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Destierro de Aurora...

Había pasado un tiempo considerable desde el destierro de Lucifer cuando Dios decidió que su hija mayor era un peligro para el mundo. Después de haberla encerrado en los calabozos del cielo tras un intento fallido por recuperar su espada, Miguel había intentado interceder a su favor frente a su padre, pero estaba claro que había fallado igual que ella.

Pensando que el destierro sólo aumentaría la ira de su primogénita contra la humanidad, el señor de los cielos decidió tomar acciones drásticas y más efectivas. El templo de las gracias en esos tiempos servía como biblioteca para los ángeles, en ese entonces era conocido con el nombre de "biblioteca celestial", el lugar poseía un poder que podía compararse con el de los cielos mismos pues absorbía poder del bosque encantado y los cielos.

—Lleva a tu hermana a la biblioteca, una vez ahí debes asegurarte que los ángeles sangren.

Miguel asintió de rodillas frente a su padre, sin preguntar para qué debía llevar a su hermana a la biblioteca, o por qué debía hacer que los ángeles sangraran, pero aún así descendió con un escuadrón de veinte ángeles, todos listos para morir por el cielo si era necesario.

Tras llegar a la biblioteca y cruzar el umbral que los guiaba a la sala principal Miguel entendió a lo que se refería su padre. Si tuviese conocimiento de lo que iba a pasar tal vez...¿Podría evitarlo? En lo más profundo de su ser sabía que nunca iba a desobedecer una orden de su padre, aún cuando su hermana estaba asesinando a los ángeles que los acompañaban, aún si su hermana sufre al perder su gracia y era puesta en un sueño profundo, él nunca desobedeció una orden de su padre.

Por esa razón, se asegura de colocar el cuerpo durmiente de su hermana sobre el altar de piedra rodeado por encantamientos.

Por esa razón, abandona el lugar sin mirar atrás, aún cuando escucha como la puerta a sus espaldas se cierra para siempre.

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—Me parece que ya extendimos nuestra estadía en este lugar.

El mayor de los Winchester hizo una seña con su mano, el arcángel solo observó con diversión oculta como los ángeles cortaban las manos de sus recipientes dejando caer su sangre sobre el suelo mientras Sam acercaba la llama de la vela al tazón de oro. Líneas de sangre se abrieron paso en el suelo de piedra tratando de alcanzar el altar, Dean no dejo de mirar el rostro de la rubia mientras todo sucedía esperando tener alguna reacción, pero todo lo que obtuvo fue una sonrisa de diversión.

La rubia sacudió su cabeza en señal de negación y dejo salir una carcajada cuando el templo comenzó a sacudirse amenazando con colapsar sobre ellos, los ángeles cayeron al suelo, totalmente incapaces de mantenerse de pies mientras el hechizo absorbe su sangre como un vampiro que tenía años sin alimentarse.

—¿Qué está pasando?—uno de los ángeles pregunta al sentir como su poder comenzaba a fallar.

—Están muriendo—la mujer sacó una espada de ángel—¿En serio creyeron que cinco ángeles eran suficientes? ¿Saben, siquiera, cuántos ángeles se necesitaron para encerrarme aquí?

Con un movimiento de su muñeca la espada en sus manos se clavó en la garganta del ángel más cercano asustando al resto, a medida que ella se acercaba a los ángeles, los Winchester se acercaban a la salida, listos para correr en cuanto pudieran.

—Ese día asesiné a veinte ángeles—respondió ella misma—, no sabía que estaba ayudando a finalizar el hechizo...pero igual lo hice.

Los ángeles intentaron arrastrarse a la salida, Dean comenzó a disparar sin importarle que las balas fueran inútiles, sólo quería detenerla lo suficiente para sacar a los ángeles del templo y poder huir. Sam se acercó a uno de los ángeles que estaba más cerca de él y lo ayudó a ponerse de pie, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza cuando su mirada cayó sobre Aurora y el resto de los ángeles. Había mucha sangre en todos lados, la espada de ángeles estaba en su mano izquierda mientras que en su derecha se encontraba un cuchillo de cocina, al verla cubierta de sangre sin importarle que múltiples balas impactaran con su cuerpo, Sam no pudo evitar pensar en que esa era la viva imagen de lo que representaba Lucifer. Muerte.

—Tenemos que salir de aquí—le gritó a Dean intentando llegar a la salida.

—¿Ya se van?—ambos hermanos detuvieron sus acciones para mirarla—Pero si acabamos de empezar.

Una sonrisa escalofriante apareció en su rostro cuando lanzó la espada de ángel en dirección a Sam, el menor de los Winchester intentó empujar al ángel lejos del arma, pero se movió demasiado tarde. El cuerpo del ángel se deslizó fuera de su agarre y él solo pudo ver como la sangre aún seguía saliendo de su cuerpo intentando llegar al altar.

—Saben, su hechizo no funcionará para atraparme aquí, pero si va a cerrar el templo para siempre—la rubia pudo su mano sobre el altar de piedra—, tal vez si deberian irse mientras pueden.

Aurora elevo su mano y la bajó con fuerza, estrellando la palma de su mano contra el altar. El templo comenzó a sacudirse con más fuerza que antes, el lugar donde su mano había golpeado estaba fracturándose, acompañando a las fracturas que aparecieron en las paredes y el techo del lugar. La rubia miró con sus ojos rojos a los hermanos, el pánico en sus rostros le parecía divertido, el miedo que emanaba de ellos mientras corrían a la salida del templo buscando salvarse se le hizo aún más divertido.

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Después de observar el templo en ruinas hasta que el sol se ocultó y la luna apareció en lo más alto del cielo, Aurora decidió regresar al infierno para informar de lo sucedido a Lucifer. La sonrisa de satisfacción nunca abandonó su rostro, aunque odiaba el olor de la sangre y su recipiente se sentía pegajoso, no dejó de sonreír hasta que cruzó las puertas del infierno.

—Parece que acabas de caminar bajo una lluvia de sangre—Lucifer observó a su hermana de pies a cabeza—¿Mataste a los Winchester?

—¿Acaso sería divertido matarlos sin verlos sufrir?

El menor de los arcángeles sonrió, la idea de hacer sufrir a los Winchester le parecía muy tentadora y no se negaría a hacer sufrir a los juguetes favoritos de su padre.

—Tenemos que encontrar la espada cuanto antes—la rubia tomó una toalla de la mesa—, los Winchester encontraron el hechizo que nuestro padre utilizó para encerrarme en el templo.

—¿Intentaron encerrarte?—Ante el asentimiento de su hermana Lucifer comenzó a reír. —Debí ir contigo.

Escuchar la risa de su hermano fue relajante para Aurora, los recuerdos de sus travesuras en tiempos pasados regresaron a su mente, casi podía ver con claridad a su hermano que siempre sonreía. Para ella era una lástima que su hermano ya no pudiera sonreír como antes, pero se aseguraría que su padre pagara por apagar esa sonrisa.

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NOTA DE AUTOR:

Solo quedan 6 capitulos, no estoy lista para dejar de escribir a Aurora /cry/

lu.

the first archangel. ( supernatural )Onde histórias criam vida. Descubra agora