UNA MALA NOCHE

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Once-ler estaba asustado, quería que el trabajo ya terminará para irse a su casa y jamás volver, dehecho hasta estaba pensando en regresar con su madre en el campo, ahí al menos estaría a salvo, no le importaba sufrir las humillaciones de su familia por no lograr nada en la ciudad pero quería estar tranquilo de no estar con el dueño de la empresa "Thneeds".

Dieron las 8:30 pm, el trabajo terminó tardé esa vez, el chico se levantó acomodando unos papeles mientras temblaba porque sentía la mirada del mayor hacía el.

- ¿Qué crees que haces Once-ler?- preguntó encendiendo su cigarrillo.
- Y-yo.....M-me retiró Señor Greedler- lo dijo muy seguro.
- Hoy no pequeño- sacó el humo de su boca- Hoy te quedarás aqui- eso realmente espanto al chico.
- P-Pero n-no puedo....debo irme S-Señor.... y-yo tengo que...- trataba de poner alguna excusa.
- No creo que tengas una cosa más importante que hacer que perder tu virginidad conmigo Once-ler - se acercó al menor.
- P-Porfavor n-no...- se alejaba- Señor Greedler..... n-no quiero perderla a-así p-porfavor....
- ¿Crees que me importa? ¿Enserio lo crees?- lo tomo del brazo y comenzó a besarlo mientras lo manoseaba violentamente.
- Mmmmm- quería safarse del beso ya que lo asfixiaba, cuando el mayor se separó, Oncie solo dió un gran respiro.
- El lorax tiene razón, eres puro e inocente.- río el mayor al ver qué no duraba en los besos. - ¿Cuantos años tienes Oncie?- preguntó en son de burla.
- V-Veinti tres S-Señor......
- Awwww eres un bebé- río con más fuerza- ¿Cómo puedes seguir siendo virgen a esta edad?
- Usted....¿C-Cuantos tiene?- preguntó temeroso.
- ¡Ja! ¡Veinti ocho y mira todo lo que soy!- presumió sus millones.

Oncie bajó la mirada, claro que había gente con suerte, claro que existían personas que a la edad de el ya tenían mucho pero ¿Porque el no podía lograr nada?

Lo que nunca se espero fue que el mayor lo tomara del chaleco y lo aventara a un cuarto secreto que tenía en su oficina, había una cama, una televisión y un baño con duchas relajantes.

- S-Señor....- se levantó del suelo- P-Porfavor déjeme ir, haré... haré lo que usted quiera.- suplicaba el menor.

- ¿Lo que sea?- preguntó en mayor.

- S-si... P-Porfavor...acepte- soltó lágrimas.

- Bien. Hay una cosa que quiero que hagas.- caminaba a su alrededor.

- L-lo que sea S-Señor....- se cubrió con sus hombros.

- No creo que te agrade la idea Once-ler- río en voz baja.

Esto aterró al menor y el millonario se acercó a el tocándole su espalda mientras se la sobaba lentamente.

- Nesesito que tales....los árboles que quedan donde estas viviendo y me traigas el follaje. - sonrió al decirlo.
- ¿Qué? P-Pero.....el lorax...el...- no quería hacer ese trabajo.
- ¿Queires tu virginidad y tú libertad?- le tomó el mentón obligándolo a mirarlo a los ojos.
- S-si.... S-si la quiero....- soltó más lágrimas.
Entonces...ve.- lo dejó en libertad abriéndole la puerta, Oncie corrió pero cuando llegó a la puerta, el millonario detuvo la puerta con su mano - Recuerda Oncie, si no regresas yo mismo iré a buscarte, te encontré y haré cosas con tu cuerpo que ni siquiera tu mente inocente puede imaginar.- lo tomó del cabello y lo besó por última vez antes de que se vaya. - Mmmmm- trataba de alejar al mayor de el.- ¡Tienes tres días, ahora largo!- lo empujó fuera de la oficina.

El millonario solo sonrió se dirigió a su ventana para ver a Once-ler salir de la fábrica, cuando entró a su oficina uno de sus guardaespaldas.

- Señor buenas noches, ya me voy, nos vemos mañana.- solo le quería informar.
- Espera....- dijo el millonario.
- Dígame Señor.- el mayor le hizo una seña para que se acercara a la ventana junto a el.
- Ese chico...- lo señaló - se llama Once-ler, tiene 23 años y me interesa- lo decía con una sonrisa malisiosa.
- Si le interesa ¿Porque lo dejo ir?
- El volverá en tres días.- lo dijo muy seguro.
- ¿Cómo lo sabe? ¿Lo amenazó cierto?
- Me conoces muy bien- lo dijo riendo.- Lo mandé a talar los árboles de dónde vive y que me trajera los follajes- colocó sus manos en su espalda.
- ¿Porque hizo eso? Eso lo puede hacer cualquiera de sus empelados encargados de las máquinas para talar árboles.
- La diferencia es que el Lorax es.... su amigo- volvió a sonreír.
- Ohhh ya entiendo....- y los dos rieron hasta que el chico desapareció del lugar.


Sin nada más que decir.
Cuídense el covid.

MÍO O DE NADIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora