Capítulo 11

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Dylan.

Los rayos del sol que se cuelan por la ventana hacen que abra mis ojos lentamente dándome cuenta que ya es de día. Me incorporo un poco estirando mis brazos y estrujándome los ojos.

No me quiero ir de mi cama.

Pero yo tampoco quiero quedarme un domingo aquí sin hacer nada.

Después de un largo rato de pensar hacia donde será hoy mi destino, me meto a la ducha haciendo que el agua helada caiga en mi cuerpo haciendo despertar todos mis sentidos.

La noche de ayer fue espectacular, juegos, bebidas, piscina y música hasta por un tubo, en conclusión todo lo que me gusta.

Me divertí bastante, no tengo quejas, pero mi parte favorita era cuando la había visto ponerse nerviosa con el tacto de mis dedos en su mejilla. Nunca olvidaré su cara cuando salimos de esa habitación más roja que un tomate.

Se que le gustó, te das cuenta cuando no te da un golpe en alguna parte de tu cuerpo. En mi mente pensaba que la hija menor de los Davis era mas ruda y no se dejaría tocar de nadie, mucho menos del hijo de la familia que ellos mas odiaban.

Lo sé, ¿quién en este mundo sería capaz de odiarme?

De tanto pensar en esa noche se me ha olvidado que estoy metido dentro de la ducha, mi cabello está mojado y mis dedos un poco arrugados. Salgo de la ducha cerrando el grifo y tomando mi toalla, me enrollo la toalla en la cintura mientras me acerco al lavamanos para acepillar mis dientes.

Seco mi cara y de nuevo entro a mi habitación a buscar algo de ropa. No soy muy de modas, con mi ropa negra es mas que suficiente.

Así que opto por unos pantalones de chándal negros y una camiseta del mismo color, mi cabello lo he dejado tal y como estaba cuando me duche, así mismo secará.

Tomo los primeros tenis que veo, guardo mi celular y mi billetera en mis bolsillos y bajo las escaleras. Encuentro a mi familia desayunando, tomo un pan llevándolo a mi boca de una vez y ya mamá ha abierto la boca para quejarse de mi comportamiento rebelde.

Uy, que rebelde.

—¿Qué te he dicho Dylan? —ahí esta—. Tienes un plato en la mesa y aun así tomas un pan cualquiera.

-No te quejes si -volteo los ojos y me siento a su lado donde esta mi plato, le doy un beso en la mejilla y le sonrió tomando otro sándwich de la mesa-. ¿Contenta?

Me da una leve sonrisa.

Como mi sándwich y es raro que la mesa esté callada, siempre mis padres están hablando sobre sus trabajos y los logros de Kellen, o Kellen diciendo que debería seguir sus pasos y quedarme en casa a estudiar y buscar universidades.

Bla, bla, bla.

O sea, es algo que puedo hacer el mismo día que me gradué.

Una vez terminado llevo mi plato a la cocina donde Taylor, la sirvienta que es como mi segunda madre, me regaña por milésima vez de que no tengo que llevar mi plato a la cocina ya que ella lo va a hacer.

Pero como no me gusta, lo sigo haciendo.

Vuelvo a la mesa donde mis padres y mi hermano esperan sentados y el ambiente se vuelve serio.

Problemas Clandestinos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora