• Capítulo XIII •

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[..Camila POV..]

Los honorables habían regresado apenas hace una semana y con ellos todo parecía volver a la normalidad, junto con la calma, pues el pueblo solía sentirse desprotegido sin todos sus honorables en un mismo lugar.

El día anterior InSo me había informado que el viernes habría una pequeña celebración, en la que solo estaríamos presentes durante la comida porque luego únicamente se quedarían los Maestros con mayor cargo. 

Y ahora me encontraba acompañando a Dinah a realizar algunos recados. 

—Es increíble que te esté acompañando, la última vez que te pedí que me acompañaras a la biblioteca, te negaste —dije molesta.

—Cálmate, Camila, ¿Cómo iba a desperdiciar un sábado en una biblioteca? Solo estaría muriéndome del aburrimiento allí sola —justificó Dinah.

Los caballos se detuvieron haciendo entender que ya habíamos llegado a nuestro destino.

—Cambia esa cara, no me creo ese jueguito de que estás molesta, al contrario, estás agradecida de que haya buscado la forma de sacarte un rato del monasterio.

Aunque odiara el ego de Dinah debía aceptar que estaba totalmente en lo correcto: mantenerme todos los días en el Monasterio me frustraba. Me asfixiaba el hecho de que apenas podía ir a casa una vez cada 4 meses. Fuera de eso, solo tenía permitido salir cuando era por una situación importante, para ir a la biblioteca o estar en alguna ceremonia que se presentara, mientras tanto me la vivía paseando en los grandes jardines del monasterio.

—Baja —dijo Dinah y me limité a hacerlo. Caminé algo nerviosa hacía dentro del lugar.

Nos dirigíamos hasta unas grandes puertas cuando un joven se acercó a nosotros.

—Dinah Jane, ¿vienes a entregar algún recado? —dijo el chico que era un poco más alto que nosotras.

—Así es, supongo que ya me dejarás pasar.

—Pues estás en lo correcto. ¡Abran las puertas! —Gritó el chico e inmediatamente las puertas empezaron a abrirse—. Hoy todos están entrenando, por lo que no verás a nadie por ahí.

—Supongo que tengo mala suerte esta vez. Vamos, Camila —ambas comenzamos a caminar—. Gracias por todo —dijo Dinah.

—Veo que lo conoces muy bien.

—No mucho, pero me nos llevamos bien. Siempre que vengo suele haber algunos honorables en los pasillos, por lo general siempre están entrenando, así que cuando lo están, ya no platico con nadie de camino a la oficina de correo.

—Ya veo.

—Bueno como sea, quédate aquí y espérame, voy a ir a dejar las cartas y recados y voy a tardar un poco porque tengo que hacer unos papeleos y contestar algunas preguntas, así que espérame aquí, ya vengo —solo asentí y pude ver como se marchaba.

—¡Sí, Señor! —escuché en unísono varias voces pronunciando lo mismo.

Recordé que el guardia había dicho que hoy había entrenamiento, así que supuse esas voces provenían de donde entrenaban.

—Ay, la curiosidad —murmuré, pues me acerqué al lugar de dónde provenían aquellas voces y entonces lo volví a ver.

Otra vez pude admirar esos ojos y me atrevería a decir que cambiaron ligeramente de tono, ahora eran de un azul cristalino.

Era Wilder.

Mantenía su cabello amarrado, aunque sus cabellos cortos no pudieran sostenerse en aquel amarre. Tenía su ceño fruncido y sus labios rectos mostraban autoridad. Y yo había vuelto a quedar aturdida por él.

Un Solo Cuerpo {Adaptación Camren}Where stories live. Discover now