Capitulo cinco: Un shot por cada que he suspirado en los últimos diez días.

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05| Un shot por cada que he suspirado en los últimos diez días.

Había estado encerrada en mi habitación desde que me enteré que mi matrimonio no sería tan fácil de romper como yo creía, o sea, hace una semana.

Si, una semana encerrada en mi habitación.

–¿Ya dejarás de ser inmadura y saldrás de tu habitación? –mi abuela toca por quinta vez la puerta en el día, pero eso no cambió que me levantara de la cama y quitarle el seguro a la puerta–. Vale.

Todo queda en silencio, provocando que me levanté de la cama y camine hasta la puerta para pegar mi oreja a ella y ver si puedo oír algo.

Mala idea.

Un fuerte golpe me hace caer de trasero cerca de mi cama, alzo la cabeza y observo a mi abuela con su andadera en la mano, pocas veces la usaba ya que ella todavía caminaba bien.

–Si Oklahoma no va a Obama, Obama va a Oklahoma. –sonrie orgullosa y deja su andadera a un lado, para sentarse en mi cama. Me levanto del piso y me tallo mi pie, ya que me golpeé con la puerta.

–Uno: así no es el dicho, es si la montaña no va a Mahoma, Mahoma irá a la montaña –la corrijo–. Dos: ¿¡Por qué demonios hiciste eso, abuela?

–Uno: no me importa, tu me entendiste. Dos:  porque ya me cansé que estés de inmadura en tu habitación, ¿te peleaste con el orejón de tu marido?

Me río y niego la cabeza. Me acuesto en la cama y recuesto mi cabeza en las piernas de mi abuela.

–No, solo me gusta estar encerrada en mi habitación. –mi abuela me da un pequeño golpe en la frente y niega con la cabeza, mientras me tallo la frente.

–Te conozco mejor que tu padre, V. Si tienes algún problema con tu esposo o con quién sea no te encierres en tu habitación, eso no es de Rockstar.

Me río por lo último. Sin duda alguna mi abuela y Salem pasaban demasiado tiempo juntas.

–¿Y que se supone que haga?

–Para empezar, ducharte –mi abuela hace un gesto de asco, sacándome una pequeña risa–. Después puedes ir a buscar a tu orejón esposo y arreglar sus problemas. Recuerda que siempre hay una solución para todo. Si no sabe cocinar, no hay nada que veinte dólares no resuelvan, lo mismo con lavar ropa o barrer; eso sí, si es malo en la cama... –niega rápidamente–, conozco una amiga que te puede dar un descuento en amiguitos para que no te sientas inconforme.

Mis mejillas se tornan rojas y me tapo la cara rápidamente. Mi abuela se ríe fuertemente y me destapa la cara, para después hacer unos gestos con su boca como si estuviera teniendo un orgasmo.

–¡Abuela largo de aquí! –me levanto de sus piernas y señalo la puerta. Mi abuela se levanta entre risas y toma su andadera, antes de salir de la habitación.

–No lo olvides, hay una solución para todo. –dice, antes de salir de la habitación.

Niego una vez más con la cabeza y me levanto de la cama para volver a cerrar la puerta de mi habitación, pero a diferencia de antes, está vez como el consejo de mi abuela y me meto a bañar.

No sabía por qué había actuado así hace una semana. Tal vez era porque las cosas me salieron realmente mal y ahora tendría que estar casada por tres meses, y no unos días como lo imaginé.

Antes de meterme a bañar, le envío un mensaje a Eliot preguntándole si podríamos vernos en una cafetería cerca del centro de la ciudad. No espero su respuesta y me adentro a mi baño, dispuesta a quitarme todo el mal olor de hace dos días.

Hasta que mi muerte nos separeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora