Capítulo 3

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Los dos Mugiwara tras escuchar tal orden de su capitán, subieron a la montaña rusa. A Zoro le había disgustado la idea, al cocinero al principio también pero luego su opinión cambió al ver que detrás de la del vagón de Luffy se encontraban dos atractivas damiselas; no podía negarse a subir a un lugar en donde habían semejantes maravillas, según él.

Luego de dar vueltas , vueltas y vueltas, dos de los tres presentes se sentían con su cabeza al revés, todo su alrededor giraba, maldecían al menor de los ellos por haberles hecho pasar tal sufrimiento. Insistieron varias veces al azabache en regresar al barco, obviamente conociendo a aquel sujeto del sombrero de paja aún se encontraba lleno de energía, parecía tener de ella infinita, sin fin.

—¡OE, SANJI,ZORO!¡ SUBÁMONOS A ESE BARCO GIGANTE!

—¡SANJI!¡ZORO!, ¡COMPREMOS ESAS BARRAS DE CARNE!

—¡OI CHICOS! SUBÁMONOS A ESAS TAZAS QUE GIRAN!

—¡OYE SANJI!¡MIRA, ESTE PELUCHE VERDE ES IGUALITO A ZORO!

Ya que su orden era regresar con el capitán al Sunny, tuvieron que seguir todos sus caprichos hasta que se agotará, cosa que costaría en pasar. Cuando se trataba de pelear y defender a sus nakama el pequeño monito era increíblemente admirable, pero lidiar con él en un lugar lleno de atracciones era un gran cansancio mental para ambos.

El azabache tras notar el cansancio físico de su acompañantes, decidió que tal vez ya era mejor regresar al barco, no sin antes subirse a una última atracción más.

—¡OIGAN CHICOS!—lo miraron ya hartos—¿Nos subimos a esa cosa gigante?—señaló a la rueda de la fortuna—Y luego regresamos con los demás.—los dos suspiraron pero aceptaron la propuesta de su capitán, puede que estaban medio agotados pero eso no significaba que la estaban pasando mal, si ese hubiera sido el caso ya hubieran vuelto al Thousand Sunny desde el principio sin él . Para Zoro y Sanji había algo en aquel ambiente que no les disgustaba, la verdad se estaban divirtiendo aunque sus cuerpos dijeran lo contrario.

Narra Sanji

—¡Vamos, vamos, son muy lentos!

—¿Lento yo?, me atrasé para impedir que el marimo de mierda no se desvié del camino y que no se nos pierda de vista.—repliqué, espera... ¿acaso me estaba preocupando por el cabeza de alga?, ¿yo?. Mejor para la próxima en vez de impedir que se pierda lo dejaré hacer lo que le plazca por idiota.

Narra autor

Tras ya pasar la cola de personas para la gran rueda, los 3 mugiwara ya iban entrando a su vagón. El primero en adentrarse al lugar fue Zoro, el que le siguió fue Sanji, cuando el menor de los tres iba a entrar vio a una persona conocida a distancia que hizo agrandar su sonrisa mucho más de lo que ya estaba.

¿Qué hacía él allí?, ni se preguntó. Solo se decidió a alegrarse por aquella presencia y volver a verlo.

—¡TORAOOOOO!— gritó lo suficientemente fuerte hasta que llegó a los oídos del nombrado, quien al verlo le devolvió la mirada con una pequeña sonrisa y un gesto de saludo.

—¡Oigan chicos!, iré a saludar a torao, ustedes súbanse a esta atracción por mi.—así como dijo, el menor se fue saltando al lugar en donde se encontraba el otro supernova, desapareció a la velocidad de una estrella fugaz.

—¡¿QUEEEEÉ?!—gritaron el espadachín y cocinero al mismo tiempo, mientras que la puerta del vagón se cerraba dejándolos completamente solos.

—¡ESPERA LUFFY!,¡EY TÚ PARA ESTA COSA!—Sanji intentaba abrir la puerta dándole fuerte golpes—¡LUFFYYY!

—¿Por qué mierda nos ha dejado solos?, si él era el que quería subirse a esto—decía el peliverde frustrado mientras se recostaba en los pequeños asientos de la cabina—Y más aún, ¿quien carajo es ese torao?

—¡¿Y A MI QUÉ MI IMPORTA QUIEN ES ESE?! ¡EL IMBÉCIL DE NUESTRO CAPITÁN NOS ABANDONÓ!—estaba furioso, su orden era llevarlo al Sunny, había seguido todos los juegos del menor solo para cuando llegasen con él su querida navegante le agradeciera; ¿ y lo peor? tenía que estar por quien sabe cuanto tiempo encerrado con la persona que más le desagradaba de toda la tripulación, y también era raro ya que por una extraña razón se sentía incómodo al estar en el mismo lugar que él.

La rueda ya se había empezado a poner en movimiento hace ya una cierta cantidad de minutos, podrían haber salido rompiendo de una patada o cortando alguna parte de la cabina, pero eso hubiera sido muy estúpido ya que podrían haber asustado a mucha gente y quien sabe, atraer a algún marine y meter en problemas a la tripulación.

Se sentaron en el asiento contrario del otro, ambos miraban el bello paisaje que se podía admirar desde el ventanal, habían pasado unos diez minutos desde que alguien había dijirido una palabra.

—Una hora—dijo el pelirrubio mientras sacaba un cigarro de su boca.

—¿Eh?

—Que estamos encerrados aquí adentro por una hora.

—¡¿QUÉ?! ¡¿CÓMO QUÉ UNA HORA?!¡ESTA COSA NO PUEDE SER TAN LENTA!—miró por la ventana y notó que se habían alejado muy poco del suelo. —¿Y tú, cómo sabes que esto tarda un hora en dar una vuelta?

El cocinero tras escuchar la pregunta, posó el cigarro que tenía en su mano sobre sus labios y apuntó su dedo índice sobre una nota que se encontraba pegada en la pared de la cabina, justo tras Zoro, que decía:

Queridos visitantes...

Seguro en la fila de la atracción ya lo habrán leído pero por si acaso lo avisaremos de nuevo.

Al ser un parque de diversiones viejo , las atracciones tanto por el uso y el paso de los años se vuelven más lentas, esta vez esta atracción va a tardar una hora en dar toda la vuelta y media hora en llegar a lo más alto. Esperó que disfruten el bello paisaje de la isla y del  parque.

—Una hora...¡una hora más sin poder ver a mis dulces Nami-swan y Robin-chwan!—decía Kuroashi deprimido y llorosando al pensar que por menos de 60 minutos más no podría ver a sus señoritas, y tampoco a ninguna otra belleza, solo tendría que aguantar por todo ese tiempo la presencia del espadachín.

—Idiota—suspiró —Me iré a dormir, despiértame cuando esto se acabe—dicho esto el peliverde que ya estaba recostado posó sus brazos sobre su espalda y cerró sus ojos ignorando el comportamiento extraño de su acompañante.

—Pues ya te aviso que yo no despertare a nadie, si quieres saber cuando va a parar esta cosa mejor que no te duermas y te enteres por ti mismo. Cuando pare y vea que no estas despierto me iré solo y te dejaré durmiendo aquí como un cachorro abandonado.

—Eres un maldito imbécil ero-cook, y pensar que por un momento tú no me caías mal.

—Eres un maldito imbécil ero-cook, y pensar que por un momento tú no me caías mal

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