🤞Satoru Gojo🤞

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Desde que entré a la casa me di cuenta, una fragancia dulce y suave impregnó mis fosas, había llegado en un mal momento y ya era tarde para echarme hacia atrás, no tenía donde más pasar la noche y necesitaba ropa limpia.

De nuevo Gojo había llevado a una de sus "amigas" y lo más seguro es que ya estaban en la habitación de él culminando su cita de negocios, como él les llamaba, y para mi mala suerte para llegar a mi habitación debía cruzar esa zona. Resignada tome mi maleta y a paso rápido me encamine hacia mis aposentos. Cuando por fin veía a escasos pasos mi lugar seguro sentí la penetrante mirada de quien menos quería.

-¿No saludas a tu persona favorita?- Ahí estaba su voz juguetona

Gire para afrontarlo, dispuesta a mostrarle la expresión más fría que tenía pero la imagen que me regaló fue demasiado, su torso desnudo, tan blanco como la porcelana, su cabello desordenado y visiblemente húmedo de sudor, y esos ojos azules que con tanta facilidad lograban penetrar mi alma. Me sentí como una niña pequeña a la que le han cumplido un capricho, pero inmediatamente me sentí estúpida.

-Creí que estabas demasiado ocupado y que no podrías recibirme- lo mire a los ojos buscando una pizca de arrepentimiento, cosa que no encontré, así que hice una reverencia y dí media vuelta- Buenas noches- y sin más entré a mi habitación.

Me sentí tan tonta cuando al cerrar la puerta mantuve la esperanza de que iría tras de mí, que intentaría disculparse por olvidar que llegaría ese día y que el muy perro llevó a una de sus gatas a nuestro hogar, o al menos para mi eso era. Pero me decepcione aún más cuando lo único que escuche fue a su gata hablando de manera melosa seguido de su puerta cerrándose. Agradecí infinitamente que los muros estuvieran reforzados, así ya no escucharía fornicar a Satoru.

Esa noche como pude dormí, ni siquiera me di cuenta cuando la amiguita de Satoru se había marchado. A la mañana siguiente desperté lo más temprano que pude y comencé a preparar mi nuevo equipaje.

-¿De nuevo te irás?- escuche su voz entrar a mi habitación- Creí que esta vez tendría suerte y que estaríamos juntos unos días- Maldije en lo más profundo de mi ser cuando me tomó por la cintura y me pegó a su cuerpo, frotando su mejilla contra mi cabello- ¿Es que ya no me quieres?- y eso fue lo que me terminó de derrumbar.

-Lo siento Gojo, tengo otra misión en el extranjero- quité sus manos de mi y seguí con mi labor lo más tranquila que podía en ese momento- si me disculpas, necesito darme prisa- pasé a su lado sin mostrar interés.

-Sabes que soy cercano al Director y sé perfectamente que tu misión no es tan urgente como lo aparentas- me helé y por algunos segundos quedé en blanco, él aprovechó y me tomó del brazo y la barbilla; obligándome a verlo a los ojos- Sé que me evitas cada que puedes, pero me hieres sabes, no creo ser tan malo para que me dejes de lado, sabes perfectamente que yo te quiero- Mientes - Eres especial para mi, por eso vivimos juntos, ¿No?- Y me vuelves a ilusionar.

-Tu si lo eres para mi, pero no creo que yo sea lo mismo para ti- Me frustre tanto cuando no pude evitar soltar algunas lágrimas frente a él, intenté alejarme, tristemente fallando- Por favor, déjame ir-

No obtuve respuesta, salvó un beso en los labios que poco a poco se intensificaba. Sentí como sus manos se deslizaban desde mi rostro hasta mis caderas, apretando levemente cada rocé, aferrándose a mi cuerpo con cada segundo que pasaba, como cuando éramos adolescentes. Me sorprendí cuando me tomó del trasero y me levantó.

-Siento mucho si te he lastimado- Por la posición en la que estábamos podía sentir su respiración en mi cuello -Nunca he amado a alguien como te he amado a ti- Su agarre en mi parte trasera se hizo más fuerte y me pegó más a su torso- Eres la dueña de mi corazón- En ese momento me di cuenta de que sentía su erección rozar con mi intimidad aun sobre la ropa.

-Pero no soy la dueña de tu cama- me aferré con mis uñas lo más fuerte que pude de sus hombros, no sabía si era mi torpe forma de rechazar el calor entre mis piernas o lo frustrante que eran las palabras de Satoru, pero no podía dejar de rasguñarlo.

-¿No te podrías conformar con mi corazón?- exclamó entre fuertes respiraciones.

