Eleven

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—Tú...¿prefieres pasar tu celo al lado de otro omega? ¿qué hay de mí?—.

Aquellas palabras fueron pronunciadas con pesar en el silencioso ambiente de la habitación.

"Mierda", pensó Megumi al mismo tiempo que se maldijo a sí mismo por haber sonado como un estúpido desesperado.

—Olvida mis palabras, mencioné una simple tontería—.

Con ello dicho, el azabache se acomodó nuevamente en el asiento para tomar el vaso de jugo con su mano notoriamente temblorosa debido a los nervios que empezaban a surgir, sin atreverse a observar aquellos orbes de sangre que penetraban su piel.

"¿En qué demonios pensaba cuando soltó esas ridículas preguntas? solo consiguió avergonzarse a sí mismo al aparentar ser un tonto celoso, y al comportarse como un necesitado enfrente del alfa", pensó Megumi mientras continuaba reprochando su imprudente actuar.

Por otra parte, Sukuna dibujó una sonrisa cargada de suficiencia en el rostro, debido a la mala interpretación que el omega sacó a relucir con respecto a sus palabras anteriormente dichas, teniendo en cuenta que la intención del alfa tigre solo fue notificar que se aproximaba la época de apareamiento junto a su ciclo de calor, pero obviamente nunca esperó que Megumi sería capaz de pensar tal cosa anticipadamente.

"De cierta manera, observar esa fugaz actitud en el gatito, es demasiado tentador", pensó Sukuna.

El alfa tigre se acercó al asiento donde se encontraba un Megumi que trataba de mostrar indiferencia e ignorar su presencia, Sukuna se posicionó delante de éste para luego inclinar su cuerpo hasta arrodillarse en el suelo, logrando de esa forma quedar a la misma altura del azabache. A su vez, dirigió sus venosas manos hacia las contrarias para dedicar suaves caricias sobre las palmas níveas del omega.

Megumi observó con detenimiento como el alfa actuaba tan meloso, haciendo confundir a sus sentimientos una vez más, dejó posada la mirada sobre aquellos ojos escarlatas que reflejaban una extraña sensación muy difícil de comprender, pero aún así, se sentía cálido al igual que los toques en sus manos.

—No considero tus palabras en absoluto una tontería, siendo algo que genera angustia en ti—.

Sukuna expresó con seriedad en su voz, observando atentamente al omega que apartaba las manos de las suyas para detener las insistentes caricias.

—¿De qué estás hablando? no estoy para nada angustiado, mucho menos por una ridiculez como eso—.

El azabache se aseguró de recalcar sus palabras, intentando evitar que Sukuna descubriera el desagradable sentimiento que causaba una amarga opresión en su corazón, sobre todo cuando la vívida imagen de Sukuna tocando y besando a otra persona atravesaba su mente, provocando al mismo tiempo, un revoltijo asqueroso en la boca de su estómago.

—Creí haberte oído decir, que no querías que sellara mi marca en ti—.

—Estás en lo cierto, así que vete de aquí para no tener que seguir observando tu cara de asesino por más tiempo—.

Megumi gruñó con recriminación mientras que desquitaba disimuladamente el agrio sentimiento que molestaba sin cesar a su pecho; por el contrario, Sukuna reprimió una sonrisa juguetona para ocultar la satisfacción y el contento que ocasionaba en sí mismo aquella situación.

—¿Sabes? no mentiré, desde adolescente siempre he sido un alfa con sofocantes feromonas de calor, podría decir que mis celos son un infierno difíciles de controlar y apaciguar. De hecho, es innecesario para mí buscar omegas porque ellos mismos se sienten atraídos a mi excitante aroma—.

SAVAGE EYES (SukuFushi)Where stories live. Discover now