Teníamos cinco años cuando apareciste con una rosa blanca en mi puerta.
No sabíamos nada del amor, pero ya lo sentíamos a flor de piel.
—Mi mamá dijo que era la más hermosa de nuestro jardín.
Esa fue tu manera de conquistarme, y una huella en mi alma.
—Te daré flores hasta la eternidad —prometiste cuando nos casamos.
Hoy me tienes aquí; frente a tu tumba y sorprendida por tu convicción.
No traigo flores; en cambio, llevo de las que tú me das pues una planta de rosas blancas ha florecido sobre ti. Presumido.
Te las arreglaste para seguirme conquistando.
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Cuentos para Alba
RandomLa muerte debe ser una de mis musas, así que no te sorprendas si te topas con ella entre mis letras. ¿Es miedo? ¿Obsesión? No lo sé, pero siempre está seduciéndome para que la nombre. Sé curioso/a y "escucha" las particulares voces e historias que t...