Capítulo Cuatro: Maldita cucaracha

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Saeyoung había sido delatado por su propio hermano y no sabía como salir de esa, Nara lo miraba con media sonrisa triunfante, aunque por dentro se estaba preguntando si habría alguna razón por la que tal vez, ocultó que Yuri se fuese a quedar más días.

—Ugh, bueno... lo que quería decir es que existía la posibilidad de que se fuese hoy, pero como está mal de dinero, me ha pedido si podía quedarse unos cuantos días más —corrigió como pudo—, ¡no muchísimos, claro! ¡solo unos pocos! Mientras no consigue otro apartamento.

—Ya veo, ¿y entonces por qué me mientes? —fue directa.

El hacker podía sentir cierta tensión, las gotitas de sudor descendían por su frente. Estaba asustado, no sabía qué contestar porque era posible que su relación pendiese de un hilo muy fino. No quería cagarla de nuevo.

—Pensaba que si te decía la verdad, sacarías conclusiones precipitadas. No quiero que pienses que hay algo entre ella y yo —optó por ser sincero.

—De todas formas, eso no sería asunto mío —la chica miró hacia la ventana, evitándolo.

Al pelirrojo le dolía cada una de sus palabras, era imposible evitarlo. No obstante, trató de hacer las paces, acariciando su mano.

—Nara, vamos... no estemos así.

La joven no se apartó, eso era un paso. Volteó la cabeza, clavando sus ojos en los del chico, y se quedaron viendo.

A ella le fascinaban esos ojos dorados como el sol. Brillaban más que nunca cuando se quedaba viéndola y sus pupilas se hacían más grandes. No podía evitar perderse en el verde de su mirada.

Los corazones latían acelerados con solo mirarse y tocarse, aunque deseaban mucho más.

—No puedes esperar nada de mí cuando me has mentido, ¿cómo sé que no lo harás de nuevo? —preguntó Nara sin alterarse.

—No era mi intención, es solo que... me vi presionado por las circunstancias, supongo. Lo siento, sé que estoy fastidiándola todo el rato, es porque soy torpe en esto de las relaciones. Siendo honestos, nunca había sentido algo así y no sé cómo gestionarlo —bufó.

—¿Nunca?

El joven negó con la cabeza y ella movió su mano para acariciarle la mejilla. Saeyoung, abrió bien los ojos y la boca, sintiendo cierto calor en su rostro, ese gesto le pilló por sorpresa y lo paralizó, apenas era capaz de hablar. Se preguntó que estaría pasando por la mente de la chica.

Pum pum, pum pum. Podía escuchar sus propios latidos retumbando en el oído.

—¿Entonces no sabes que antes de comerle el cuello a una chica, es preferible besarla? La casa no se empieza por el tejado —quiso mofarse y este se rió, soltando algo de tensión.

—Supongo que tienes razón, siempre puedes darme una segunda oportunidad, creo que esta vez no fallaré en la misión de hackear tus labios —sonrió, quitándose el cinturón y acercándose un poco.

Besarla era lo que más deseaba hacer, sin embargo, la morena apartó la mano de la mejilla y la puso en el pecho del joven para intentar alejarlo. El pelirrojo reaccionó tomando esa mano, así como la otra, para entrelazarlas con sus dedos. Los dos estaban temblando al sentirse tan cerca.

—Saeyoung, no creo que eso sea buena idea —murmuró con nervios.

—¿Por qué no? ¿acaso vas a negar que no pensaste en besarme? ¿que... no quieres hacerlo tanto como yo? —Se sentía con fuerzas para ser valiente, honesto, quería abrirle su corazón.

—Es por eso por lo que no puedo —contestó en un tono tan bajo que solo él podría escucharla.

—Nara, cuéntame qué pasa, puedo ayudarte. Si te ocurrió algo en el pasado que...

No es tan fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora