Capítulo 70

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Narra Taliana

Nunca había llevado un vestido tan bonito como este.

Era de seda y un color verde oscuro, con la espalda bien abierta, tenía cadenitas doradas por la cadera y la parte de los hombros, los único malo del vestido era que era demasiado largo e incordiaba un poco la parte delantera a la hora de andar. Por lo menos, a diferencia de la parte pegada que hacia resaltar sus curvas, la falda se iba ampliando para permitir y facilitar la movilidad.

Tenía el pelo suelto, esos cabellos castaños medianamente ondulados se deslizaban por su espalda haciéndola cosquillas.

- estas hermosa - dijo una voz a mis espaldas. Me di la vuelta con una sonrisa en los labios, la cual se agrandó al ver el brillo de sus ojos al mirarme.

- lo sé - dijo divertida acercándose a él.

La música empezó a sonar delicadamente y las estrellas descendieron hasta nuestras alturas para iluminar el paisaje. Él rodeó mi cintura con sus brazos atrayéndome hacia su cuerpo, yo pasé mis brazos por encima de su cuello y entrelacé mis muñecas. Lo miraba a los ojos, a esos preciosos y aparentemente inocentes ojos esmeralda, él miraba también los míos. Estábamos tan cerca... sentía su aliento contra mi piel, sentía su olor junto a mi. El calor recorría cada centímetro de mi piel, y mi espalda se estremecía cada vez que él la acariciaba con la yema de sus dedos. Nos movíamos lentamente, él dirigía y yo me dejaba llevar, estaba como en una nube, una nube preciosa, blanda, delicada...

- me gustaría besarte - soltó con una pequeña sonrisa.

- ¿Qué te detiene? - pregunté incitándolo a hacerlo. Necesitaba que lo hiciera.

Las estrellas se fueron apagando a nuestro alrededor pero nosotros éramos ajenos a ello.

- te quiero... - soltó, sus ojos empezaron a aguarse y yo empecé a preocuparme. - te quiero... - repitió. Dejó de bailar.

- yo también te quiero - dije insegura, no sabía qué estaba pasando. Peter me soltó y se alejó unos pasos. - ¿Qué te ocurre, mi amor? - dije preocupada, esta vez me acerqué yo, agarré con delicadeza su cara y lo obligué a mirarme a los ojos, limpié con mis pulgares sus lágrimas.

- por favor... - suplicó al borde de sus limites. Mis ojos empezaron a aguarse como habían empezado los suyos.

Le dio un espasmo muy fuerte que le hizo retroceder de golpe, como si alguien le hubiera dado un golpe en el pecho.

- no... no puedo... - dijo entrecortadamente, fuera lo que fuese lo que le sucedía, le estaba doliendo mucho, y para estar hablando de él, debía ser el mayor dolor que pudiera existir. Pero luchaba, lo veía en su cara.

Le dio otro espasmo, este le hizo caer al suelo. Intenté agarrarlo pero no llegué a tiempo, me arrodillé a su lado y coloqué su cabeza en mis rodillas.

- ¿Qué no puedes? ¡dímelo, Peter! - grité con miedo.

- corre... - suspiró, parecía que se quedaba sin aire, escuchaba como intentaba respirar con moralidad, pero no podía.

- no te vayas... no te vayas... - dije agarrando su ropa con fuerza mientras mis lágrimas caían sobre su cara. - no te atrevas a dejarme aquí... - amenacé llorando como si eso fuera ha hacer que se quedara conmigo.

- huye... - dijo en un pequeño susurro, sentí como otro espasmo azotaba su cuerpo haciendo que saltara unos centímetros.

Luego se quedó quieto. Yo estaba en shock, paralizada. Ya no lo escuchaba respirar, las pocas lágrimas que le quedaban acumuladas, terminaron de deslizarse por sus mejillas...

- no... no, no, no, no... - lo agarré y lo sacudí con ansias intentando reanimarlo, pero de nada servía. No iba a volver.

Me levanté del suelo traumatizada, me pasé ambas manos por las mejillas intentando limpiar las lágrimas que no dejaban de caer, sentí algo raro en el cacto de estas contra mi piel. Estaban llenas de sangre... Mi vestido estaba lleno de sangre... Ese odioso líquido rojo estaba por todas partes. Miré al suelo, pero Peter había desaparecido, fruncí el ceño, no tenía sentido... Volví a mirar mis manos cuando noté un peso de más, tenía un trozo de cristal afilado en la derecha...

- ¡TALIANA! ¡TALIANA! - abrí los ojos de golpe, me incorporé y cogí una enorme bocanada de aire. Mi madre me sujetó por los hombros mientras yo tosía.

Tenía algo en la garganta que me impedía respirar bien, tosí como loca hasta que una pequeña bola verde salió disparada por mi boca y aterrizó a los pies de mi cama. Entonces pude respirar, pero con el pulso muy acelerado.

- mamá... - murmuré asustada, no solo porque una bola hubiese salido mágicamente de mi garganta, sino por el extraño sueño que acababa de tener. Aunque, teniendo la vida que tenía, había muy pocas posibilidades de que fuera un simple sueño.

Mi madre rodeó mi cuerpo con sus brazos y me atrajo hacia ella. También respiraba acelerada.

- creí que te perdía - susurró.

- es Peter, mamá,... - dije siendo imposible contener las lágrimas - le están haciendo mucho daño... - cerré los ojos y hundí mi cara en el cuello de mi madre, ella acarició mi pelo blanco intentando consolarme.

Unos minutos después, estuve lo suficientemente recompuesta como para poder soltar a mi madre. Ella, recogió la bola y la lavó con agua.

Me quedé un tiempo mirando hacia la puerta. Tenía la esperanza de que mi padre entrará alterado por ella, preguntando que demonios había pasado y si estaba bien.

Pero no lo hizo.

Mi madre volvió a la habitación con la bola en la mano.

- ya he visto una de estas antes, son una clase extraña de comunicadores - dijo levantando la bola - tenemos que reunir a los demás cuanto antes, Rumple sabrá más...

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48 min

Prohibido (Peter Pan) *FINALIZADA*Where stories live. Discover now