C A P Í T U L O 1

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— CAPÍTULO 1 
La sombra del pasado


Las noches en Berlín, Alemania siempre eran un tanto brillantes y destellantes acompañadas del diario ruido de los motores de coches, autobuses y motocicletas y el bajo sonido de las llantas rodando sobre el pavimento. La noche de ese día era bastante fría, no fue una noche de excepción a las demás, y el olor a tierra mojada se hacía mas presente conforme las oscuras y enormes nubes avanzaban y se colocaban sobre la cuidad, y como era habitual, los que estaban fuera de sus casos ya sea para cosas de trabajo o razones personales, ya estaban empezando a sacar los paraguas para protegerse de las frías gotas de lluvia que se avecinaban, otros aceptaban su destino y su error de no haber salido con protección.

Eran ya las 10 de la noche, y aunque fuese ya un tanto tarde, habían bastantes personas caminando por las calles y cenando en los restaurantes con sus familias, amigos o solos. La mayoría de veces se podían ver y distinguir a los novatos turistas paseando de calle en calle, agasajándose visualmente con los enormes edificios y sitios más visitados por éste tipo de personas.

Christa Herrmann esperaba un tanto desesperada frente al Alexanderplatz al taxi que le había llamado hacía ya unos 10 minutos e insistía que iba a llegar en 5, cosa que ya habían pasado para ese entonces.

Golpeaba varias veces el suelo de pavimento con la punta de su bota, mirando izquierda y derecha repetidas veces, también cuidando de no ser asaltada o algo por el estilo. Aunque hubiese mucha gente caminando por ahí, nunca faltaba el ladrón que se atrevía a robar entre la multitud.

— Sí tardas 3 minutos más, juro que voy a cancelar. - Susurró cómo si el conductor la escuchara donde fuese que éste estuviese. Pero al cabo del minuto y medio, el taxi finalmente llegó y fue recibido por una cansada Christa que no daba para más.

Ella se subió sintiendo sus piernas un poco pesadas por haber estado caminando todo el día y por el poco descanso que le dio a éstas, y el taxista se dio cuenta de tan notable cansancio expresado en el rostro de la chica.

— ¿A dónde quiere que la lleve? - Preguntó viéndola por el retrovisor.

— A Neukirchstraße, por favor. - El conductor asintió un tanto sorprendido por el lugar que le pidió que la dejara ya que estaba bastante lejos, pero tal y como se lo pide su trabajo, él condujo hasta dicho lugar.

En un semáforo en rojo el conductor puso su aplicación para poner el lugar de destino y cómo llegar fácilmente, y desde donde ella estaba pudo ver cómo en la pantalla ponía "A 5.72 kilómetros de donde estás".

Ella suspiró pensando "Mejor debí haber caminado", ¿Cuánto se tardaba en llegar caminando?, ¿1 hora como mucho?, en vez de haber gastado dinero en un taxi costoso como el que había pedido.

Pero aún así agradeció un poco el haber pedido un taxi porque de todos modos llegó en poco tiempo lo cual le daba más tiempo para hacer las cosas que a ella le diese la gana, aunque no estaba del todo de buen humor después de un pesado día de trabajo y una llamada de atención por parte del gerente que decidió escuchar al punto de vista del cliente y no el justificante del trabajador. Qué ganas de renunciar le daban, pero era lo único que la mantenían.

Al llegar al destino, abrió la puerta del auto y salió de éste para tomar su bolso y sacar su cartera y sacar unos cuantos euros para el taxista que gustoso los tomó y le devolvió el cambio para seguido irse a sólo él sabía donde.

The Bounty HunterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora