Extra #2

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️🔞Advertencia‼: Este capitulo tiene alto contenido sexual, así que si no es algo que te gusta, recomendaría que no lo continuaras leyendo. Ahora, si es lo contrario, te invito a que busques una tacita de café y te pongas cómoda/o; esto que viene será más que entretenido ;).

Francesco nunca fue el tipo de hombre que pensaba que la vida estaba hecha para limitarse.

Desde joven tuvo en claro que la expectación era uno de los tantos placeres que le gustaba experimentar, de modo que no le gustaba lo predecible, como tampoco lo repetitivo.

Por eso creía que las relaciones serias no estaban hechas para él, no por un pensamiento misógino que indicara que ninguna mujer era merecedora de su corazón o que solo estaban hechas para el sexo, no, nada de esa mierda, sino que tenía la hipótesis de que la juventud se acababa y la adultez estaba tan próxima que lo experimentable podría tener la fecha de caducidad escrita.

¿Tenía novia y luego qué?

Estaría anclado a algo, y anclarse significaba estanque.

Sentirse libre y suelto de escoger a quien quisieras siempre le daba una emoción nueva. Él quería disfrutar del sexo, el placer era perfecto y no hallaba excusa para no disfrutarlo.

Las mujeres con quien se acostaba nunca eran las mismas, por más atractiva o buena que estuvieras no repetiría un acostón.

Una vez en su cama, muchos orgasmos después y un adiós.

Esa era su rutina.

Francesco te prometía el mejor sexo de toda tu vida, pero no amor eterno o flores a tu casa.

Ciertamente dejaba todo en claro antes de involucrarse con cualquiera, le decía lo que quería y si ellas estaban de acuerdo ambos tenían lo que buscaban.

Una noche memorable.

Aún así era un caballero, no porque solo tuvieran sexo las trataría mal, al contrario, Francesco abría la puerta del auto, compraba comida para ellas y pedía su consentimiento antes de hacer cualquier cosa.

Idiota.

Francesco se convirtió en un idiota cuando vio que su corazón se aceleraba, o que más allá de pensar en cosas indecentes quería solo abrazarla y besar sus labios menudos.

¿Qué demonios le pasaba?

Él no era de esa manera, y aún así cada vez que veía a María lo dudaba.

No fue amor a primera vista, era idiota pero no tanto para creer en eso.

Cuando la vio por primera vez, en el viaje a la playa, no le pareció atractiva, sino interesante.

Notó sus labios, imaginando las maravillas que podría hacer con su boca. Fantaseó con eso bajo la ducha, mientras su mano se encargaba de la reacción que la mera imagen le provocaba.

Patético.

Darte placer a ti mismo pensando en los labios de una chica que apenas acababas de conocer.

Se atrevió a besarla en el auditorio porque no aguantaba más sin saber a qué sabía, y después de eso solo quiso saborearla, ¿cómo sería su sabor?

A medida que hablaron y se volvieron más cercanos los pensamientos de Francesco disipararon la neblina de la lujuria, dejando a su paso a una sensación extraña que él desconocía.

Los libros de Dante © [SIN EDITAR] Where stories live. Discover now