FINAL.

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Se sintió como el primer beso.

Ese cosquilleo que te dejaba inquieto, la respiración pesada, los pensamientos vacíos, aquella sensación de verte atrapado en el lugar correcto.

Todo se remontó a ese momento en dónde su voz seguía haciendo eco en mi pecho.

Dante estaba enamorado de mí,

y yo estaba enamorada de él.

Una parte de mi lo sabia desde hacía mucho tiempo atrás. Supe que lo amaba cuando fue mi lugar seguro, cuando estuvo ahí para disfrutar mis besos y limpiar mis lágrimas.

No quería seguir negando lo que sentía, ¿qué caso tenía? Cuando lo conocí estaba asustada, porque el representaba todo de lo cual había estado escapando. Fue irónico pensarlo, escapaba de él y al final terminé encontrándolo como mi refugio.

El miedo me había hecho incapaz de vivir como quería.

La vida era imperfecta sólo si no te permitías vivirla, porque al empezar a hacerlo era perfecta.

—Dante, yo... —murmuré al separarnos.

No me dejó continuar, poniendo un dedo sobre mis labios. E

—No me digas nada ahora —susurró con la voz rasposa.

Fruncí el ceño, atrapando un mechón de su cabello negro con mi mano.

—¿Por qué no?

Se inclinó para posar su boca sobre la curvatura de mi cuello.

—Te dije que estoy enamorado de ti, principessa, porque es cierto y me nació decirlo. No quiero que digas nada porque sería una respuesta, no una confesión. Y quiero que cuando lo hagas sea porque en verdad lo sientes, no porque te ves comprometida a hacerlo.

Quise objetar, pero algo en su cara me hizo saber que me lo estaba pidiendo con sinceridad, como si fuera más importante de lo que creía.

—No sería capaz de mentirte sobre eso —señalé, inclinando mi cabeza hacia donde su palma estaba apoyada sobre mi mejilla, disfrutando su toque.

En su rostro surcó un atisbo de reconocimiento.

—Sé que no —espetó, sonriendo con languidez—. Quería decirlo desde hace mucho, pero sabía que no estabas preparada para oírlo.

El pensó en mí, mas allá de lo que sentía, se pregunto si sus sentimientos dichos en voz alta me podrían afectar.

Dejé la palma de mi mano derecha descansando sobre su pecho, del lado izquierdo, sintiendo los latidos irregulares.

—¿Vas a recordar siempre que me amas? —susurré tras un minuto de silencio.

Dante acunó mi rostro, conectando sus iris verdes con el marrón de los míos.

—Recordaré que te amo hasta el día en que mi respiración se detenga, e incluso luego de eso. Te encontré en esta vida, no dudes que lo haré en la siguiente.

—Jodidas palabras —dije, tomando el borde de su camisa para acercarlo abrazando sus hombros.

Me sostuvo y no pude deducir que tiempo había pasado cuando nos separamos. Segundos, minutos, horas, meses o años, no tenia ni idea.

—Hermosa y delicada, como siempre —bromeó. Le guiñé un ojo, sin centrarme en algo que no fuera él—. Mira eso —me indicó, señalando el cielo.

Sobre el volaban aves alineadas entre sí, decorando el suave color del amanecer. Escuché su cantar, tan armonioso como una suave canción.

—Dante —le llamé. El rodeó mi cuerpo con su brazo, en un agarre reconfortante.

Los libros de Dante © [SIN EDITAR] Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon