Jugué con el pequeño bolso que había puesto sobre mis piernas, y levanté mi cabeza para observarlo. Él seguía ahí, con su cara inundada de total seriedad. Llevaba justo en la misma posición un poco más de unos diez minutos, en donde él no había estado dispuesto a ceder, y yo tampoco lo haría.
Caminó de un lado a otro, de repente la sala me pareció un lugar aburrido, sobre todo por la conversación que había estado teniendo desde hacía un rato.
—No —negó con determinación, como si a mí me importara lo que el muy imbécil pensara.
—Respeto tu opinión, Javier, pero me da igual —espeté a la defensiva, estaba hastiada de escuchar por largos minutos sus negaciones.
—No vas a trabajar, ya dije que no—dijo, haciéndome rodar los ojos.
Era lunes, y el día anterior me había llegado un correo de uno de los lugares en donde había solicitado empleo, concediendome una entrevista.
Ese día debía ir primero a la universidad, y cuando saliera dirigirme hacia la cafetería, ubicada en una de las avenidas centrales de Madrid. Quedaba justo a unas pocas cuadras de las estaciones del tren, y era el lugar más céntrico y fácil de llegar que había conseguido, solo tardaba en llegar unos diez minutos a allá.
—Ya te dije que voy a trabajar —refuté—,te estoy informando, no pidiendo permiso.
Aún cuando hace unos días había tenido un momento de debilidad y agotamiento por la carga que llevaba encima se negaba a cederme un poco.
Javier jaló las puntas de su rubio cabello, y soltó una exclamación.
—Yo conseguiré otro trabajo,—me informó, como si eso cambiara algo de lo que pensaba hacer.
Agotada de la conversación me levanté de la comodidad del sofá, no sin antes ver la hora que marcaba mi reloj, si seguía ahí llegaría tarde para mi primera clase, que era justo la del profesor Darren, y dudaba que luego de lo que había pasado en la noche del sábado tuviera mucha amabilidad con algunos de nosotros.
—Iré. No te estoy pidiendo tu jodido permiso, así que deja de hacer el papel de imbécil y acéptalo —bufé, dando cortos pasos, dejando mis ojos fijos sobre los suyos.
—¡Maldita sea! ¡No trabajarás!
Solté una corta risa, carente de humor.
—Adiós, Javier —susurré, acercandome a la puerta de la casa.
Escuché sus pasos justo detrás de mi, casi pisando mis talones, pero no hice algún ademán de encararlo.
—Te dije que no—murmuró entre dientes.
—Y yo te dije que sí —Una sonrisa triunfal surcó mi rostro, y sin esperar más abrí la puerta y tan pronto como pude la cerré en su cara.
Él soltó una maldición.
Sin darle tiempo de alcanzarme atravesé el porche y me monté con rapidez sobre mi Vespa. Puse en marcha el motor, y en unos segundos estaba atravesando la calle que daba hacia el camino de la universidad. Pude escuchar los gritos secos de Javier a lo lejos, pero no volteé, me concentré en el panorama que se proyectaba frente a mí. El camino recto, los pocos árboles, las escasas personas caminando por la calle, y una que otra mascota siendo paseada por su dueño.
Estaba entusiasmada por mi posible nuevo empleo, era una nueva etapa, y no podía solo quedarme sentada mientras alguien más ganaba dinero para mantenerme, no era justo, ni mucho menos satisfactorio. Así que mandé al jodido demonio la opinión de Javier, esa mañana se había levantado con un humor de perros, y aunque no era mi culpa su bipolaridad, lo había pagado conmigo.

ŞİMDİ OKUDUĞUN
Los libros de Dante © [SIN EDITAR]
RomantizmBilogía "Amor entre páginas". [Primer libro] "Como si no fuera suficiente su desgracia, se enamoró" Oscar Wilde. ¿Como te sentirías si conocieras a tu escritor favorito? Era una pregunta que sin du...