♡ Arrancando espinas ♡

313 43 95
                                    

—Bueno, no es como si el dinero me faltará pero me encanta hacerle favores al bombón de Meliodas —habló una castaña de baja estatura mientras se acercaba a Elizabeth

Ups! Ten obraz nie jest zgodny z naszymi wytycznymi. Aby kontynuować, spróbuj go usunąć lub użyć innego.

—Bueno, no es como si el dinero me faltará pero me encanta hacerle favores al bombón de Meliodas —habló una castaña de baja estatura mientras se acercaba a Elizabeth. Jenna la detuvo sujetándole la muñeca.

—Zaneri por Dios, ¿En serio eres capaz? —la de ojos aceitunas soltó una risilla, quitando la mano de su hermana para continuar.

—Como es orden de Meliodas, los directores ni se meten. ¿Estas conmigo? —la rubia trago saliva, asintiendo para deleite de su hermana menor.

—¡Elizabeth! —exclamó Elaine, inclinándose a su altura. —¿Estas bien? ¿Quieres ir a lavarte? —, pero la albina no la escuchaba, lo único que pasaba por su mente era tal humillación que el rubio le había dado. Volteó a ver a las chicas fingiendo una sonrisa para después levantarse.

—S-sí... Debo ir al baño.

Elizabeth salió corriendo hasta el baño, siendo perseguida por varias chicas de la cafetería y antes de que pudiera llegar al baño, una chica de trenza interpuso su pie haciéndola caer bruscamente al suelo.

—Las rameras no son bienvenidas en esta escuela de prestigio —habló primero la castaña, quién era escoltada por su hermana Jenna.

—¿Qué piensas hacerle, Zaneri? —preguntó con cierto sarcasmo, provocando un escalofrío en la espalda de Elizabeth; se notaban sus malas intenciones.

—Solo darle una lección.

—E-Esper- —un fuerte golpe en la mejilla la hizo callar. Zaneri sujetó el cabello de Elizabeth y comenzó a arrastrarla por el suelo; la albina gritaba de dolor, las uñas de la más baja se encajaban en su cabeza y el suelo le raspaba sus piernas expuestas gracias a la falda que llevaba, peleaba por liberarse, pero era inútil. —¡¡Déjame, suéltame!!

—¡Dije silencio! —vociferó la rubia, dándole una fuerte patada en las costillas que logró dejarla inmóvil. —Oh querida, y aún falta mucho más.

—¡Me duele! —chilló con fuerza al sentir como Zaneri caminaba con más velocidad sin dejarla se soltar. —¡Por favor, suéltenme! —Jenna soltó un bufido.

—Ya déjala Zaneri, ni aguanta nada —la mencionada le hizo caso, soltando el cabello de Elizabeth. —Neta, que mariquita saliste niña —la de ojos azules luchaba por no llorar, pero el terrible dolor en su cuerpo estaba amenazando con hacerlo.

—Ya levántate naca, eres una estúpida por haberte metido con mi Meliodas.

Fue lo último que salió de los labios de la castaña, dejando a Elizabeth sola; con moretones y aturdida del efímero momento que había vivido. Sus azules se cerraron con fuerza, dejando encerrada cualquier lágrima traicionera. Se levantó débilmente y camino hasta el baño, abrió el grifo lavando con un pedazo de papel sus piernas llenas de polvo.

Rosas Y Espinas ¦ MelizabethOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz