Clarisse salió de Gringotts con algo de temor por estar sola. Primero iría a comprar algunas telas para hacer cortinas, así que como estaba cerca de la tienda de los gemelos, supuso que no pasaría nada malo si estaba sola por cinco minutos. Dio vuelta en una de las calles, pero al ver como unos hombres acorralaban a una mujer solo hizo que se quedara en su lugar para ver lo que sucedía.
—Así que eres una sangre sucia —se burló uno de los hombres.
—Creo que es grosero que me llames así —la mujer dijo en voz baja, aunque aún así pudieron escucharla.
—No me interesa. ¿Por qué no fuiste al Ministerio de Magia desde que se te pidió? —respondió el mismo hombre.
Las ropas que llevaban puestas parecían sucias y roídas, así que Clarisse supuso que se trataba de los carroñeros de los que Bill le había hablado.
—No pensé que fuera necesario hacerlo —la mujer parecía a punto de llorar.
—Los de tú tipo deben hacer lo que se les pide, en especial si eso lo ordena el Ministro de Magia —el hombre levantó la mano para golpearla.
—¿Por qué debería acatar órdenes, si tú no lo haces al respetar a una mujer? —Clarisse salió en su defensa de inmediato— además no creo que seas de las personas que siguen los mandatos del Ministro.
—Creo que esta conversación no te incumbe, bonita —el hombre le dijo, mirándola de pies a cabeza con una sonrisa— a menos que también seas una sangre sucia.
—Si lo fuera o no, no te importa. Y no me llames bonita, ni siquiera te conozco —Clarisse le dijo con molestia. Lentamente apretó la varita entre su mano derecha para atacar.
—Mi nombre es Scabior —el carroñero sonido más ampliamente— ahora que nos conocemos, te invito a venir con nosotros.
Los dos hombres que acompañaban a Scabior sonrieron, mostrando sus sucios y manchados dientes. En ese momento, comenzaron a caminar hasta ella para atarle las manos, tal como lo habían hecho con la nacida de muggles. Clarisse estaba lista para defenderse, pero una persona apareció detrás de ella y le arrebató la varita de las manos.
—Si que estabas bien preparada —el hombre de detrás carcajeó secamente.
Los demás lo acompañaron en las risas. Los otros se veían bastante fuertes, así que sabía que no tenía oportunidad contra ellos. Nunca había sido nada buena para los hechizos y maleficios, así que internamente se dio un golpe. Los hombres le ataron las manos, mientras que ella les lanzaba patadas que ni siquiera sentían. La mujer a la que llevaban estaba llorando, además de que no dejaba de decir una y otra vez que su marido trabajaba en el Ministerio de Magia.
—Hay que apurarnos —Scabior comentó con molestia.
—¡Avanza! —el hombre que le quitó la varita le dio un empujón a Clarisse.
—¡Déjame en paz! —la Diggory respondió con fuerza, quedándose quieta en su lugar— cuando me suelten les romperé la cara.
—No creo que sea bueno que nos amenaces, en especial en la posición en que estás ahora —Scabior sonrió— Y Rick, no la molestes. No quiero llevar sangre sucias lloronas.
El Ministerio de Magia estaba cerca, así que las llevaron caminando. Los pasos de los carroñeros eran muy rápidos, así que la mujer que lloraba iba trotando. Clarisse se rehusaba a moverse, así que Scabior la levantó en un hombro aunque ella le jalara el cabello en cada ocasión que se le presentara.
Cuando estuvieron dentro del Ministerio de Magia, los demás miraban a los carroñeros con asco y muchos de ellos a las mujeres con curiosidad. Clarisse al ser sangre pura conocía a muchos de los que actualmente trabajaban ahí. La mayoría eran mortifagos, incluso juró haber visto a Yaxley.
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Clarisse ⟨••Bill Weasley••⟩
Fanfiction(COMPLETA) Clarisse Diggory jamás imaginó que a partir del torneo de los tres magos las cosas se pondrían feas, mucho menos que a pesar de la desgracia encontraría a alguien que la haría feliz en los momentos oscuros. (Basada en los libros)