VI

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«¡Ella estaba fuera de control! Plagg» Murmuró Adrien, el chico se había pasado horas intentando averiguar qué pasó en el colegio. Incluso se había escondido para faltar a sus clases, porque él sabía que era incapaz de prestar atención a cualquier cosa. Su mente estaba invadida por Marinette.

Él recordaba su suave cabello azabache, sus preciosos ojos azules. Su suave piel, su encantadora sonrisa.
Y es que ella tenía una sonrisa tan linda, que solía dedicar a sus seres queridos, él amaba esa. Pero la que más amaba era aquella que ella le daba cuando creía que nadie la estaba viendo.

Aquella sonrisa que le daba en la penumbra, en plena patrulla. Aquella sonrisa embobada que surgía en el rostro de ella luego de que los dos compartieran besos.

Adrien era muy joven, pero sabía una sola cosa: él nunca podría amar a otra persona como la ama a ella.
No se imaginaba haciendo las cosas que hace con ella, con nadie más.

Adrien es un joven enamorado.
Las hormonas lo están enloqueciendo.
Y sobre todo, es un bobo enamorado.

Sin darse cuenta, el joven estaba suspirando. El kwami negro lo escuchó y no pudo evitar hacer un sonido de asco.

«Iugh, los humanos son tan raros, hasta casi se me va el apetito. »Murmuró el pequeño, tragando un gran pedazo de queso de un sólo trago.

«¿Alguna vez te has enamorado Plagg, de una chica...? ¡Kwami! ¿Los kwamis tienen género?» Adrien parecía pensativo un momento, mientras que Plagg sólo bufó.
«Chico, los kwamis tenemos el control del universo. No tenemos tiempo para perder en simples sentimientos humanos. » Plagg desvío la mirada, mientras se acercaba a agarrar otro gran pedazo de queso.

«Oh, ¡te has enamorado ciertooo!» Bromeó Adrien, con un brillo en sus ojos, el kwami notó que se estaba burlando de él.

«¡No!» el kwami se puso gruñón.

«Te suena el nombre... Tikki» Adrien fingió hacerse el desentendido.

Plagg le mordió el dedo.

Okay, Adrien sabía que lo tenía merecido por empujar su suerte.

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Era de noche, tocaba patrulla y Adrien estaba nervioso. No supo cómo responder los mensajes curiosos de Nino. Pero sabía que su mejor amigo presentía que ocurrió algo más.

Adrien, transformado en Chat Noir, sintió su valentía regresar.
Y bueno, tal vez Marinette actuaría más como ella misma siendo Ladybug
hoy. Sí. Así debía ser.


Y al llegar aún no estaba Ladybug, él suspiró aliviado.

Pero entonces, escuchó un sonido detrás de él.

Al darse vuelta, notó como nerviosismo que se trataba de Ladybug. Quién portaba una sonrisa que hizo que cada parte de su piel se erizara.

«Vaya, pero si me encontré un hermoso gatito...» la voz de ella era muy coqueta.

Él intentó fingir que no le afectaba las acciones de ella, pero claramente fracasó. Ladybug se veía como el gato que había atrapado a su presa.

«Bugaboo, ¿estás bien? Te noté rara hoy en la escuela» preguntó él, intentando cambiar de tema.

Ladybug pese a su diferencia de altura con él, le acarició su oreja falsa de gatito. Eso sólo hizo que un ronroneo involuntario brotara de él.

«Estoy purrrfecta, Mon minou »si Chat tenía alguna duda de que ella estaba fuera de sí, esto sólo lo confirmó aún más. Es que Ladybug nunca, en ningún millón de años diría un chiste de gatos frente a él.

«Wow mi Lady, me parece meowravilloso que te intereses en mis juegos de palabras» él retrocedía sutilmente, pero cuando menos se dió cuenta, ella logró hacerlo sentar en el tejado. Y se acercó peligrosamente a él.

«¡Eres un gatito tan bueno!, ¡tan leal! Te mereces mucho mimo de tu Lady...» ella se sentó sobre las caderas de Chat Noir.

Love potionWhere stories live. Discover now