Deseos de medianoche.

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Debo mantenerme serena para no caer en la locura.

Era lo único que pasaba por mi cabeza en ese momento.

María parecía ser una persona indecisa, y definitivamente lo era.

Estábamos en un centro comercial desde hacia más de dos horas. A este paso ya habíamos recorrido todas y cada unas de las tiendas de ropa del lugar, y a ella seguía sin gustarle nada lo suficiente para comprarlo.

—¿Cuánto nos falta? —le pregunté por tercera vez.

Joder, mis pies ardían.

—Entraremos en la última —me indicó señalando con su dedo hacia la izquierda, justo al lugar que se refería.

María arregló su sombrero marrón sobre su corto cabello y avanzó hacia la tienda llamada Boutique Merci.

Bebí del agua que tenía en mi mano, y luego solté un suspiro siguiéndola. Cuando atravesé la entrada el ambiente frío se colo por mis huesos, debía admitir que la ropa puesta sobre los maniquíes eran muy bonitas, había de todo, incluso zapatos.

Universo, por favor haz que María consiga algo que le guste en este tienda y sálvame de ese sufrimiento llamado seguir otra hora divagando por la ciudad en busca del vestido de Katniss Everdeen. Pensé.

Los empleados tenían esa cara que te decía a gritos que querrían estar en sus casas durmiendo, y los entendía, estaría igual si me obligaran a trabajar el último día del año.

—Mira este —dijo ella, mostrándome un vestido rojo con franjas verdes.

Iugh, ¿acaso podía existir un vestido más horrendo?

—Es horrible —solté con sinceridad, haciendo una mueca.

María rodó sus ojos, casi tan cansada como yo, la diferencia era que yo estaba agotada de tanto caminar y ella de no encontrar nada que le gustara.

—¿Cómo es que no tienen un vestido como el de los juegos del hambre? —Justo a esto me refería. Entiendo que sea difícil la parte del fuego, pero... —no supo que agregarle.

—¿No te gusta ninguno? —mi voz fue un susurro lánguido.

—Vi tres, me los probaré —anunció avanzando hacia los probadores, afuera habían unos pequeños sofás en los cuales sin pensarlo mucho me senté.

María me hizo cubrirme los ojos para no ver ninguno de los vestidos hasta que se los pusiera. Al poco tiempo su voz me indicó que ya podía ver.

El primer vestido era de color rosado pastel, tenía unas mangas cortas y se ceñía desde su pecho hasta su cintura para luego caer de manera suave hasta sus rodillas.

—Un seis de diez —puntué, aunque era bonito debía guardar mi diez para el que realmente lo mereciera.

—Parezco a Janet de The Rocky Horror—Dio una vuelta sobre si, y puso las manos sobre su cintura sonriendo—. The river was deep, but I swam it (Janet)
The future is ours, so let's plan it (Janet)
So please, don't tell me to can it (Janet)
I've one thing to say and that's: Dammit, Janet, I love tour —canturreó.

Solté una carcajada viendo como se inclinaba hacia atrás poniendo la palma de su mano derecha sobre su frente, sabía que se refería a una obra o algo parecido, pero no estaba segura de eso, la mitad de las cosas que decía todo el tiempo sobre cosas de teatro o cine que no lograba entender.

—Concuerdo contigo.

Ella me miró ceñuda.

—¿Sabes de qué hablo? —inquirió entre confusa y sorprendida.

Los libros de Dante © [SIN EDITAR] Where stories live. Discover now