3

1.5K 191 1
                                    

Fukuzawa observaba el techo de su habitación con el ceño fruncido, había algo en lo profundo de su cabeza que le molestaba impidiendo le dormir.

Se sentó en el futon y se pasó la mano por el rostro. Sintió con molestia un pequeño tironeo en su dedo meñique. 

Observó el hilo, y tiró de él molesto, intentando quebrarlo con las manos. Odiaba tener aquella cosa. Fue a la cocina y buscó una tijera en el cajón e intentó cortarlo. Pero la tijera tan solo cortó el aire. Se redirigió a su habitación y desenvainó su katana, nuevamente intento cortar el hilo, pero tampoco surtió efecto.

Con un suspiro de resignación volvió a acostarse.

Si lo ignoraba tal vez desaparecería.

A la mañana siguiente cuando se dirigió al consultorio de aquel médico clandestino. Lo encontró sentado en su escritorio, con un cigarrillo entre los labios, ojeras bajo sus ojos, y la mirada inyectada en sangre fija en una pila de papeles que iba rellenando a ritmo acelerado.

No lo saludó como de costumbre. Fukuzawa frunció el ceño ante su estado. Y eso que creyó tener una mala noche.

- pareces un muerto.

- he visto muchos - le respondió - y no es nada similar, estoy perfecto.

- un muerto viviente.

- claro que no.

- deberías detenerte a descansar - intentó - no sería bueno si mueres por sobrecarga de trabajo.

Mori exaló el humo del cigarrillo.

- y dejar de fumar - arrugó la nariz, mientras se dirigía a una de las ventanas para abrirla y así ventilar el consultorio lleno de humo.

- claro que no - repitió.

Lo observó por sobre su hombro. E intentó preguntar.

- ¿mala noche? - el hilo que los unía se tensó.

Mori suspiró al notar esto y paso una mano por su rostro cansado, para luego observar al peliblanco.

- aparentemente la tuya fue buena - soltó - porque andas charlador.

Fukuzawa frunció el ceño.

- es mí trabajo mantenerte con vida - contestó - no me vendría bien que murieras por sueño, hambre o cáncer de pulmón.

Mori borro su sonrisa. Y suspiró.

- una noche horrible - termino por contestar luego de unos minutos de silencio - y una mañana bastante dura, ¿contento?

No sabía si le agradaba el obtener la respuesta, pero asintió dando a saber que lo había oído. Se acercó a su escritorio y se llevó tanto el cenicero, como los cigarrillos que tenía guardados y el de sus labios.

- hey - se quejó.

Pero Fukuzawa no le prestó atención, tiró toda la basura y luego de unos minutos volvió a su lado con una taza de té.

- té de hierbas - le comentó - ayuda a conciliar el sueño.

- no necesito eso.

- tu cuerpo si - sancionó y le dejó la taza en las manos.

Mori lo observó serio, estaba muy cansado como para discutir con él. Suspiró y bebió un corto sorbo de aquella infusión.

El hilo que se encontraba tenso, se aflojó un poco.

 Lazos Inevitables - Todo Era Cuestión De AdmitirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora