Un Solo Cuerpo {Adaptación Camren}

• Capítulo XXXVII •

{..Camila POV..}

Mi paso firme hacia el guardia que cuidaba el calabozo de Lauren se veía repentinamente interrumpido ante mis nervios. Había escapado del Monasterio y tenía la leve sospecha de que no había sido un escape exitoso.

La mirada confusa de aquel hombre me detalló y sacó la antorcha del portador para acercarla hacia mí y ver mi rostro.

—Señorita Camila, me temo que no puede darle ningún tipo de atención médica a la apresada.

—Lo sé, no tendría mucho sentido curar a alguien que mañana morirá, ¿no? —él sonrió y negó con la cabeza, divertido.

—Entonces, ¿a qué se debe su visita?

—Quisiera saber si podrías acompañarme a tomar la cuadriga que hay afuera, es de noche y temo ser víctima de algún enemigo que no hayan atrapado —pasé un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja y le di una mirada coqueta. Realmente me estaba muriendo por reírme en su cara, ante mi absurda actuación, pero Wilder y otros 10 honorables se encontraban detrás de los arbustos vigilando que ambos saliéramos del lugar.

—Supongo que no hay problema —dijo y no pude evitar sonreír satisfecha—. Sígame, yo la guiaré —asentí y empecé a caminar detrás de él.

Hice un pequeño ademán y pude ver a Wilder responder a mi señal. El plan estaba en marcha.

—Le agradezco su compañía, ha sido usted muy amable —dije antes de subir a mi cuadrilla y dedicarle una última mirada al guardia—. Tal vez la próxima vez que venga le traiga una de mis famosas tartas.

—Me encantaría —dijo con una sonrisa y le devolví el gesto.

—Andando —ordené al jinete y comenzamos con nuestro viaje hacia el Monasterio del Sol.

Al fin me permití respirar una vez dentro de la cuadriga; si mis pasos lentos y esa pequeña oración habían sido el tiempo suficiente para lograr sacar a Lauren, todo debería salir bien.

—Gracias —agradecí una vez llegamos y caminé hasta adentro del lugar, traté de pasar desapercibida de los guardias y salí nuevamente del Monasterio por la puerta trasera cubriendo mi cabeza con una capucha, dirigiéndome hasta al caballo que se encontraba en la parte trasera del Monasterio. Agradecía que Normani hubiera podido sacar el caballo de Edrick sin que nadie lo notara.

Sin mucha paciencia arremetí el paso hasta el pueblo de Catareilla y dejé el caballo en un callejón cerca de una casa, así no habría sospecha sobre aquel animal.

Los pasos y la garulla no se hicieron esperar y me escondí rápidamente detrás de unas barracas, esperaba que aquel manto negro que traía puesto fuera suficiente para no llamar la atención.

—Búsquenla en cada casa —el gritó frustrado de un hombre hizo eco en todo el lugar.

—Detrás de los cerros y por las laderas del lugar —dijo un hombre frente a mí. Aguanté la respiración como si eso evitara que me vieran y al parecer así fue, porque él siguió su camino junto con otros tres guardias.

Me preguntaba qué hacía yo aquí, aun sabiendo que no podría acompañarla, no tenía nada que decir, un porqué o alguna razón aparente para permitir que me dejaran partir junto con ella. Así que solo me limitaría a ver a Lauren una vez antes de que se fuera, esperando que nuevamente la vida nos volviera a cruzar en el camino.

Cuando la luz del fuego de aquellas antorchas se dispersó junto con los pasos de los guardias, me atreví a salir de lugar y volví a montarme sobre el caballo para cabalgar hasta llegar a la cabaña donde días antes había estado con Lauren.