-No es suficiente- Su respiración me hizo perder la compostura, así que solo me deje llevar por la excitación que sentía en aquel momento, con una de mis manos lo tomé de la nuca, acercandolo a mí para lamer y mordisquear su lobulo- Por hoy solo cogeme- Y sin más sentí como me dejó caer en el colchón.

Hacía ya bastante tiempo que no tenía ningún acercamiento así con él, mis piernas temblaban y sentía mis manos sudar. Pero el se veía tan relajado, como pez en el agua, este era su mundo y la experiencia le sobraba. Me sorprendí cuando tomo mis muslos y me jalo hasta la orilla de la cama, tomó mi pantalón y deslizándose lentamente me despojo de ellos.

-Adoro tus gustos en lencería- Su comentario me confundió y como pude mire abajo para darme cuenta que llevaba pantis azul claro con detalles blancos- Comienzo a creer que piensas en mi cuando los compras- estaba lista para reprocharle cuando sentí que recorría mi ropa interior y lentamente lamía mi entre pierna.

Sentí mi vientre contraerse y de manera instintiva quise cerrar las piernas, cosa que Satoru no me dejo pues tomó uno de mis muslos y me obligó a abrirme más. Sentía su lengua devorar mi intimidad, lamía despacio y después se centraba en mi clítoris; succionando y en ocasiones mordiendo levemente. Me aferré a su cabello y a las sábanas, en la habitación solo se escuchaban mis gemidos y el sucio chapoteo de mis fluidos con la saliva de Satoru. Poco tiempo después sentí sus dedos invadir mi entrada, presionando las partes más sensibles que ya conocía perfectamente. Tensé las piernas cuando sentí acercarse el orgasmo, sabía que él ya se había dado cuenta pues centró la atención de su lengua en mi botón y sus dedos se abrían gustosamente en mi interior. Mis espasmos comenzaron y no pude evitar gemir el nombre de quien había causado tan placentero orgasmo.

-Sigues siendo tan ruidosa como siempre- subió para juntarnos en un largo beso, el juego de lenguas provocaba rastros de saliva en las comisuras de nuestros labios y solté un pequeño gemido al sentir como empapaba mi ropa interior en los fluidos de mi entre pierna- despídete de esta prenda, será un buen recuerdo-

-Eres un sucio- me separé de él, me puse de pie y sin quitarle la vista de encima me quite el resto de ropa. Lo obligue a recostarse mientras me sentaba sobre su erección aun cubierta por su boxer.

-Creí que hoy dominaria yo- me sujetó de la cintura, me dio escalofríos cuando sentí su lengua recorrer desde mis clavículas hasta mis labios, aprovecho mi respiración agitada y mordió mi labio inferior.

-No me jodas, ¿después de como me recibiste ayer?- lo obligue a separarse de mí y acostarse de nuevo.

Recorrí lentamente su pecho con ambas manos, deleitándome con su espectacular torso, sucumbiendo a mis deseos besé sus pezones bajando lentamente hasta llegar al inicio de sus boxer y por sobre la tela besé su glande. Sus gemidos graves me incitaban a seguir, adoraba como me dejaba adueñarme de él en momentos como estos.

-bebe, por favor- subí la mirada, nunca olvidaré su mirada de súplica, sus finos labios entreabiertos, su pecho subiendo y bajando mientras una ligera capa de sudor cubría su hermosa piel.

Le retiré esa última prenda y nuevamente me senté sobre su erección, pero aún sin penetrarme, simplemente rozaba su glande con mi entrada. Sin darme cuenta ahora era yo quien estaba abajo, llevando la situación él.

-Quise ser paciente hermosa, pero te gusta torturarme-sujetó ambas manos por sobre mi cabeza y me penetró de una- no seré tan bueno después de tanto que me evitaste- comenzó su vaivén de embestidas, llenándome completamente para después sacar su pene-no tengo paciencia con las niñas malas- acercó dos de sus dedos e instintivamente los comencé a lamer hasta que quedaron completamente lubricados- Conectamos muy bien- Me regaló una de sus sonrisas traviesas, arqueé la espalda al sentir entre embestidas como succionaba uno de mis pezones y con los dedos que lamí le daba atención al otro.

No sé exactamente cuánto tiempo pasó ni cuantos orgasmos tuve, en ese momento solo disfrutaba de la compañía de Satoru en la cama. Mi rostro sobre su pecho y su mano sujetándome me hacían sentir como en casa, un sentimiento que muy dentro de mi quería rechazar para salir cuanto antes de ahí, pero su mera presencia me hacía olvidar aquello.

JUJUTSU KAISEN | BETTER THAN SEX |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora