Capítulo 4. Los Noiret

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-Estoy bien Marcos, no tienes que seguirme a todas partes – dije mirando a mi amigo

-Solo me preocupo Astrid, entiéndelo

-¿De qué? Solo hago eso cuando me dan ataques, ya lo sabes y ahora estoy perfectamente bien – le miré a los ojos – te prometo que antes de hacer nada te llamo o te busco de acuerdo

-¿Seguro? – preguntó y asentí sonriéndole – De acuerdo, voy a ver a mi hermana entonces – me dio un beso en la frente típico de hermano sobreprotector y salió en busca de su hermanita

Decidí salir a que me diera un poco el aire y cuando estaba llegando a la puerta algo o alguien más bien me cogió del brazo llevándome a una zona apartada de la biblioteca .

-Qué coño te pasa Ivan – le dije cabreada cuando decidió soltarme el brazo

-No perdona, que coño te pasa a ti, ¿qué fue lo del otro día? – dijo con lo que parecía ser preocupación en la voz

-Que pasa que nunca has visto una persona hacerse cortes o que – dije borde

-Puedes dejar de ser tan jodidamente borde por cinco minutos, aunque sea, te estoy hablando en serio joder

-Nadie te pide que te preocupes hermanita de la caridad, es más no necesito tú preocupación o tú lástima

-Ya bueno nadie lo pide y aun así me preocupo – dijo - ¿Por qué lo hiciste?

-Eso no es de tu jodida incumbencia Noiret

-¿Por qué no aceptas que alguien se preocupe por ti Astrid? ¿Tan rota estas?

-Así es Iván me has pillado, estoy rota por dentro por eso lo hice. Que más quieres que te diga

-No me vengas con esas dime el verdadero motivo, y te prometo que te dejo irte

-De acuerdo quieres saberlo no, pues allá va. No quiero que nadie se preocupe por mi porque la única persona que lo hacía, mi hermana acabo suicidándose, mis padres murieron en un accidente de tráfico y justo después de saberlo me entero de que soy adoptada, espero que estés contento y por si fuera poco el TEI no ayuda demasiado – dije medio gritando

-Joder, no sabía que estabas tan jodida, lo siento enserio – dijo dejándome espacio

-Ya bueno, ¿me dejaras en paz ahora?

-Astrid, Iván os llama el director a su despacho – de la nada apareció Elsa asustándonos a los dos

-Eh si, ya vamos Elsa – dije lo más amable que me salió

Sin decir nada ninguno y bajo la escrutadora mirada de Elsa nos dirigimos al despacho de Héctor en el que al parecer había también dentro un hombre con acento francés.

-Te los dejo aquí Héctor – dijo Elsa cuando entramos y luego salió cerrando la puerta

-Oh mírate, eres igualita a tu hermano – dijo el francés cuando me vio y desconozco el motivo por el que Iván se puso delante de mí nada más el hombre dijo eso

-¿Qué haces aquí papá? – dijo Iván frunciendo el ceño

-Jacques está aquí por un asunto que os concierne a los dos, pero sobre todo a ti Astrid – dijo Héctor – veras resulta que a los Noiret cuando nació Iván se les robó un bebé

-No entiendo que me quieres decir con esto Héctor – dije confundida

-Lo que Héctor intenta decir es que al analizar tu análisis de sangre como es procedimiento al acoger a alguien bajo la tutela legal, tu sangre ha dado un 96% de compatibilidad con un alumno del internado, con mi hijo Iván – dijo el francés

-Las fechas además coinciden, el mismo día que naciste esa familia te adoptó Astrid, lo que no sabían es que a tus verdaderos padres les dijeron que habías muerto

-¿Me estas queriendo decir que Iván es mi hermano y este hombre de aquí mi padre?

-Sí Astrid, eso te quiero decir – dijo Héctor en su tono amable de siempre

-Mira por donde me da a mí que no te voy a dejar en paz – dijo burlón Iván

-Vete a la mierda vale, mira Héctor esto es demasiado para mí – dije levantándome de la silla – y tengo que tomarme las pastillas y que María me cambie las vendas

-Las pastillas del trastorno explosivo intermitente verdad, el médico nos dijo a los 6 meses de embarazo que lo tendrías – dijo el que decía ser mi padre

-Mire con todo el respeto, uste no sabe nada de mi vale – dije perdiendo los nervios y rascándome los puntos pese a que eso pudiera abrir los cortes que no habían curado del todo

-Astrid te vas a hacer daño - dijo Iván preocupado

-Qué más da eso ahora, toda mi vida ha sido una mentira así que dudo que tenga importancia alguna que me vaya a abrir los cortes que yo misma me he provocado

-¿Cortes? Porque no me habías dicho eso Héctor – dijo Jacques

-No aguanto más estar aquí me largo – salí del despacho sin esperar que ninguno dijera nada

Cuando salí del despacho sentí como me siguió alguien, bueno alguien llamado Iván más bien y se ponía frente a mi para abrazarme

-No me gustan los abrazos hermanita de la caridad

-Creo que aquí la hermanita eres tú canija

-Mira Iván que la ciencia diga que somos hermanos no significa que eso signifique algo para mí y cuanto antes te lo grabes en la cabeza mejor para ti

-Vale que sí, ahora vamos a que María te cure eso anda

NARRA CAROL

-Que, si Vicky te lo juro, creo que Iván me pone los cuernos con la nueva

-Pero como te va a poner los cuernos por favor, Carol, no tiene sentido

-Entonces como explicas que los viera pegados en una esquina de la biblioteca y luego salir del despacho de Héctor abrazados

-No se Carolina, pero seguro que tiene que haber alguna explicación razonable

Astrid en el Laguna NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora