♡ Mejillas sabor a chocolate ♡

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—¡Ese era mi pasteeeeeeel!

—¡Pues ahora es míooo!

Llevaban rato gritando con fuerza en la cocina, era una batalla de quejidos y groserías entre ambos jóvenes de preparatoria que por más modales que tenían no paraban de insultarse. Resultaba ser que de todos los familiares del linaje Demon, su primo Mael era el primero en visitar la residencia... Para el colmo de Meliodas, pues ambos no se soportaban.

—Escucha duende —bufó con modestia al verlo levantarle el dedo medio. —Puedes desordenar mi cama, mojar mi calzado, incluso hasta poner picante en mi ropa interior... ¡Pero con mi comida no te metas! —, Meliodas soltó una risilla.

—¿Disculpa? No estas en la posición para ordenarme nada, te recuerdo que tú estas invadiendo mi espacio y no solo eso ¡me robas mis figuras de anime! y no lo niegues que tienen tus huellas —, sus empleados los observaban con una vena inflada en su frente, molestos de tener que aguantarlos a altas horas de la noche. 

Mael soltó un chillido. —No es cierto tonto, solo las moví para limpiar tu cochinero, además ¿Cómo carajos te diste cuenta? 

—Todas las noches les rezo, son como mi altar —dijo con tanta seriedad, que todos en la cocina llegaron a creérselo. —¡y tú lo destruiste! —, Mael se levantó de su lugar y camino hasta el blondo para mirarlo a los ojos.

—Pero tú al menos aún las tienes, mientras que yo me quede sin pastel.

—No puedo creer que lleven dos horas discutiendo —habló Caín ignorando los gritoneos de sus jefes, llamando la atención de su compañera de trabajo quien no dejaba de morderse sus uñas pintadas de rojo.

—¡Ash! —soltó un quejido dejándose de morder las uñas. —Ni me lo diga señor Caín, que tengo tantas ganas de lanzarles un hechizo para taparles la boca pero lamentablemente no soy bruja —, el mayor soltó una carcajada al ver como los jóvenes volteaban a verlos.

—¡No me culpes a mi Vivian, culpa al duende amarillo frente a nosotros! —los tres reprimieron su carcajada para no hacer enojar al joven Demon. 

Vivían soltó un suspiro al ver como las ganas de seguir peleando seguían en el ambiente. —Escuche joven Mael, le he servido a la familia Demon por años pero tengo tareas por hacer así que dejen de discutir porque no podemos estar cuidando de ustedes para que no se claven un cuchillo  —, Meliodas torció los ojos y Mael lo volteó a ver.

—Ya escuchaste Meliodas, tráeme un pastel y dejamos esto por la paz —, el blondo volvió a reír.

—Ni aunque los cerditos vuelen iré por tu pastel.

El platinado sonrió ampliamente al escucharlo y de un anaquel sacó una serie de poster's que Meliodas reconoció al instante. —¡Ohhh! ¿pero que es estooo? —preguntó con dramatismo. —Ah sí, son mis manos a punto de romper tus poster's firmados por los mejores mangakas de todo Japón.

Rosas Y Espinas ¦ MelizabethWhere stories live. Discover now