El que se enoja pierde (MR)

18 6 21
                                    

Santino, Oliver, Nati y yo, nos quedamos en ese "mini recreo" que te dan las pizzas en lo que se hornean; bebiendo cerveza y comiendo papas fritas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Santino, Oliver, Nati y yo, nos quedamos en ese "mini recreo" que te dan las pizzas en lo que se hornean; bebiendo cerveza y comiendo papas fritas.

—Juguemos a algo —propuso Oli.

Lo señalo mientras mastico estando de acuerdo con él.

—¿Se acuerdan de los juegos en el campamento donde nos conocimos? —Preguntó Nati, picarona y nostálgica. Asentimos los tres, pero Santi con una sonrisa satisfactoria, Oli un poco incómodo, y yo secando lágrimas invisibles—. Definitivamente jugaremos a un par... 

—¡Sí! ¡El que se enoja pierde! —Exclama Nati, contenta de conseguir lo que quiere

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¡Sí! ¡El que se enoja pierde! —Exclama Nati, contenta de conseguir lo que quiere.

Oli se levanta y aleja de la mesa del comedor, dirigiéndose hacia la cocina. Sólo nos separan una isla y unos cuantos pasos.

—¡No se hagan los locos! Saben que me trae malos recuerdos...

—Muy buenos recuerdos, querrás decir —ataja Santi, ganándose un golpe en la nuca de mi parte.

—Déjalo. Además, alguien tiene que vigilar las pizzas —defiendo y guiño un ojo a Oli, quien me sonríe en respuesta.

Se van una, dos y tres rondas del juego. Parece no inmutar a ninguno, algo que ya me hace sentir más maduro, porque a estas alturas en el campamento, ya estaba fuera de la cabaña tras haber perdido en la primera ronda por golpear al primo de Santi.

—¿Qué se siente estar en una relación a escondidas?

No estoy enojado; estoy enfurecido con Natalia. No sé cómo disimular mi asombro.

—¡Eso, campeón! —Celebra Santi—. Ya era hora —agrega.

Si tan sólo supiera... 

Basta esa pregunta para que desaparezca la madurez que mostramos hasta el momento. Empiezan a bromear conmigo y a hacer suposiciones sobre quién podría ser esa persona y porqué la oculto.

No puedo hacer más que mantenerme en mi sitio y pretender que me gustan las relaciones de incógnito, en lugar de despotricar contra todos y salir corriendo.

Todos quedan en silencio cuando suena mi celular. Esperando que se tratase de la persona en cuestión.

Santi es más rápido y agarra el aparato, empezando una pelea de brazos entre él, Nati y yo por alcanzarlo. Oli está con una mano sobre la manija del horno, sin saber qué hacer.

—La vida nos... —empieza a leer Santi, hasta que Nati se lo quita.

—...hizo amigos, pero... tu hermana... —continúa ella.

Candela, nunca debí dejar que te autonombraras en mis contactos.

—¡Una rata! —Grita Oli aterrado y le saca mi celular a Nati de las manos, lanzándolo con furia contra la pared. Se hace pedazos.

—¡Oli! ¡Mi teléfono! ¡¿Qué hiciste?! —Su mirada de "hice lo primero que se me ocurrió", hace que los chicos rían.

Santi recibe una llamada.

—Dice mi hermana que por qué no le contestas... cuñado...

¿Cómo dices que dijiste?

Entonces se acerca a mí, y me confiesa que lo sospecha hace un tiempo, pero que esperaba que yo se lo dijera.

Está tan tranquilo que me hace sentir muy estúpido.

—¿Hice mierda tu celular por nada?

—Ya no quiero jugar... 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuentos para AlbaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora