→ 9 ←

341 17 36
                                    

(。☬ Shirabu Kenjiro ☬。)

Cuando Kenjiro cierra la puerta, se quita de encima cualquier cosa que le atormente y tira las llaves en el hoyo específico, no le extrañó que el jodido cuarto estuviera vacío

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Cuando Kenjiro cierra la puerta, se quita de encima cualquier cosa que le atormente y tira las llaves en el hoyo específico, no le extrañó que el jodido cuarto estuviera vacío. Es un cuarto, no puede llamar aquello un departamento. Aunque Goshiki sabe que está exagerando no quita que no tenga razón en ello.

Se tira de frente al sofá cama que normalmente extiende para las visitas. Odia sentir de lleno esa dureza del mueble contra la nariz pero desde hace días tuvo la intervención automática de que no tenía que ser tan quejumbroso. No podía, menos cuando el motivo adecuado sería llorar pero tampoco se dará la satisfacción de ser una llorica ya tiempo después de lo sucedido. Sería tremendo hipócrita y ni que fuera un niño al que le quitaron su juguete favorito. Él se había hecho eso, se lo buscó.

Lo peor es que las señales fueron tan obvias desde que el desastre diminuto comenzó pero decidió hacerse de la vista gorda.

No pretendía que su imaginación echara vuelo acostado de esa manera. Después de todo, cada bendita noche antes de dormir era suficiente para lograr conquistar un sueño el rememorar su patética vida amorosa. Aunque antes de patética no tenía nada, ahora tampoco es que tenga algo de éso, pero prefiere catalogarlo así sin tener que aceptar para sus adentros, en el interior, por centímetros de sus entrañas, de que el patético era él.

Detesta admitirlo, pero entre ser un tonto y patético, Shirabu se ganó ambas partes sin tanto esfuerzo. Ojalá recibiera un bono navideño por cada vez que siente la punzada desde que ella se fue; la punzada eran las consecuencias de su orgullo anterior. No había dejado de serlo. Pero ahora todos los días se sentía mucho más obvio como alarma sonora por las mañanas para empezar otro fatídico día de desprecio hacia la humanidad.

Ahora sí que odiaba lidiar con el mundo.

Sólo justo en esos momentos de inquietud sobria y soledad, le entran son ganas desconocidas de llorar. ¿Por qué? Habían unas hebras sueltas de cabello largo por el sofá cama. De ese color cobrizo que hace unos cuatro años le daban dolor de cabeza, porque le recordaban a su senpai Tendou; no eran tan rojos, ella no era tan latosa e irritante por cualquier tontería. Pero lo valía.

Suelta un gruñido inaudible. Apoya ambas manos contra el mueble y se levanta de mala gana hacia el pequeño espacio de la cocina. Ya eran las nueve de la noche, no tenía sueño, no tenía hambre ni ganas de tomar un baño. Seguía con los ojos brillantes y las cejas fruncidas evitando colapsar. Quería arrancarse el cabello del agobio que le producía el pensar de más, es la mala costumbre que desarrolló el último mes. Ni la universidad le provocaba semejante estrés y eso que ya entraba a la etapa final.

La primera impresión que Kenjiro daba al resto del gentío era que siempre trata de tener las cosas bajo control, es estoico, no precisamente calmado pero sí perfeccionista. Lo que nadie se esperó es que le brindó entrada a un alma tan libre, torpe y desordenada a su vida, hasta el punto donde sonreía más seguido, no odiaba tanto al mundo y los ojos le brillaban en otra cosa que no fuera mirar vóley por la TV o sacar buenas notas en sus exámenes.

HQ!! ━ Song ShotsWhere stories live. Discover now