El silencio de los dragones (R)

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Hay quienes afirman que existieron, pero hubo guerras en su contra que acabó por extinguirlos

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Hay quienes afirman que existieron, pero hubo guerras en su contra que acabó por extinguirlos. Que fueron una especie previa a los dinosaurios, incluso que realmente eran dinosaurios, pero evolucionaron hasta las aves que conocemos hoy.

Mitos, cuentos y leyendas son lo único que guarda su recuerdo. Sin embargo, no uno fiel, pues ha sido creado en la imaginación del hombre, y todo lo que habita allí es fantasía. Por otro lado, bien es sabido que cada historia o leyenda tiene algo de verdad, aunque no es fácil descubrir el qué. Eso es lo que las hace interesantes, mágicas. Inmortales...

Renata se dormía escuchando de su madre la misma historia cada noche.

Era especial en todos los sentidos. Una niña generosa, humilde y de sonrisa contagiosa, pero también era ciega de nacimiento; la mayor virtud que tenía —según su madre—, pues la dotaba de una sensibilidad y empatía que un humano con visión no podría. Sobre todo, con los animales.

A sus diecisiete años, ya era independiente y segura de sí misma. Su madre nunca le permitió sentirse víctima, culpable o inferior por su ceguera. Al contrario, era lo que le daba el valor de enfrentarse al mundo.

Últimamente tenía unas extrañas sensaciones en su cuerpo antes de dormir. Se le erizaba la piel por un momento y sentía calor repentino por otro.

Una noche fría —como cualquier otra en el extremo norte de Ontario—, se despertó de repente, y sin explicación sintió un deseo enorme por acercarse a su ventana. Se levantó y contando los pasos llegó a ella para posar las manos sobre el cristal. Una calidez invadió su cuerpo por completo, y la paz de cuando se encuentra algo perdido desde hace mucho tiempo, la abrumó tanto que la hizo llorar.

—¿Quién eres? —susurró entre lágrimas.

Ella no tenía forma de saber cómo le brillaban los ojos en aquel momento. Sus pupilas parecían reaccionar ante algo que, aunque no pudieran ver, sabían que estaba ahí.

—Puedo sentirte...

Esperó respuesta, pero solo obtuvo un gran suspiro que calentó sus frías manos a través del cristal, teniendo el mismo efecto en su corazón. Desde el otro lado, un ser que tanto solía admirar desde pequeña, la observaba curiosamente con un par de orbes celestes blanquecinos, iguales a los suyos.

Renata guardó silencio, esperando detectar el mínimo movimiento y confirmar lo que con tanto amor deseaba que fuera. Criatura majestuosa con alas.

—Cariño, ¿Qué haces ahí? —preguntó Sara, mientras tocaba la puerta de su habitación. Renata se sobresaltó, pero giró hacia su madre de todas formas.

—Nada, ya me iba a dormir.

Se despidieron y no pasó mucho tiempo para que se durmieran.

Los días siguientes empezaron a aparecer reportes de personas que afirmaban haber visto movimientos anormales entre los árboles del bosque, luces de un celeste brillante y que podría tratarse de Pie Grande.

Cuentos para AlbaWhere stories live. Discover now