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Cielo,

antes.

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Frente a ellos extendía un campo verde, a lo lejos se podían ver algunas colinas y un río pasando justo en medio de ellas, el paisaje era hermoso, perfecto, al igual que las criaturas que se encontraban en el lugar.

Vestidos de blanco para demostrar su pureza, con un aura que gritaba poder y superioridad, los arcángeles ocupaban parte del hermoso campo verde que muchos ángeles admiraban, aunque no se les permitiera la entrada cuando los arcángeles estaban entrenando siempre había quienes lograban colarse para admirar a los ángeles de alto rango.

Por fuera eran seres perfectos, sin ninguna falla, así mismo se esperaba que fueran en su interior, perfectos. Claro que lo eran, Miguel siendo el más perfecto de todos, siempre haciendo hasta lo imposible para complacer a su padre, lame botas.

Mientras Miguel era el soldado perfecto, Lucifer fue el hijo rebelde, el que se salió de las manos. Aunque Aurora no pensaba de esa manera y el destierro de su hermano favorito le había molestado, no había nada que pudiera hacer, si su padre decidía algo no había nadie que lo hiciera cambiar de opinión, por eso se dedicó a ser una buena hija y seguir las órdenes de su padre aun si algo le parecía injusto.

—Aurora, ¿Entrenas conmigo?—la voz de Miguel hizo que apartara la mirada del paisaje frente a ellos.

—No quisiera dejarte mal frente a nuestros hermanos, pero si insistes—la rubia sonrió dulcemente contagiando a su hermano.

—Ya lo veremos.

Ambos se alejaron de sus hermanos, con sus espadas en manos, Aurora respiro profundo y se preparó, siempre que entrenaba con Miguel tardaban más tiempo del debido y más de una vez se llevó regaños de su padre por eso. Miguel fue el primero en atacar, como siempre, Aurora logró bloquear el golpe de su espada, sus ojos hicieron contacto visual por un segundo antes que ambos dieran un salto hacia atrás.

La rubia elevó su espada y la utilizó para bloquear otro ataque de su hermano, el sonido de las espadas chocando se escuchaba en todo el campo, los destellos de luz que emiten las mismas al tocarse cegar a cualquiera que se atreviera a ver por más de unos segundos. El poder que desprendían los arcángeles era mucho, tanto que hasta sus hermanos se vieron afectados por eso.

Aurora empujó su espada hacia el frente, tal vez usó demasiada fuerza en su ataque o no cuido su equilibrio, sólo sabe que en lugar de chocar con la espada de Miguel, su espada dio con el brazo de su hermano causando una herida que enseguida se torno negra. Dejando caer la espada a un lado Aurora se arrodillo junto a su hermano que sostenía la herida y se quejaba, eso nunca había pasado.

La herida de Miguel no curó hasta semanas después, Dios la había castigado encerrándola en una habitación sola, sin saber si su hermano estaba bien o no.

Sin saber que ese encierro haría crecer el odio de Aurora.

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Tierra,

ahora.

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En la oscura y, una vez silenciosa, cabaña se escuchaban los gritos desesperados de una mujer, si alguien pasaba frente al lugar seguro se asustaría y llamaría a la policía pensando que están matando a alguien.

Aunque eso es lo que está sucediendo, pero nadie tenía porqué saberlo.

Cuando había llegado al lugar todo estaba frío y sucio, se notaba la ausencia de cuidado, claro que ahora hacía algo de calor gracias a las llamas que consumían a la mujer atada a la silla y el lugar estaba aún más sucio por la sangre que cubría el suelo, pero se veía mejor que antes.

the first archangel. ( supernatural )Where stories live. Discover now