Clarisse despertó a medio día. Bill dormía plácidamente recostado sobre su pecho. Aquella era una escena bastante linda, pues estaban en un lugar nuevo, recién casados y completamente solos. No podían tener su luna de miel debido a la situación, pero ellos no dudaban en que la tendrían cuando todo estuviera seguro.
Clarisse se levantó de la cama con lentitud para no despertar a Bill, así que hizo el menos ruido posible ante aquello. El pelirrojo sonrió el movimiento, pero solo se dio media vuelta y se quedó quieto nuevamente. Le hacía falta una ducha, así que bajó al primer piso para buscar algo y justo después se dirigió hasta el baño.
Aquel lugar era bastante tranquilo y silencioso. Se había acostumbrado a los gritos y movimientos en casa por todo el tiempo que se estuvo quedando en La Madriguera. El ruido de las olas era lo único que podía escucharse a lo lejos, pues los vecinos más cercanos a ellos estaban a varios kilómetros de distancia.
—¿No pensabas esperarme? —Bill le dijo de la nada, asustándola.
—¿Hace cuanto estás ahí? —preguntó Clarisse, que estaba a punto de quitarse la ropa.
—Solo unos segundos —Bill se recargó en el marco de la puerta con los brazos cruzados— pero creo que llegué en un buen momento.
—¿Quieres acompañarme? —Clarisse le preguntó sonriente.
—Quiero hacer otra cosa, algo que no es necesariamente tomar una ducha —Bill respondió, mirándola de pies a cabeza.
—¿No estás muy cansado para eso, mi amor? —Clarisse le preguntó, quitándose lentamente la blusa que llevaba puesta.
—Para esto, jamás. Además te debo una buena noche de bodas aún —Bill respondió, cambiando de posición en su lugar.
Clarisse de inmediato dirigió la vista a sus pantalones de pijama, dándose cuenta al instante que Bill tenía una enorme y notoria erección. El hombre dirigió su mirada hacia donde la tenía su esposa.
—¿Acaso te gusta lo que ves? —Bill le dijo con una enorme sonrisa adornando su rostro.
—Ya sabes que si —Clarisse respondió sin apartar la mirada. Amaba verlo así.
—¿Desde cuando perdiste la vergüenza, preciosa? —Bill le dio una mirada llena de lujuria.
—Desde que me di cuenta que tú eres peor que yo en cuanto al sexo —Clarisse respondió, por fin mirándolo a la cara.
—¿Y te gusta eso? —Bill preguntó, volviendo a recorrer el cuerpo de su esposa con la mirada.
—No sabes cuanto me pone eso... —Clarisse respondió lentamente, bajándose los pantalones cortos.
—Hazlo un poco más lento, cariño. Quiero disfrutar la vista —Bill dijo, mirándola fijamente.
Clarisse hizo lo pedido, incluso aunque estaba muerta de vergüenza al hacer eso, dio un par de vueltas lentamente para hacer que Bill se excitara mucho más. Ella pensó en ese instante que hacer aquello era de los mejores pasatiempos. Quien iba a pensar que el sexo era tan divertido.
—¿No quieres entrar a la tina conmigo? —Clarisse preguntó, desabrochando su sostén lentamente.
—Me gustaría eso —Bill respondió embobado.
Se acercó a su esposa y lentamente pasó sus dedos por el cuello de Clarisse. Al sentir su tacto sobre su piel, se estremeció y sintió como su piel se ponía de gallina. Solo él la podía hacer sentir de aquella manera. Tan amada y tan deseada a la vez.
Bill bajo sus pantalones y después de quito la ropa interior, dejando a la vista su miembro totalmente rígido.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)