Capítulo Once: Período de pruebas

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Las chaquetas de ambos habían caído al suelo y continuaban besándose sin poder parar ni por un segundo, con una necesidad feroz y hambrienta.

A la chica se le había bajado uno de los tirantes en el proceso, así como el del sostén. Sus cabellos estaban descuidados y los labios rojos, ardiendo en deseo. Se escuchaban, entre beso y beso, gemidos sutiles y placenteros. Las manos viajaban por el cuerpo del otro, desatadas, ansiosas de más. Sus cuerpos se chocaban. Saeyoung no podía parar de pensar en distintos escenarios que a la joven le gustarían. Pensaba en besarla y abrazarla toda la noche, sentir su ardiente cuerpo contra el suyo y satisfacer todos sus deseos hasta dejarla exhausta. Hacerla jadear de placer. Quería escuchar su nombre, rogándole, una y otra vez. Y quería dárselo todo.

Habían pasado demasiado tiempo tratando de ignorar ese deseo que sentían el uno por el otro. Estaban deseando devorarse, pero había un problema a valorar.

Aunque Nara ya había tenido relaciones sexuales antes, guardaba cierta preocupación y dudas de si aquello podía ser satisfactorio. ¿Y si lo hacían y resultaba que toda esa magia que parecían tener se rompía? Porque lo cierto era que ella nunca...

—Saeyoung —susurró, excitada, al tiempo que el chico seguía con sus caricias.

—¿Um? —no pensó siquiera en detenerse, estaba demasiado emocionado en ese momento.

—Saeyoung —reiteró la otra, convirtiendo su nombre en un pequeño gemido, cosa que a este le excitó todavía más y eso se notaba en su pantalón—, creo que estamos yendo demasiado rápido —admitió, respirando con dificultad.

—Oh —soltó una bocanada de aire, deteniéndose para mirarla con desconcierto. No se esperaba aquello. Por un instante se le pasó por la cabeza que estaban en la misma sintonía, pero tal vez se equivocaba—, ¿eso crees? —interrogó, intentando recuperar el aire y observándola con preocupación.

—Sí, te dije que era mejor que fuéramos despacio, ¿recuerdas?

Asintió con la cabeza, sintiéndose desilusionado por un segundo. Aún así esperaría lo que hiciese falta hasta que estuviera preparada, por muy impaciente que se sintiese.

—Uhm, así que... —el pelirrojo se rascó la nuca mientras una pregunta se le pasaba por la mente—, ¿cuánto crees que sea ese período de ir despacio? Es decir... ¡no lo digo por nada en concreto, claro! Pero... ugh —se detuvo, creyendo con firmeza que la había fastidiado. Tal vez ahora pensase que estaba siendo un pervertido y que solo quería una cosa, pero no era así. También se planteaba si podrían tener una relación seria, oficial. Si podría contarle a sus amigos, con orgullo, que era su novia, si podría besarla en público y salir en citas o simplemente quedarse en casa, viendo una película en el sofá.

Quería consentirla y cumplir todos sus caprichos, regalarle gadgets especialmente fabricados para ella y cubrirla de besos y caricias siempre que pudiese, hacerla feliz, ¿pero sería eso posible si las cosas iban tan despacio? Se sentía muy ansioso e inseguro, ¿y si Nara cambiaba de opinión y decidía que ya no le gustaba? Se quedaría con el corazón roto, hecho migajas de pan.

—Supongo que el tiempo suficiente para averiguar si las cosas pueden funcionar entre nosotros —la chica sonaba razonable, sin embargo, algo en el hacker se rompió al escuchar esas palabras.

Sentía como si estuviese en período de pruebas. ¿Y si resultaba que aquella relación estaba abocada al fracaso? ¿y si la muchacha se daba cuenta de que en verdad no era tan genial y decidía irse con otro? ¿era muy egoísta por su parte desearla sabiendo que pensaba que era muy superior a él? Quizás, no se la merecía.

—Entiendo —respondió al fin el pelirrojo—, te daré el tiempo que necesites —le acarició el rostro, apartándole un cabello de la frente.

—Gracias —la joven apoyó su cabeza en el pecho, abrazándolo, y Saeyoung la estrechó entre sus brazos con fuerza, aprovechando para oler su cabello.

No es tan fácilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora