mientras lo veía alejarse.

Me pasé toda la mañana en el campamento. La mayor parte del tiempo tumbada en la rama gorda de anoche, con la palma hacia arriba, tratando de hacer aunque fuera una pequeña bola de magia, tratando, porque no conseguí nada.

Más de una vez, los niños perdidos se acercaban y me preguntaban si quería ir a cazar oa hacer patrullas con ellos, pero siempre que estaba a punto de decir que sí, Félix aparecía de la nada y los echaba a patadas. Fue así hasta que los niños perdidos dejaron de venir a preguntar por miedo a que Félix les hiciera algo.

Pero no todo era malo. Tener tanto tiempo libre me daba para pensar en todo lo que había pasado, y no me estoy refiriendo a lo que pasó entre Pan y yo hace unas horas, no.

Mis temas principales eran 3: 1. No sabía que le había pasado a Wendy, la última vez que la vi se estaba llevando de la jaula; 2. Tampoco sabía nada de Tinkerbell, después de cantarle las cuarenta a Pan le exigí que la liberará, sabía que no seguía en la habitación esa oscura, pero nada más. Quizás las matado a las dos. En fin, la 3. Había algo raro en el cuento de la quemadura de Pan.

No era posible que él se equivocara en quien había en la isla. Lo primero que dijo es que era un grupo de niños nuevos que se perdió y nos sabían cómo volver al campamento. Pero yo había visto la llegada de nuevos niños perdidos, Pan los traía directamente al campamento y no solía dejarlos irse en los primeros días. Además, no creo que unos niños sepan cómo hacer un fuego o hubieran tenido esa capacidad para pensar en hacer uno.

Los segundo que dijo fue que eran unos piratas descarriados. Pero desde la copa de los árboles no había visto ningún barco en el mar, y Pan no dejaba que estuvieran en su isla, solía matarlos o echarlos sin arriesgarse. Además, cómo pueden unos piratas herir a Pan, él que siempre alardea de su poder y tiene la avaricia de conseguir más. Eso no era posible.

- hasta aquí llegamos - susurré para mí misma. Bajé con cuidado del árbol, me sacudí los pantalones una vez abajo y comencé a caminar decidida.

- ¿A dónde crees que vas? - Félix apareció de la nada delante mía haciendo que me sobresaltara. Bufé cansada.

- estoy harta de estar en el campamento, me voy - dije segura de mí misma.

- ya te he dicho antes que no puedes irte - dijo serio.

- no puedes detenerme - le enfrenté.

- ¿Qué no? - dijo alzando las cejas. Me agarró de un brazo y comenzó a caminar en la dirección contraria a la que iba.

- ¡¿Pero qué haces?! - dije soltando me de un tirón.

- llevarte a la cabaña de Pan.

- no me vuelves a meter ahí ni muerta - dije enfadada.

- ¿Si? Pues anoche no parecía que estuvieras tan ... - su frase fue interrumpida por la ostia que le metí. Estaba segura que me había puesto más roja que un tomate.

- serás hija de ... - empezó a decir entre dientes, se notaba que el cabreo se le estaba subiendo a la cabeza.

- ¿De qué? - le interrumpí platándole cara - venga, continua ... - pero no lo hizo, solo me miraba con ira - no puedes tocarme, estoy segura que a Pan no le haría ninguna gracia - sonreí al ver la cara de impotencia que sintió Félix al ver que no podía hacer nada.

- como vuelvas a pegarme poco me importará Pan - dijo amenazante.

- pues no metas tus narices en mis asuntos - dije entrecerrando los ojos. - porque que yo sepa, de los dos, aquí la que tiene magia soy yo, así que hazte a un lado - empujé a Félix con el hombro y pasé de largo.

Creí que había colado cuando Félix me agarró desde atrás bruscamente, me levanté del suelo y me cargó sobre su hombro.

- ¡¿Pero qué haces ?! ¡Exijo que me bajes ahora mismo! - dije pataleando infantilmente.

- nop

- ¡Félix, bájame! - pero seguía sin hacerme caso, solo caminaba conmigo en el hombro.

Levanté la cabeza y vi a los niños perdidos mirándonos, unos extrañados y confundidos y otros se reían de mi.

- tú - señalé a uno de los que se reía, me sorprendí when una especie de rayo azul salió disparado de mi dedo y le dió de lleno en la cabeza al niño, este se quedó tieso y sus ojos se tornaron completamente azules. - ¿Ayudame? - dije confundida.

El niño agarró un tronco del suelo y se acercó a nosotros, yo le miré insegura. Antes de que me diera cuenta, el niño golpeó por detrás de las piernas de Félix haciéndonos caer a los dos.

Evidentemente el rubio se quejó e intentó levantarse mientras el niño seguía golpeándole la espalda. Yo en cambio me levanté y salí corriendo hasta perderme en el bosque y dejar de escuchar las voces que venían del campamento y los gritos de Félix ordenándome que volviera.

Me paré un momento para recuperar el aire, me apoye en un árbol que tenía detrás.

Prohibido (Peter Pan) *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora