Thirteen

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Dos días después.

—¡Sukuna, basta!—.

El alfa tigre interrumpió las palabras del azabache con una leve mordida en el labio inferior de éste y sujetó firmemente, la delgada cintura entre sus brazos marcados mientras escabullía las manos por debajo del holgado camisón. Por el contrario, Megumi soltó pequeñas risas en medio de los besos juguetones y atrevidos, al mismo tiempo que intentaba apartar a Sukuna para que se largara al trabajo de una buena vez.

Sin embargo, sus pobres intentos de alejarse fueron estropeados por la tentación de aquellos labios feroces poseyendo los suyos con rudeza, incitando a que se presionara aún más al cálido y fornido torso que envolvía a su cuerpo tan dulcemente, siendo imposible evitar que rodeara el cuello ajeno con sus brazos para acariciar los cabellos nacientes del alfa.

Los chasquidos del coqueto beso resonaron en la habitación mientras que la lengua de ambos jugaban torpemente, con ligeras mordidas y pesados jadeos de por medio.

—En serio...debes irte—.

El azabache recordó en voz alta dificultosamente, debido a la terquedad de Sukuna que se encargaba de callar sus palabras con besos pícaros.

—Estaré largas horas sin poder apreciar tus preciosas joyas marinas, así que solo quiero tenerte en mis brazos un poco más—.

Sukuna rompió el beso con una última mordida para permitir que el azabache recuperara el aliento, al instante dirigió su rostro hacia el fino cuello del contrario para aspirar el dulce aroma que desprendía, justamente sobre la piel que relucía una marca de unión.

—También deseo que este día acabe rápido para que llegue la noche y así poder abrazarnos, darte mimos, caricias...—.

—Además de tenerte debajo de mí, llorando y gritando mi nombre—.

Nuevamente, Sukuna interrumpió de manera descarada las palabras del azabache, solo para ganarse al final un zape en la cabeza por parte de éste.

—¿Por qué siempre tienes que arruinar el ambiente con tus calenturas, gatote?—.

Megumi preguntó con diversión, mientras que posicionaba su mentón sobre el hombro del alfa y dejaba escapar pequeñas risas.

—A estas alturas deberías saber perfectamente, que eres el causante de mis profundos deseos y anhelos hacia ti; así que, toma la responsabilidad, gatito—.

Sukuna susurró con un tono de voz ronco y provocativo, estando peligrosamente cerca de la oreja de Megumi, para luego disponerse a chupar la piel del cuello repleto de mordidas hasta tornarla rojiza.

—¿Ah si? Pero observen nada más ni nada menos, como el imponente, sanguinario y aterrador Sukuna Ryomen, se comporta amorosamente delante de un gatito, ¿quién diría que ese hombre sería tan romántico y afectuoso?—.

Megumi mordió su labio inferior para evitar gemir vergonzosamente, cuando Sukuna había golpeado con brusquedad la nalga de su trasero mientras la apretujaba sin pudor, el ardiente picor se extendió con rapidez cubriendo toda la zona lastimada y el fuerte golpe envió ligeros temblores a sus rodillas, haciendo que buscara apoyo en los hombros del alfa y sintiéndose demasiado vulnerable por solo vestir el camisón de Sukuna, que cubría hasta la mitad de sus muslos y sin ninguna prenda debajo.

SAVAGE EYES (SukuFushi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora